sábado, 26 de diciembre de 2009

Deformaciones

Hace algunos días, Dilian me llamó por teléfono para decirme que había practicado todo lo que le había señalado. Me preguntó si podíamos vernos para comentar acerca de sus avances como aprendiz. Le dije que no había problema, es más, yo mismo la invitaba a cenar. Sinceramente, como maestro de esta chica, sentí que la había descuidado. Digo, es mi primera aprendiz, pero todo el trabajo no lo llevo yo, están otros mescaleros que complementan su aprendizaje.

Una vez pedida nuestra orden aquella noche, Dilian comenzó a hablar y me dijo que estaba sorprendida que accediera a la cita, y más para conversar sobre sus avances, ya que los mescaleros le decían que no era necesario explicar las cosas. Pensó que yo era un maestro especial para ella. Le dije que era todo lo contrario, me gustaba escuchar a la gente, y yo igual que ella, durante mi aprendizaje tendía a explicar todo lo que me sucedía. Incluso, en ocasiones, Loreto me instaba a que le comentara de lo sucedido tras alguna práctica, pues si no lo hacía, Loreto me tomaría a loco.

Hablamos de bastantes cosas, incluso hablamos de mi trabajo. De repente, Dilian quedó callada y me dijo lo que realmente le estaba sucediendo, y que al mismo tiempo le espantaba. "Me sucede algo extraño. Mientras me concentro en lo que tengo que hacer, la gente..., de repente, cuando miro a mi alrededor dejo de discernir quién es quién y todos me parecen deformados... como ahora, en este momento".

Me sorprendió sobremanera, no porque fuera algo desconocido o nuevo para los mescaleros, sino porque Dilian había forzado, empujado su esencia más allá de lo que un aprendiz tenía que hacer. Un aprendiz aún no podía llegar a semejante visión. Rápidamente comprendí que Dilian tenía bastante potencial. Cuando terminó de explicarme, su mirada reflejaba miedo, y al mismo tiempo exigía una explicación. Suspiré y le di unas palmaditas a su mano izquierda para que se tranquilizara.

Le dije que en efecto, ella estaba viendo a la gente tal y como tenía que ser, era el primer proceso para poder romper la imagen de sí y ver la verdadera esencia de la energía. Le dije que no debería espantarse, puesto que no estábamos practicando en esos momentos para corregir nuestras deformaciones, sino para acostumbrarnos a ellas. Uno de nuestros problemas es la incapacidad de reconocerlas y aceptarlas. Al igual que todos los seres humanos, tenemos un modo peculiar de andar, de sentir, de pensar y de ver las cosas. Por más que intentemos corregirlas, jamás lo conseguiremos. Y al contrario, si intentamos corregirlas a la fuerza, únicamente lograremos que se resientan otros aspectos.

Dilian agachó la cabeza y musitó algo entre dientes. Le pregunté qué pasaba, y recordó un punto de la ley de que aunque un mescalero se aferre al cambio, jamás cambiará. Sonreí, y Dilian señaló: "Tal vez somos incapaces de adaptarnos a nuestras deformaciones. Por lo tanto, posiblemente no podamos aceptar el dolor y el sufrimiento reales que provocan. Somos mescaleros para huir de todo ello, ¿no es así? Mientras seamos mescaleros, no haremos sufrir a los demás ni los demás nos harán sufrir a nosotros. Pues todos nosotros sabemos que "estamos deformados". Creo que eso es lo que nos distingue del mundo exterior, común, como me has dicho. En él mucha gente vive sin ser consciente de sus deformaciones, pero en nuestro mundo, la deformación es la premisa. La llevamos en nuestro cuerpo, al igual que los indios llevaban en la cabeza las plumas que indicaban la tribu a la que pertenecían. Vivimos en silencio para no herirnos los unos a los otros".

Solté una carcajada, no de burla, sino que me sorprendía bastante la manera en que Dilian se expresaba. Le dije que todo eso se resumía a una simple cláusula: Para un aprendiz no existe nada ofensivo en los actos y pensamientos de sus semejantes, siempre y cuando él actúe dentro del ánimo correcto. Le dije que una de las actividades que solía hacer un mescalero, era llevar un diario en el que anotara todo lo que creía fascinante. Dilian asintió y dijo que eso mismo hacía.

Miré el reloj del lugar y le dije a Dilian que era momento de partir, que nos volveríamos a encontrar en otra ocasión. Pagué la cuenta, y Dilian me dio un abrazo. "No sabes cuánto me ayuda comentarte todo esto. Gracias". Volví a sonreír, y le di unas palmaditas en la espalda.
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domingo, 13 de diciembre de 2009

Retraído

Ya estaba advertido. La soledad sería muy rígida en esta época. Me senté a ver caminar la gente aquel día, y recordé, con una imagen muy clara, las fotos más recientes que descubrí de ella. Fotos del mes de octubre. Y pensé, es curioso cómo puede existir un sentimiento tan semejante. Ver a una persona y sentir algo tan "delicioso", y que al mismo tiempo te "amargue". Sí, me refiero a esa sensación, o deseo de estar con esa persona, pero sabes que no puedes, porque...

Sentí que el hábito de escribir o describir las cosas se me escapaba, bueno, no es que sea hábil escribiendo, pero esas ganas de escribir algo, lo que sea... ya no se ostentaba en mi ser. Así que tuve que recurrir a mi fuente de inspiración: la música. Un sonido de guitarra, un tema de Maaya Sakamoto... "Kotomichi"... Kanjou ha dare ni osowaru demo naku (A nadie le enseñan sobre los sentimientos) Mochiawaseru mono na no ni jibun de sae (Incluso uno mismo nunca puede clasificar bien) itsumo umaku bunrui dekinai (los que lleva dentro) Odayaka de kowakute tsuyokute azayaka de (Tranquilamente, con miedo, con fuerza, radiantemente) sore o tada ukeireru dake (simplemente aceptamos eso)...

Pensarás qué significa todo eso... nada. Trato de definir las cosas, pero realmente no valen la pena, me siento como el mito de Sísifo... sí, la filosofía del absurdo. He prometido tantas veces intentar acercarme y decirte... pero desisto, y lo sabes, lo tienes muy en cuenta. Quizá estoy esperando una correspondencia tuya, pero igual que tú, sé que no pasará. Porque, o los dos somos tímidos, o sinceramente no nos necesitamos. ¿Para qué necesitarnos? Tú eres feliz tal como eres ahora, yo soy infeliz por buscarte, pero, ¿no es eso lo que me hace feliz? ¿lo que hace sentirme menos absurdo?

Me acomodo en esa banca, y disfruto de mi compañía, mientras veo el teatro de la vida, en el que todos se saben mudamente sus roles y sus movimientos. Uno esquiva a otra persona, otro desea ser rozado por otra persona. Uno mira, y la otra esquiva la mirada. Uno grita, otro se traga sus palabras, otro se le hace un nudo en la garganta, y otro no sabe expresar lo que está sintiendo. Sí, soy un retraído más. Disfruto de mi compañía con la soledad.

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lunes, 16 de noviembre de 2009

Un último pensamiento...

