martes, 29 de mayo de 2007

Efectos secundarios

Dormí hasta pensar que estaba en otro lugar. Cada vuelta que me daba en la cama, pensaba que estaba en la casa de mi tío, allá en Oaxaca. Incluso sentía el olor de aquel pueblo.

Cuando desperté, sentí que no había sucedido nada, es decir, mi encuentro con Lidia, pensé que sólo había sido un sueño. Traté de concentrarme en repasar mi exposición, sin embargo, cada vez que leía, me venía un extraño sentimiento. Supe de inmediato que estaba entregándome a mis malos hábitos, a mi peor vicio. Corrí por un vaso de agua, para calmarme, pero era demasiado tarde, la conversación con Lidia me vino a la mente. Y no fue la conversación completa, sino frases que según yo, eran las que me habían lastimado fuertemente.

Caí en la cama y no pude tomar mis apuntes y revisar los libros. Cerré fuertemente los ojos para olvidar todo respectivamente (incluso la exposición). Me dije que el domingo retomaría mi hilo cotidiano, porque en estos momentos, me sentía terriblemente.

Llegó el mediodía y no sentí apetito. Llegó el ocaso y fue el momento en que sentí que mis fuerzas fluían a través de mi cuerpo hasta darse a la fuga. Recordé una típica frase, que no creía aplicar en esos momentos, porque me la habían dado para calmar mi ira: "un mescalero sabe que nadie le hace nada a nadie; que uno mismo se hace daño con la gente y con los sentimientos".

Llegó la noche y me sentía completamente abatido, no podía respirar, no podía hacer nada. Realmente estaba muriendo en vida. Estuve en la red para platicar con alguien, pero fue peor, me entregué a mi vicio, y hasta supongo que contagié a las personas con el mismo sentimiento que tenía.

Tuve que recurrir a la única técnica que mis amigos me habían enseñado para calmar ese tipo de actitud. Me topé con Addiel en la red, y le insistí que saliéramos, que necesitaba aire de la bahía, y que al mismo tiempo necesitaba conversar con alguien lo más pronto posible. Addiel accedió sin más y me dijo que pasaría a buscarme.

Eran exactamente las 2:00 am cuando pasó por mí, y durante todo el trayecto Addiel intentó darme ánimos contándome su historia personal, me contó todo acerca de un noviazgo que había acaecido en la preparatoria. Le dije a mi amigo que ojalá hubiese sido un encuentro así, porque todo lo que me contaba, a mi juicio, era una típica historia color rosa. Cuando llegó mi momento, le confesé que no tenía el más mínimo recuerdo de lo que platiqué con Lidia. Me sugirió comenzar desde el primer día en que la vi, hasta el encuentro. Hice el intento, y concluimos en que sería mejor y que la plática no era nada, si no teníamos cervezas. Así que llegamos a una vinatería y yo compré el six.

Addiel escuchó con atención toda mi aflicción y me sugirió que le diera tiempo al tiempo, sin embargo, me dijo que mejor olvidara a esa chica, que no valía la pena, que hay más en el mundo esperándome, o que haga el intento (por lo menos) de volver a buscar una que me convenciera. Le reclamé que Lidia valía la pena. Addiel me dijo que nada salía bien a la primera, así que lo más recomendable es que sea paciente, pero que es posible que al final termine fijándome en otra chica. En realidad, Addiel sentía tanta lástima por mí porque me vio realmente afligido.

Cuando revise la hora vi que eran las 3:00 am. Le dije que ya no quería más cerveza y que era hora de largarnos. Addiel asintió y me dijo que tenía trabajo pendiente, y que yo, mi exposición. Le dije que era hora de dormir, para volver a recuperar fuerzas.

Addiel me llevó a casa, y me dijo que posiblemente el viernes continuaríamos la plática. Le dije que aparentemente me sentía bien, porque en verdad necesitaba platicar con alguien.

"Tú siempre quieres platicar".

Cuando se alejó el vehículo, al abrir la reja, recordé otra frase: "si un mescalero necesita alivio, simplemente elige a cualquiera y le expresa a esa persona cada detalle de su tumulto. Después de todo, el mescalero no busca que lo entiendan o le ayuden; con hablar simplemente busca aliviar su presión. Eso es, siempre y cuando el mescalero sea dado a hablar; si no lo es, no le dice nada a nadie."

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