martes, 29 de mayo de 2007

La Sombra

Mientras don Pascual regresaba del baño, yo me había quedado en la banca reflexionando acerca de la "confrontación" que tenía que realizar con aquella personita. Y como si don Pascual hubiese leído mis pensamientos, dijo mientras se aproximaba hacia la banca, que me dejara de estupideces, que no pensara, simplemente actuara.

"Definitivamente, muchacho, estás perdiendo el tiempo. Pensándolo bien, creo que no te conviene enfrentarte con ella. Tu destino es muy distinto, y no la mereces".

Le dije que trataba el asunto como si supiera lo que sentía...

"Tu concentración ha sido invadida por ese ser, durante 3 años, ¡¡3 años!! y jamás te atreviste a confesarle lo que sentiste. Eso es una señal".

Le dije que tenía la mala suerte de enamorarme de personitas, al parecer, inalcanzables. Pero tenía la desgracia de que algunas personitas sintieran atracción hacia mí. Obviamente, yo no era de aceptar chicas que me pidieran ser su novio. Le confesé a don Pascual que al parecer estaba pagando por lo que le había hecho a ellas.

"Estás exagerando, muchacho. De todas formas, necesitas aprender a eliminar todo recuerdo innecesario de la gente que creíste confiar alguna vez. No. Creo que lo correcto será que suprimas todo, incluyéndote".

Le pregunté a don Pascual si tal ejercicio ayudaría a recuperar la confianza en mí mismo.

"No, no lo creo, muchacho. Aunque viéndolo de esta manera te dejará actuar con seguridad y ya no como el idiota que siempre pretendes ser".

Después de que me quedé un rato en silencio, don Pascual chasqueó la lengua y señaló que ya era hora de dejarnos de pendejadas. Que era hora de conocer el mundo que me había sido vedado hace un año. Me quedé petrificado porque sabía que se refería al mundo de las sombras. Le conté que la última vez, una de las sombras se había materializado en mi abuela materna.

"Pues no sé en qué se materialice esta vez, pero tienes que comprender que en ese mundo, se encuentra nuestro complemento como mescaleros. Sino la haces tuya, jamás serás un mescalero completo".

Me pidió don Pascual que respirara hondamente y cerrara los ojos. Que él me haría abrir el portal instántaneamente, porque él era el custodio de la bóveda solar.

Repentinamente dejé de sentir la brisa marina que corre a través de la Universidad. Comencé a sentir un aire extremadamente gélido. Don Pascual me pidió que abriera los ojos, y me sorprendí estar parado frente a un ocaso hermoso. Le pregunte a don Pascual en dónde nos encontrabamos. Me dijo que no importaba, porque de todas maneras seguíamos en Quintana Roo.

"Ahí te está esperando la sombra... escúchala; mantén abierto bien los ojos. Recuerda que necesita ser tuya para adquirir tu complemento".

Al decir eso, miré hacia un árbol que de repente apareció en mi visión. Detrás de ese árbol estaba una sombra. Desde lo lejos sentí una mirada aterradora, pero familiar.

Vi acercarse la sombra, y por primera vez, sin que nadie me lo dijera, vi a la sombra tomar la forma de uno de mis parientes. Casi me pongo a llorar, porque aquel ser se figuró en mi bisabuelo. Al virar en busca de don Pascual, éste había desaparecido.

"No temas. Estás aquí porque yo le pedí que te trajera. Quiero explicarte que la bóveda solar es el santuario en el que logramos descansar en paz."
"Esto es... ¿el paraíso?"

Aquel ser que fingía ser mi bisabuelo, rió exactamente como lo hacía. Una risa tranquila, no burlona.

"No, no es el paraíso. Este es el premio que alcanzas al lograr dominar tu voluntad, para alcanzar la libertad".

No comprendía en su totalidad tal sentencia. Pero le dí mi confianza. Le pregunté el por qué había deseado que don Pascual me hubiese traído. Sin esperar respuesta, le dije también que don Pascual me había dicho que la sombra era mi complemento para poder ser un mescalero total.

"Así es, hijo. Pero no libraremos la escaramuza ahora. Sinceramente careces de mucha energía, cairías muerto en el intento de vencerme. Estás aquí porque (aunque no lo creas) se acerca el final de tu ciclo. Empiezas a recobrar la razón y la responsabilidad: tus armas para enfrentarme. Así que como buen contendiente sólo quiero pedirte que dejes de pensar en actuar. Creo que eso ya lo tienes claro. Pero lo necesitas aplicar a la vida cotidiana que llevas. Elimina todo sentimiento, necesitas ser despiadado. Recuerda que estás solo, que no necesitas ayuda de nadie. Por eso le dije a Pascual que sea tu 'manager'".

Me quedé inerte ante la sombra.

"Lo único que debes hacer como todo mescalero es liberarte de tus conocidos. Haz dejado cuentas pendientes con ellos. Llegó la hora de que confieses todo lo que sientes a cada uno de ellos. No para que conozcan tu historia, sino para devolverles y para que tú deseches todo sentimiento".

Dejé de mirar al que fingía ser mi bisabuelo y concentré mi mirada a aquel ocaso. "Te estamos esperando para finalizar un ciclo".

De repente, sonó el celular, y me di cuenta que estaba sentado otra vez en la banca, con los artículos en mano. Posteriormente, leí el mensaje: "Te vemos en la biblioteca..."

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