“pero yo sólo sentía una soledad profunda, indescriptible. Sin darme cuenta, el mundo que me rodeaba había perdido definitivamente sus colores. Desde aquella cima mísera de ruinas vacías de sentimientos pude vislumbrar mi propia vida extendiéndose hasta un futuro remoto. Se asemejaba a las desoladas escenas de planetas deshabitados que aparecían en las ilustraciones de las novelas de ciencia ficción que leía de pequeño. No había ninguna señal de vida. Los días eran todos terriblemente largos, la temperatura de la atmósfera era o tórrida o gélida. El vehículo que me había llevado hasta allí había desaparecido sin que yo me diera cuenta. No podía ir a ninguna otra parte. Lo único que podía hacer era ir sobreviviendo en aquel lugar valiéndome de mis propias fuerzas.”

Sputnik, mi amor. Haruki Murakami

De alguna u otra manera, me quedé sorprendido por la cantidad de tiempo disponible que me quedaba tras las horas de trabajo. Sorprendido, porque no requería comprimir el tiempo. Tras las horas de planeación y dar clases, me quedaban horas para leer. Salir con los amigos a escuchar sus agradables aventuras, tomando nota furtivamente para algún relato que quisiera imaginar. El resto del tiempo me la pasaba viendo alguna que otra película, o disfrutando de algún soundtrack... y ese era mi sorpresa, o quizá mi espanto, algo andaba mal. Pensé, si era aburrido... ahora lo soy más. Sin embargo, tras las cosas que en realidad disfrutaba, había olvidado algunas que eran frecuentes, no un hábito, pero sí una distracción, como escribir, por ejemplo. Pensaba que leyendo quizá podría adquirir una nueva destreza, como por ejemplo: no caer en los lugares comunes.

Me miré en el espejo y detecté algo diferente en mi faz. Cuando vi más allá de mis pupilas encontré gente con la que convivía día a día. En resumen, no me siento el mismo desde aquella vez en que todo se había cerrado. Ella me trata con deferencia, pero supongo que tal actitud es para marcar una línea en la que ni ella ni yo podemos atravesar. Decidí resignarme, qué más da, respeto sus decisiones. Un mescalero sabe que espera y sabe lo que espera. He tenido ciertos planes que me encantarían ponerlos en marcha. Y creo que ya es hora de comenzar con ellos, una nueva fase para un naualli... Cada día las palabras se me van de la mente y me he convertido en un ser sin ganas de conversar... de describir...

Fue lo último que pensé, cuando me vi frente a mi aprendiz. Entonces, le dije: "Para poder aceptar este cargo, he tenido que volver a sacrificar lo que tanto he deseado. No me mal interpretes, no te estoy reprochando nada, sino que te estoy demostrando, de acuerdo con todo lo que te he dicho acerca de este sendero, lo que un mescalero está dispuesto a hacer: vivir en la soledad. El infinito te ha puesto ante mí, y los demás están de acuerdo en que yo te enseñe en este mundo lo que te hará sobrevivir. Has muerto, y lo sabes; entre todos los mescaleros te hemos revivido. Tú eres mi primera piedra angular para reestablecer el linaje de los nauallis: mis maestros.

"Sí, tengo un trabajo; una vida a la que podríamos decir que me ata a lo mundano, sin embargo, es todo lo contrario: es la manera de sobrevivir. Ahora he cancelado mis amistades, más no mis hábitos de interacción, y esto es sólo para poder enseñarte. Lo mismo tendrás que hacer, para que aprendas todo lo referente a nuestro mundo... ¿estás dispuesta?"

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lunes, 2 de noviembre de 2009

La Regla del Naualli: la partida del Naualli

En gran medida, los mescaleros son el resultado de la manipulación implacable del naualli. Puedes comprender que, después de algunos años de esa constante presión, la forma de un grupo, e incluso el matiz luminoso que va tomando la energía de cada uno de sus componentes, se hacen muy específicos. Es por eso que existen tantos linajes de nauallis. Pero todos tienen, básicamente, el tipo de Partidas piramidales que te he descrito, ya que la experiencia ha demostrado que ésta es la fórmula más estable.

¿Cuál es la finalidad de una Partida? Desde el punto de vista del Infinito: explorar, verificar y acrecentar la Regla. Cada generación de mescaleros debe dejar su huella, porque la Regla es acumulativa. Es normal que los linajes lleven un
diario de incidentes donde los nauallis apuntan sus descubrimientos.

El interés básico de todo organismo es reproducirse. Por lo tanto, una forma de definirlo, sería decir que la Regla es el esquema de un proceso reproductivo. Lo que busca es la perpetuación de la conciencia, algo que, a partir de cierto punto, no puede hacerse por cauces individuales. Los recursos que personalmente adquiere cada mescalero durante su entrenamiento, son logros secundarios.

Desde el punto de vista de los nauallis, el objeto de agruparse es forzar el paso a otro nivel de atención, ya que sin masa energética no hay vuelo.

¿Me preguntas si los mescaleros solitarios no tienen posibilidades? No. Lo que quiero decir es que una Partida puede llegar más lejos. El objetivo ulterior de los mescaleros es el salto definitivo al Infinito, la liberación de toda forma de interpretación. La cantidad de energía que hace falta para esto sólo se puede lograr mediante un consenso especial de masa crítica, a fin de generar los acuerdos necesarios para compactar la energía.

Sin embargo, como muchas Partidas no consiguen llegar a su plenitud energética, los nauallis han construido un oasis habitable dentro del sueño suspendido, un enorme edificio de intento en algún punto alejado del ensueño, adonde van los nauallis en solitario o en pequeños grupos. Yo le llamo
la Bóveda solar, porque tiene esa forma a la vista, pero don Gaspar prefería llamarle el Cementerio de los Nauallis.

¿Por qué le llamaba así? Porque quedarse a vivir en ese espacio implica la muerte literal del naualli. En un sentido nada alegórico, se trata de un cementerio. Aunque quienes eligen ese destino hayan logrado la expansión de la conciencia por un enorme periodo de tiempo, tendrán que prescindir de ella cuando llegue el momento.

Así que, para muchos nauallis, el objetivo inmediato de la Partida suele ser la Bóveda solar, con la esperanza de poder usarla como un puerto de paso donde se acumulan provisiones para una gran expedición. Para llegar hasta allí no es necesario que todo el grupo parta de una vez. En ocasiones los mescaleros eligen marchar de uno en uno. En ese caso, pueden retornar parcialmente, en tanto no se complete la totalidad de la estructura energética del grupo.

Como comprenderás, los desafíos en que los mescaleros se involucran durante su existencia humana son apenas el preludio; lo tremendo viene después. No me preguntes a qué se dedican mientras permanecen en aquel mundo, a ti te sonaría como un cuento de hadas. Lo importante es que todas sus actividades están regidas por la Regla.

El mecanismo de la Regla es impersonal, carece de bondad o compasión. No tiene más objetivo que su propia continuidad. Dejándose seducir por las analogías, los antiguos nauallis cometieron el error de identificar a la Regla con sus interpretaciones particulares, y terminaron adorándola y erigiendo templos en su honor. Los nuevos repudiaron todo eso. Al explorar la Contemplación, desempolvaron la esencia de ser Naualli y redescubrieron la meta de la libertad total, que no se parece en nada a las metas religiosas. Eso borró en ellos la fascinación por la forma humana, pero tuvo un efecto secundario que ya te he explicado: el desenfrenado entusiasmo de los antiguos fue sustituido por actitudes furtivas y de desconfianza.

El efecto de la Contemplación sobre las Partidas terminó traicionando los móviles iniciales. Con el tiempo, el objetivo de la libertad total llegó a plantearse sólo en forma retórica. Casi todos los nauallis del linaje de don Gaspar prefirieron el vuelo al sueño suspendido. Ninguno de ellos quiso privarse de la aventura y el éxtasis de visitar la Bóveda solar, construida de intento allá, en una de las estrellas de la constelación de Orión.

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jueves, 29 de octubre de 2009

La Regla del Naualli: un grupo de Mescaleros

Cuando el increíble logro de darse cuenta del propósito global llega a sernos patente, entonces atisbamos una línea evolutiva superior. Percibimos la posibilidad de integrarnos con nuestros recíprocos energéticos en una forma de vida cuyos propósitos distan tanto de las preocupaciones del mundo cotidiano, como la conciencia que tiene una célula de nuestra totalidad. Los nuevos nauallis llaman a esa formación: la Partida del Naualli.

¿Qué son los recíprocos energéticos? Son seres humanos que poseen características luminosas que se complementan. La energía es recurrente, genera patrones que todos compartimos. En términos generales, puede decirse que hay 4 matrices luminosas básicas con 12 variantes, sintetizadas por el hombre Naualli y la mujer Huizache. En la medida que una esencia se acerca al ideal luminoso de su clase, manifiesta un grado de conciencia superior.

Cuando los modelos ideales se encuentran, tienden a combinarse. Los sentimientos de atracción entre los seres humanos pueden explicarse como resultado de la fusión de sus moldes energéticos. Lo normal es que tal fusión sea parcial, pero a veces ocurre una repentina e inexplicable oleada de simpatía; un naualli diría que ha tenido lugar un acto de reciprocidad energética.

Los mescaleros de una Partida se combinan de modo tal, que su relación produce óptimos resultados en el sentido de ganar y acumular poder. Es difícil dar con cuerpos luminosos característicos que estén disponibles para la tarea del naualli; lo ordinario es encontrar esencias deformadas por la vida mundana. Pero, cuando un naualli consigue integrar a su Partida, la energía de sus mescaleros se fusiona. Ellos sacrifican su individualidad por una meta superior, y el retornar a su anterior aislamiento ya no es posible, sólo les produciría la muerte. Puede decirse que una partida no está formada por individualidades, sino que es un solo organismo vivo, de alcances que ya no son humanos.

¿Cuántos mescaleros integran un grupo? El orden normal de una partida es cuatripartita, ya que la Regla tiene forma de pirámide. La formación y el crecimiento se realizan de acuerdo con esa estructura básica. Como en las pirámides, la arquitectura del grupo se compone de una base con cuatro puntas, integradas cada una de ellas por 3 mescaleros: una ensoñadora, una contempladora y un ayudante masculino. Las puntas se conectan entre sí a través de mensajeros y por encima de todos está la pareja de nauallis.

La Regla se manifiesta a un hombre o una mujer doble mediante una visión y ellos tienen que aceptarla para ser considerados nauallis. A partir de esa aceptación, los nauallis van juntando poco a poco a sus mescaleros, siguiendo siempre las señales del espíritu. Su capacidad de conducir es natural e indisputable, porque ellos, al ser dobles, reflejan a cada uno de los tipos de su Partida.

Se puede definir a los nauallis como un hombre y una mujer de extraordinaria energía involucrados en un acto de fecundación de un alcance infinitamente más elevado que todo cuanto conoce el ser humano. Mientras permanecen juntos, ellos suelen presentarse frente a la sociedad como marido y mujer.

La facultad del hombre naualli es usar las palabras más adecuadas para decir las cosas con precisión, claridad intelectual, fluidez y belleza. Entre los nauallis del linaje al que pertenecía don Gaspar, el augurio para ocupar este puesto era estar muriendo. Todos sus líderes fueron encontrados en tales condiciones.

¿Y cuál es la Regla para la mujer Huizache? La Huizache es la luz que orienta todo el esfuerzo, la verdadera madre. Lo normal es que ella parta antes que el grupo y se mantenga fluctuando entre el sueño suspendido, visitando a los aprendices en el ensueño. Funciona como un faro y, en caso de necesidad, puede retornar del sueño suspendido para sembrar una nueva generación de nauallis.

Por su parte, las mescaleras son de dos bandos: contempladoras y ensoñadoras. Tienen dos tipos de funciones: servir como portales y como guardianes. Los portales pertenecen al rumbo del Sur, son el colador o filtro por donde pasan los aprendices. Determinan si un mescalero se queda o se va y tienen la mayor ingerencia en la forma de disponer a los miembros del equipo. Además, ellas son las convocadoras en las reuniones de poder.

Los guardianes son una especie de versión externa de los portales; hay uno blanco y uno negro. Se les ha encargado vigilar por el buen funcionamiento del grupo, lo cual significa que están alertas ante posibles ataques desde el exterior y también están prestos a resolver los problemas internos. Entre los nuevos nauallis, todas estas funciones están a cargo de las mujeres.

¿Por qué es así? Porque las mujeres tienen mayor movilidad y más energía que los hombres. Casi todo el universo es de naturaleza femenina, y los equipos de mescaleras viajan por allí como si estuviesen en su propia casa. Esa capacidad de circular sin interferencias por la energía oscura las convierte en la batería del grupo. En cambio, nosotros los hombres somos detectados enseguida, porque nuestra energía es clara y se delata. Además, como no fuimos hechos para parir, no tenemos un órgano especializado para el ensueño. Exceptuando al naualli, los elementos masculinos no tienen mucho brillo dentro de una Partida.

Aun así, la Regla establece que haya 4 mescaleros dedicados a organizar, explorar y comprender, para lo cual ellos fijan sus esencias en sitios muy específicos de la energía. Su presencia sirve para estabilizar al grupo, neutralizando las frecuentes explosiones de poder que protagonizan las mescaleras. Si no fuera por ellos, la estructura se volatilizaría en cuanto las mujeres lograsen cierto grado de eficiencia. Así que los hombres funcionan como anclas; fijan al grupo hasta que se consigue un máximo de poder.

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viernes, 23 de octubre de 2009

La Regla del Naualli

¿Sabes qué cosa es la Regla? Ese es el nombre que dan los mescaleros a la guía de una Partida de Nauallis, una especie de carta de navegación o muestrario de los deberes del mescalero dentro de su grupo de prácticas.

Después de comprobar exhaustivamente su presencia, los nauallis llegaron a la conclusión de que, así como todos los seres vivos poseemos un patrón biológico definido que nos permite reproducirnos y evolucionar, también tenemos un patrón energético responsable de nuestro desarrollo como seres luminosos.

La Regla es la matriz de la cual extraen su energía los moldes de las especies. Puedes entenderla como el plan evolutivo de cada ser viviente, no sólo de la tierra, sino de cualquier rincón del universo donde haya conciencia. Nadie puede desligarse de ella. Lo más que podemos es ignorar que existe, en cuyo caso no pasaremos de ser lo que somos: masa viva al servicio de un propósito que no comprendemos.

Dicho en términos de nauallis, la Regla es el esquema de los comandos del Infinito, una ecuación que correlaciona la efectividad de las acciones con el ahorro de la energía. En el ámbito de lo práctico, tal combinación no puede producir otra cosa más que un
Mescalero.

La Regla es completa en sí misma y cubre todas las facetas del Camino del mescalero. Describe cómo se crea y se nutre una Partida de Nauallis, de qué manera se conectan las generaciones para conformar un linaje y les orienta hacia la libertad. Pero, a fin de usarla como llave al poder, uno tiene que verificarla por sí mismo.

¿Cómo se puede verificar? La regla es auto-evidente para el naualli que
ve. Para un principiante como tú, el mejor modo de atestiguar su funcionamiento consiste en detectar su intrusión en el transcurso de tu vida.

La regla es el origen del orden universal. Su funcionamiento y finalidad son desconocidos, no porque no se sepan, sino porque no se comprenden. Centenares de generaciones de nauallis dieron sus vidas en el empeño por dilucidarla y por desarrollar propuestas prácticas para cada una de sus unidades conceptuales.

Al principio, ningún hombre se propuso tener un vislumbre de esa estructura, porque nadie sabía que estaba ahí. A medida que los nauallis trabaron contacto con otras entidades conscientes de esta tierra, mucho más viejas y experimentadas que ellos, fueron adquiriendo porciones de la Regla. Un día vieron que todas esas porciones encajaban entre sí como un rompecabezas. Ese día descubrieron lo que llaman
el mapa y comenzó el linaje de los antiguos nauallis.

A través de su ver, ellos verificaron cada porción relativa a los ensoñadores. Probaron todas las combinaciones, determinando sus efectos sobre la conciencia. Organizaron los ejercicios del ensueño en 7 niveles de profundidad y penetraron hasta los vericuetos más íntimos del universo. Poco a poco, desarrollaron el diseño de la partida, una estructura en forma de pirámide extremadamente estable y capaz de expresar con transparencia los designios del poder.

Pero hubo algo que los antiguos no verificaron: la Regla para los Contempladores. Conocieron la Contemplación como una posibilidad latente que en la práctica no valía la pena explorar.

¿Por qué? Porque, en una época en que ser naualli era estar en la cúspide de la escala social, la Contemplación como arte no tenía objeto. Hubiera sido una mala inversión. Pero, cuando cambió la modalidad de la época, ese razonamiento llevó a los antiguos casi al borde de la extinción.

Sólo sobrevivieron los linajes que fueron capaces de aplicarla; el resto se disolvió, se perdió en el torbellino que significó la caída del régimen de los antiguos nauallis. La incorporación de la Contemplación determinó el nacimiento de los nuevos nauallis. Con ellos, la Regla del Naualli quedó completamente dilucidada.

¿Cuándo ocurrió eso? El período de los nuevos nauallis comenzó hace unos cinco mil años. A través de la Contemplación, el aporte fundamental de aquellos mescaleros fue la noción de la
Impecabilidad.

El objetivo de la Regla del Naualli es generar Partidas, es decir, organismos auto-conscientes capaces de volar por esa inmensidad de ahí afuera. Tales organismos se componen por la suma de un grupo de mescaleros que han armonizado sus intentos individuales. La finalidad de ese diseño es perpetuar una dimensión no humana de la conciencia. Una dimensión en la que la personalidad ya no es la meta.

Los seres humanos somos incapaces de entrar y permanecer largo tiempo dentro de la conciencia cósmica. O salimos de allí y olvidamos, o nos quedamos y nos fundimos con ese insondable mar. Pero el poder que nos rige ha encontrado el modo de soslayar tal limitación, creando organismos en los cuales las entidades individuales funcionamos al modo de miembros.

En el seno de esos organismos se genera un tipo radicalmente nuevo de atención, un intento orientado a explorar lo desconocido y a investigar en equipo lo que no se puede conocer. Los sentimientos de individualidad ya no son el centro de su darse cuenta, pues quedan sustituidos por algo mucho más intenso: la vivencia dentro del todo, un estado energético que ningún hombre común puede siquiera concebir. Ahí no hay rutinas, no hay ego, no hay ignorancia, no hay interpretación. Ese tipo de organismo es sólo una etapa en el camino infinito de la conciencia, pero, para nosotros como seres humanos, esa etapa es final.

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domingo, 18 de octubre de 2009

"Amigo..." (para confidencias y traiciones)

“Para eso de la palabra AMIGO, primo, cada quién le da su significado; aunque el amigo es aquel que NO puedes amar de la misma manera que amas a tu PAREJA, simplemente lo quieres. Hay diferencia entre amar y apreciar o querer”.

Me dijo mi prima al leer el texto acerca de la palabra AMIGO. Le respondí que estaba en lo correcto acerca del significado que le damos, no obstante, pregunté por qué no amar al amigo o a la amiga, si te pide una oportunidad de ser algo más...

“Porque conoces sus mañas, eres más comunicativo con el amigo, por eso es tu amigo. Charlas con él sin esperar un pleito, y si se acerca alguna confrontación le dices que ya basta o cambias la conversación, y vuelven hacer mejores amigos. Sabes que te escucha sin afectar”.

Volví a asentir.

“Me paso algo asi con mi mejor amigo. Y prefiero tenerlo mejor como amigo que como pareja, pues así no tendría tanta incertidumbre, al seguir actuando de esa manera”.

Le dije que entonces queremos a una pareja sin conocer sus mañas, y si te peleas con tu pareja, no hay oportunidad de volverse otra vez novio. La pareja te escucha y te afecta. ¿No parece muy peligroso?

“Es decir, los amigos te dicen hasta los pensamientos malos. Con una pareja no podrás hacer eso, aún sea relajo, por más confianza le tengas”.

Sí. Entonces, ¿qué nos motiva a tener confianza en un amigo, y en una pareja no?

“Sí hay confianza… Por ejemplo, cuando sales con un amigo de relajo, en relajo, puedes decir: ‘mira ese chavo, está guapo, me gusta o cosas asi....’ Jamás podrás decirle a tu pareja semejantes comentarios. A mí, si me lo llegaran a decir, me pondría celosa, y si yo se lo digo a mi pareja, me imagino que igual. Por eso me refería con los malos pensamientos…”

Difícil. Sin embargo, me perece demasiado interesante, como que es otra cara del significado. Al AMIGO confianza y a la PAREJA desconfianza, un buen tema para analizar.

“A ambas les das confianza”.

Cuando estás en el proceso de "enamoramiento" de "conocerse mutuamente", si el chavo te gusta... quiere decir que te gustaron sus mañas...

“Amigo Vs. Pareja. Es la realidad con una persona que estás enamorando, nunca muestras las fechorías que haces; en cambio, un amigo te cuenta todas las fechorías que hace y hasta te cuenta sus Malos Pensamientos”.

Entonces somos unos mentirosos con tal de mantener a alguien a nuestro lado.

“Algunos, pienso que sí; como te digo, en mi caso, mi amigo me decía que le gustaba y que fuesemos Novios; yo dije que NO, porque sé que tenía novia, la conozco, y sé que la ha engañado miles de veces; y ¿cómo lo sé? Porque es mi AMIGO, y me lo ha contado. Además entra en juego el SENTIMIENTO, el GUSTO (físico, sentimental, Etc.) para poder dar luz verde a la Relación”.

Ahí cambian las cosas, y de plano el chavo no tiene mañas, simplemente es un CABRÓN.

“Sí, yo sé que es Cabrón, porque es mi amigo. Cosa que su Novia no sabe, o si lo sabe, ¿se hace la Tonta?”

Ya voy entendiendo.

“AMIGO es AMIGO, y no pasará a más con los sentimientos de amor. Y aquí tu amiga es una "tonta" porque sabe cómo es el tipo y aún así dice "me está rompiendo la madre". O igual le está dando un mal significado a esa persona: Amigo o más bien, Enamorado”.

No. Es que es su amigo, pero el tipo a pesar de tener una chava y una hija, quiere ser su novio.

“Pero más allá de lo que conozcas como "AMIGO", entra en juego los sentimientos: late o no late, quiero o no quiero, me gusta o no me gusta: Para Besarlo, Abrazarlo, Darle Cariñitos. Atenderlo como Novio. En fin, el significado de amigo, muchos no sabemos diferenciarlo, entre Conocido, Enamorado, no sé. Yo sólo sé que tengo un novio maravilloso y no lo cambiaría por algún amigo… lo amo...”

Pero tu novio puede ser tu amigo, ¿no? Tu amigo, tu novio, tu esposo y tu amante... como la canción.

“Pero el título ya no es de "AMIGO" es de: mi novio, mi marido”.

Novio, via.
(Del lat. *novĭus, de novus, nuevo).

1. m. y f. Persona que acaba de casarse.
2. m. y f. Persona que mantiene relaciones amorosas con fines matrimoniales.
3. m. y f. Persona que mantiene una relación amorosa con otra sin intención de casarse y sin convivir con ella.
4. m. y f. Persona que aspira a poseer o conseguir algo. Ese puesto tiene muchos novios.

“Por ejemplo, cuando te presentan a alguien, si es una persona casada, te presenta a su ESPOSO, y no dice: es mi amigo".

Sí, claro.

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viernes, 2 de octubre de 2009

"Amigo..." (sin llegar a nada)

Hay cosas que no entiendo. Sí, lo admito, tengo un terrible defecto: analizo todo, y cuando no doy con una respuesta concreta, tiendo a desesperarme, e interpreto las cosas a mi manera. Soy de los que piensan que la vida está regida por leyes naturales, y lo digo, porque me he topado con ciertos pseudo-filósofos que me preguntan: ¿pero cuáles leyes naturales? Todo lo que analizo, tiene que ver con mi ambiente, con la gente con la cual me relaciono. Una de las tantas preguntas que me han rondado y que he logrado identificar en las muchachas que me rodean es: ¿por qué la mujer finge estar muy ocupada? No entraré en detalles de cómo me di cuenta de esto, porque la pregunta principal, lo que me intriga más es la palabra AMIGO.

Me refiero al uso o el valor que le damos a esta palabra, los que estamos bajo el hechizo del amor. Claro, esta palabra siempre tiene relación con el empleo de cada cultura. Nuestra cultura: la mexicana, tendemos a crearle varios significados a una cosa. Creamos juegos de palabras, se prestan para las malas interpretaciones o para el albur. Y sobre todo, ante la palabra amigo, tenemos otras como CUATE, CARNAL, MANO, y otras que la imaginación nos ofrece… pero en el caso de AMIGO…

Todo este proceso analítico surgió, tanto por experiencias mías como por experiencias ajenas. Platicaba con una amiga, quien, no me pedía consejo, sólo quería externar su congoja. Me habló de un nuevo dolor de cabeza que le traía el romance. Me dijo con desesperación: "Ash, Fabián, ¡un güey me está dando en la madre!" Le pedí que me especificara, y reparó que era una historia larga, sólo me dio detalles de aquel fulano: Tiene una mujer y una hija que mantener, es muy su amigo, pero… el tipo quiere ser su novio. Yo pensé: está bien, no hay problema. Me dijo que la edad del sujeto era de 25 ó 26 años. No, no estaba casado, sólo había cometido su gracia: embarazar a una chica. Creo que son las historias comunes de toda la juventud. Pero ante todo eso, ella afirmaba que era un gran amigo. Le dije: "pues tú sabes... si te gustan esas aventuras, aviéntate, siempre y cuando estés consciente de lo que haces… Luego no te estés quejando…"

"¡¡NO MAMES, ES MI AMIGOOOO!!"

Ya estaba hastiado de saber sobre relaciones amorosas, pues las mías eran infructuosas. Los libros recientes que había leído eran de autoras que describían a mujeres con cierta fuerza de vivir una aventura amorosa, ya sea con hombres jóvenes, con hombres maduros o con hombres casados. Por eso me atreví a decirle eso a mi amiga. No obstante, al escuchar su indignación, porque tal relación no podía ser posible pues se trataba del GRAN AMIGO, como si se tratase de una película que se está rebobinando y ver mis patéticas escenas como una vorágine, pensé y le dije en voz alta: “¡Entonces no entiendo! Eso es lo que me enfurece, que me digan: "No seas precipitado, primero debes tratar a las personas. Primero deben ser amigos, conocerse". Y luego que lo logras, que eres su amigo, te salen con la tontería de: ES QUE TE QUIERO COMO AMIGO.

"PERO NO, ES MI AMIGO DE HOLA" –aclaro: Recurro a las mayúsculas, pues la voz de esta amiga, no era una voz amigable, es decir, estaba enfurecida por lo que le ocurría, y tras lo que yo comentaba, se ponía a la defensiva.

Entonces fue ahí cuando pregunté y reflexioné: ¿QUÉ CARAJOS SIGNIFICA SER AMIGO?

De acuerdo con la RAE:

1. adj. Que tiene amistad. U. t. c. s. U. como tratamiento afectuoso, aunque no haya verdadera amistad.
2. adj. amistoso (‖ perteneciente a la amistad).
3. adj. Que gusta mucho de algo.
4. adj. poét. Dicho de un objeto material: Benéfico, benigno, grato.
¶ MORF. sup. irreg. amicísimo.
5. m. y f. Persona amancebada.

Pero si nos remitimos al origen de la palabra, en este caso al latín: La palabra "amigo" viene del latín amicus. Es muy probable que derive del verbo amare (amar). Otros dicen que viene de animi (alma) y custos (custodia), o sea el "guarda-alma". Una anécdota graciosa dice que la palabra "amigo" proviene del griego "a" = sin (mi) y "ego" = yo. Entonces quiere decir "sin mi yo". Eso se debe a que un amigo es alguien con quien te identificas. Hasta puede decirse que un amigo es el otro yo, pero "sin mi yo".

Entonces debe existir un adjetivo, un modificador para especificar la palabra ¿AMIGO? Es decir: AMIGO de CHARLA; AMIGO de AUXILIO; AMIGO de FORNICAR; AMIGO de PASAR EL RATO… Y ella me contestó: "Eh, algo similar…" Entonces, la verdad que no entiendo. No entiendo ni jota. ¿Qué clase de amigo es lo que pide una chica cuando te dice: seamos primero amigos? El temor de enamorarse de un amigo o amiga, es porque les parece ¡INCESTUOSO!

Cuando un hombre dice: ES UNA AMIGA, sólo significan dos cosas. 1) Porque no quiere nada con ella, y le sirve de compañía… (Posiblemente la está conociendo para comenzar una relación), y 2) Para mentir que no hay nada de nada, que no se la está tirando, y así su novia no sospeche cuando la vea con ella. Soltó una carcajada. Le dije que lo piense. Yo igual me quedé pensando, y aún no logro sacar conclusiones. Pero, ¿vale la pena llegar a una conclusión? El ruido del teléfono celular evitó que mi amiga continuara la conversación. Tomó la llamada y se despidió de mí. Me quedé pensando; luego tomé mi libro de Ibargüengoitia y me puse a leer…

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martes, 29 de septiembre de 2009

Citas, diálogos y comentarios

“Cuando duermes al lado de una persona tan cansada, empiezas a acompasar tu respiración a la suya, y es una respiración tan profunda que, en fin…, es posible que acabes inhalando toda la negrura que hay en su corazón”.
Sueño profundo. Banana Yoshimoto


Siempre había soñado contigo. Soñaba que algún día caminaríamos juntos aquel largo sendero adoquinado. Pero era sólo un sueño, una ilusión perfecta en la que podía refugiarme para sentirme bien. Una escena que me inspiraba la misma música, y que podía repetir constantemente, para poder vislumbrar los detalles.

Tal era mi mundo contigo. Nunca te llegaré a tener, pese a todos mis esfuerzos, pues como dicen: “hay cosas que aunque uno las quiera, uno sabe que no las ha de alcanzar”. Y la verdad hay tantos factores que influyen en tus decisiones, donde para mí, ni siquiera figura un chispa de esperanza. Simplemente no te interesa. Me atas las manos y bloqueas mi raciocinio. Advierto: no me haces perder la cabeza, pero tampoco significa que no busque la manera de acercarme a tus rutinas. Tú misma me has puesto a analizar el lugar en el que ahora estoy de pie, contemplando el vasto horizonte, lleno de gente mirando en la misma dirección, anhelando el futuro y esperando, pacientemente, cosechar a la hora en que despunta el alba.

Despierto, y me doy cuenta de que en el mundo, esa luz misteriosa que veía en las cosas, se va a apagando. Las cosas son cubiertas por la mortaja de la penumbra. Nadie más puede encender esa luz más que yo. Afortunadamente me queda gente que me aconseje, que me dé aliento, que me dé unas palmaditas en la espalda. Únicamente me falta ese elemento que cubra mi vaciedad: tú.


Dejé de escribir. ¡Caramba! Nunca había estado menos inspirado. Me levanté a tomar un vaso de agua helada. Recordé que tenía que hacer los exámenes. Realizar las correcciones de la redacción de mis alumnos. Lo más curioso es que me vino a la mente el comentario de mis amistades: "Me molesta que combines tu realidad con la fantasía"; "Tus diálogos son ajenos a la realidad literaria"; "No es verosímil". ¿Cuándo mi realidad se había fusionado con la fantasía? ¿Querrán acaso conocer aquella frontera? Yo escribo lo que me da la gana, siempre y cuando les guste a ellos. Dejé prendida la computadora; me pregunté qué había de bueno en la televisión (quizá esperando una señal). Tomé el control y puse un canal cualquiera, para mi sorpresa, transmitían El Gallo de Oro. Una de mis películas favoritas. Siempre me ha encantado la actuación de Ignacio López Tarso; lo comparo con Toshiro Mifune, no sé, quizá hago mal, pero los dos siempre me han parecido geniales.

No obstante, la película estaba en las últimas escenas. Era la pelea final del Gallo de oro, y la escena donde Dionisio Pinzón con el féretro de su madre, se aleja de la feria, y se escucha pregonar: "Uno llamado Dionisio Pinzón salió con su Gallo de oro, a buscar las ilusiones del mundo. ¡Ay, Dionisio Pinzón, sólo fuiste a buscar lo que nunca habías perdido! Que el que nace pa’maceta, no sale del corredor". Apagué el televisor, mientras no dejaba de reírme. De repente, en el reflejo de la pantalla, vi de pie un jaguar de fuego.

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sábado, 26 de septiembre de 2009

K’áak’ báalam

Sentí su lengua viperina unirse con la mía en un beso prolongado con sabor a veneno de alacrán que entumía mis sentidos; como veneno de nauyaca que intoxica la sangre y me gangrena la vida; como sabor a narcótico, a peyote amargo, ácido, caliente que adolece a mi cerebro y revela el verdadero rostro de mi desconocida amante: la muerte. Caigo en un terrible soponcio, y me descubro de pie en lontananza de una sombra femenina que recorta el paisaje tétrico de mi sueño.

Sí, sabía, estaba consciente de que me encontraba en un sueño. Un rugido me indicó que descifrara las señales. Cuando un rayo de sol surgió de la nada e iluminó a la sombra femenina, logré descubrir el rostro de aquella mujer: no tenía ojos, dos orificios oscuros contenían un extraño espacio nebuloso; carecía de boca también. Aquella señal me indicaba el Desinterés. ¿Era eso quizá lo que esperaba ver? El rugido me volvió a indicar que matara mis sentimientos, que me deshiciera de la forma humana. Surgió un torbellino de señales, todas me manifestaban las acciones que tenía que realizar ahora en mi nueva misión.

La oscuridad cayó en la atmósfera, y al sentir un gélido viento correr a través de mi corazón, me di cuenta que estaba de pie en el centro de la Bóveda solar. Una burbuja flotaba a doscientos metros de distancia. Parpadeé y vi un cuerpo que yacía inerte, en una extraña posición boca abajo. Al acercarme, vi la cara sudada de la mescalera. Su cabello húmedo tenía pasto o quizá vegetación marina. Abrió los ojos y me miró de soslayo: "pierde la forma humana". Y al decir esto, la mescalera se convirtió en una hermosa serpiente de agua.

Despierta naualli, despierta y enciende mi fuego.

Despierta de las profundas selvas de la inmortalidad.

Despierta naualli, dame mi nueva forma.

Despierta cazador solitario y oportunista, grande y poderoso.


Cayeron dos relámpagos al lado de mí. Y en la lejanía estaba ella de nuevo. Un pequeño río brotó a mis pies. La corriente llevaba a la serpiente de agua. Tomé con mis manos de aquel límpido líquido que al beberlo, me supo a miel. Tuve un mareo, y de repente comencé a sentir calor en mis orejas; en mi cabeza, y, posteriormente, en mi vientre. Algo se encendía en mi interior. Corrí en el espacio perpetuo mientras mi piel se iba descascarando y caía al suelo convertida en astillas metálicas. Sentí un fuego interno consumir mi pensamiento y en mi corazón no sentía más que furia al acelerar mi carrera. Pronto sentí que ya no corría como hombre, corría en cuatro patas impulsadas por un incentivo abstracto al que le otorgaba el atributo señalado por el Infinito.

Mi rugido emergió de la oscuridad. Era yo quién me ordenaba a mí mismo a no detenerme, a correr con prisa, a despertar en el ancho espacio de la Bóveda solar. Era yo de fuego. Era yo quien ardía y servía de tea. Era un jaguar de fuego concedido por el naualli. En aquella distancia eterna, atisbé entonces aquella silueta. Llegué al frente de ella, y cuando la franqueé, intentó acariciarme. Me quedé quieto, respirando lenta y profundamente, a la expectativa de sus movimientos. Mientras aferraba mis garras ígneas en la superficie fría, la silueta estuvo a punto de realizar un movimiento, mi rugido emergió como señal de ataque, a punto de abalanzarme, caí en mi cuerpo de naualli y desperté de mi sueño.

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domingo, 20 de septiembre de 2009

Breve plática sobre el Blog

"Recientemente me di cuenta de que tienes un blog. Me dieron ganas de leer todo lo que habías escrito, y me di cuenta de que aparecía yo. Y todo el aprendizaje acerca de los mescaleros hasta la última fase… Bueno, no exactamente todo. Has omitido las mejores partes de nuestra formación. Pero no estoy contenta por esto. Hay algo en el fondo que me molesta. ¿Cómo puedes hablar de nosotros? No me refiero a las enseñanzas, sino a nuestros encuentros. Pensé que eran íntimos. Me haces sentir accesible, y en especial tú. ¿No acaso te dijeron que borraras tu historia personal? Parece que dejas migajas en el camino… ¿para qué? No tengo la menor idea".

Me dijo la mescalera, y puso sus manos tapándose los ojos, dándome a entender su síntoma de fastidio. Y cierto, parece contradictorio, pues una conversación (como la de ahora) está siendo plasmada en este mismo blog. Respiré profundo y le expliqué a la mescalera, pacientemente, que así como lo decía, esas "migajas" eran para los otros mescaleros y nauallis en el universo. Para compartir nuestras mismas experiencias. No soy el único con un blog hablando acerca de las enseñanzas. Sin embargo, ha ocurrido que la gente que me conoce lea y vea mis ejercicios como algo literario. Incluso Gilberto me ha dicho que mis conversaciones con la mescalera le han parecido inverosímiles, pues no forman parte de una "realidad literaria".

La mescalera resopló. Me parecía que estaba apunto de asestarme una bofetada, un golpe definitivo y marcharse. Pero no lo hizo, me dijo que lo más triste que había leído, eran los textos más descriptivos acerca de mi "dolor" por conquistar a Hilda.

Le daba la impresión de que en vez de actuar como un naualli, actuaba como un hombre idiota, un ser ordinario que vuela al ras del suelo.

"No puedo frenar tu voluntad, es parte de tu formación, así respondes como mescalero. No puedo hacer otra cosa; sé que seguirás escribiendo sobre nosotros… de mí. Lo bueno de todo es que no toda la gente lee lo que escribes, más, por los millares de blogs que existen. Leerán lo que publiques, pero hasta eso, quizá sean selectos a la hora de leerte… Mira, nagualito, ya ni sé qué decir…"

Le dije que si no hallaba qué decir, es que en realidad no tenía nada qué decir. Nos quedamos callados por unos instantes, mientras el ruido de los camiones musicalizaba el fondo de nuestra escena. El cielo, lleno de nubes de lluvia, comenzaba a difuminarse entre distintos azules y un fondo plomizo. La mescalera me miró una vez más y me preguntó si escribiría sobre esta conversación. Le respondí que en efecto. Me miró con desdén, y dijo:

"Eres un imbécil…"

Se levantó y se fue.

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sábado, 19 de septiembre de 2009

Carta de resignación (sin destinatario)

Hay temas que me gustaría platicar contigo en algún lugar tranquilo.

Sé que eres una chica consciente de tus objetivos, y que eso mismo no te permite darte un respiro para este tipo de conversaciones.

Será por lo mismo que me dan ganas de conocerte. Eres una chica interesante, con ciertas habilidades que me llaman la atención, y sobre todo por tu dedicación; de acuerdo con lo que percibo: eres responsable y minuciosa.

Y creo que apenas estoy entendiendo tu discurso. No es que sea de lento entendimiento, pero creí que algún día podría platicar contigo. Sé que puede suceder, sin embargo, lo admito, he sido muy precipitado, y ese factor no ha ayudado en lo absoluto.

Quizá le deje al tiempo que nos convierta en amigos.

Sinceramente, no sé cómo tratar a las personas, aunque lo intente. Soy formal cuando no debo serlo, posiblemente, y eso mismo, asusta.

Me han sugerido ser informal de vez en cuando, aunque la verdad no sé si funcione. No importa, divago hasta en la forma escrita.

El asunto es, que me he dado ciertas licencias sin tu consentimiento, como mandarte mensajes o llamarte. No sé si te molesten tales acciones; si fuese así, te solicito me disculpes. Sólo intentaba abrir ese “canal” de confianza.

Quizá no funcione, pero: Tal vez sea yo la única persona sobre la faz de la tierra que sabe que tú eres la mujer más extraordinaria del mundo. Quizá sea yo el único que aprecie lo increíble que eres en cada cosa que haces y en cada pensamiento que tienes. La mayoría de la gente no ve eso de ti. Pienso en cómo te pueden ver, sin percatarse que conocieron a la mejor mujer que existe. El hecho de que yo lo vea me hace sentir bien acerca de mí. ¿Eso es algo que te puede resultar perjudicial?

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sábado, 5 de septiembre de 2009

Las 4 disposiciones

El aire movía el cabello corto de la mescalera. Era una brisa marina. Veíamos el mar desde una estructura metálica. Yo realmente no sabía si el día estaba empezando, o si estaba finalizando. El mismo color de las nubes me parecía de ocaso, aunque igual de un amanecer, y con más razón al aire gélido de una típica mañana. La mescalera sonrió mientras dejaba al aire correr entre sus cabellos y me dijo que no me rompiera la cabeza, que sólo disfrutara del paisaje. Sea lo que sea, era un encanto aquel panorama. Y mientras la veía disfrutar aquella brisa, miré sus labios. Su sonrisa pizpireta, no sé, yo diría tímida, pero no, era alegre. Tenía tanto de misterio. Algo, algo estaba en ella que de repente me hizo verla. Le dije, te pareces tanto a ella que a veces pienso que me juegas una broma. Te transformas en ella y me lastimas.

"Te lastimas porque así lo deseas. Yo no hago más que disfrutar del aire y vivir este momento de ensueño". Y es que en verdad lo era. Su piel clara, sueve y tersa, cubierta por aquella blusa blanca de seda. Yo tenía frío, y ella, tan ligera, deseaba que en ese instante lloviera. Vi la enorme falda que me dio la impresión de ver un tapizado. Sus pies descalzos se meneaban, quizá siguiendo un ritmo que tenía en la cabeza. Yo, lo único en que pensaba era en ella. Y fue en ese instante, mientras el sol se mantenía fijo en el horizonte, acariciando la inmensidad del mar, cuando le dije: fue entonces cuando entendí que era mi voz la que provocaba todo el desastre. Mi voz suena con agresividad. Todo aquel que me escucha además de resultar lastimado, se asusta. Sí, ese es mi problema. Mi voz… Las asusto… Y ella me preguntó de qué hablaba. Que me dejara de estupideces.

Se lanzó de la estructura metálica y cayó al césped fino del lugar, luego de incorporarse, corrió hacia una luminaria, y se quedó ahí girando agarrada al poste, musitando o tarareando, quizá. Le grité por qué se alejaba de mí; me respondió que no soportaba mi actitud, que no entendía como acostumbraba a aguadar tales momentos con mis pensamientos triviales. Tanta importancia por las nimiedades, ¡pero era cierto! Entonces la volví a mirar, era ella, definitivamente. Sus ojos, su cabello… La mescalera me hacía sentir de lo más extraño. Me daba ganas de correr hacia ella y abrazarla, pero sabía que no se trataba de la misma persona. Quizá estaba tan obsesionado que la veía en todas partes, más en la mescalera. Pero, ¡caramba! Si tienen el mismo parecido.

Caminé lentamente hacia ella, y le dije: tengo que irme. Me martirizas, porque con sólo verte sé que juegas conmigo y te transformas en ella. ¿Qué caso tiene? Y me miró hoscamente de nuevo. Sólo me dijo que para sobrevivir como naualli debía aplicar las 4 disposiciones: el no tener compasión, el ser astuto, el tener paciencia, y el ser simpático. Insistió en que comprendiera que no tener compasión no significaba ser grosero; ser astuto no significaba ser cruel; tener paciencia no significaba ser negligente y ser simpático no significaba ser estúpido.

Me alejé y al darle la espalda a la mescalera, me encontré sentado frente a la biblioteca de la Universidad.

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jueves, 3 de septiembre de 2009

El final de una historia

Cómo puedes escribir inspirado en alguien que ni siquiera conoces. Es decir, sólo hay una imagen vaga en tu mente. Una imagen capturada como una fotografía percudida por los pensamientos nebulosos. Ni siquiera puede cobrar vida. No tienes el brillo de sus ojos. No tienes la risa cautivadora. No tienes esa voz melodiosa registrada en tu banco de datos mnemónicos para fingir un diálogo apasionado entre ella y tú. No tienes ningún elemento que la hace real en tu pequeña imaginación. Sólo tienes esa idea vaga de algún lugar desconocido donde aún no has investigado si existes. Cierras los ojos y sólo tienes su nombre. El nombre que musitas con fervor todas las noches, invocándola para que algún día se atraviese en tu camino y le de color a tu día.

Intentas dibujarla en tu mente, pero se atraviesan tantos pensamientos que terminas viendo las letras que forman una palabra: su nombre. Das vueltas en la cama. Te preguntas si realmente estás enamorado, o si estás obsesionado, un simple capricho que te juega el corazón. Repites las escenas eliminadas de toda la película y la pones en un solo cuadro: camina dándote la espalda. El perfil de su rostro es cubierto por su cabello. Su voz es confundida entre el ruido de la gente o de algún automóvil. No, no tienes nada. Ni siquiera el color de su piel o su suavidad. El olor de su cabello. Su animosidad. Y te pregunto, tantas ganas tienes de componerle unos versos o una larga prosa que exprese tu efusividad, para qué, si ni siquiera sabes quién es. Si te odia, si le eres desagradable. Sabes que tu patética existencia le es indiferente.

Pero hoy la vi. Sí, la vi a pesar de estar encerrado en mi lectura. Intentaba condensar la información para distribuirla en mentes desidiosas, y ahí estaba, me habló con voz aguda, un saludo, nada más y se la llevó el viento. Y te dices, es una señal. ¿Un señal? Sí, la que tanto esperabas, la típica señal que te indica abandonar la búsqueda
.

Y dejé de escribir…

Me acomodé en el respaldo de mi asiento, con las manos en la nuca, pensando hasta dónde había llegado. Mi vida había saltado a un nuevo ciclo. Ahora estaba delante contemplando mi sendero, mis huellas se iban perdiendo en la arena del tiempo que arrojaba el viento del pasado. Me preguntaba qué seguía ahora. Mi formación me daba cierto talante. Seguridad. Pero nada de eso garantizaba mi felicidad, sólo son defensas para poder sobrevivir. Entonces sopesé lo que había escrito, hasta donde había llegado, y me dije: hasta aquí podría llegar el fin de esta historia. Me troné todos los huesos y suspiré.

¿Qué queda por hacer? Ya llegará el momento. Pero mientras, en este nuevo ciclo, la soledad será más rigurosa. Miré hacia la ventana, el cielo se iluminaba. Los relámpagos cernían mi pensamiento y me preguntaba dónde habían quedado los truenos. Imprequé, cómo rayos no había perdido mejor los ojos, para ya no verla resplandecer. Para mejor sentir como gélidas sombras a todos los seres que conviven en mi pequeño mundo de ficción.

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lunes, 31 de agosto de 2009

Almacenamiento de información

"Si piensas acerca de la vida en términos de horas y no de años, nuestra vida es inmensamente larga. Aunque pienses en términos de días, la vida es interminable".

Eso era exactamente lo que yo estaba pensando. Quise mostrar mi asombro y hacerle mi pregunta habitual: "¿Cómo hizo usted eso?" Pero él me mandó callar y pasó a decirme que los nauallis contaban la vida en horas: y que en una hora le era posible a un naualli vivir, en intensidad, el equivalente de una vida normal. Esa intensidad es una ventaja, dijo, cuando se trata de acumular información en el movimiento de la esencia. Le pedí que me explicara con más detalle eso de acumular información en el movimiento de la esencia.

"la esencia, con el más ínfimo movimiento crea islas de percepción totalmente aisladas. Información acerca de la complejidad de la conciencia de ser se puede acumular allí".

Pero ¿cómo se puede acumular información en algo tan vago, que no tiene forma?

"La mente es igualmente vaga y tampoco tiene forma, sin embargo confías en ella, porque te es familiar. Aún no tienes la misma familiaridad con el movimiento de la esencia, pero no es ni más mi menos vago que la mente".

Lo que quiero preguntar es ¿cómo se almacena la información?

"La información se almacena en la experiencia misma; es decir, en la posición que la esencia tiene al momento de la experiencia. Luego, cuando el naualli mueve otra vez su esencia al sitio exacto en donde estaba, revive toda la experiencia. A eso, cómo ya lo sabes, los nauallis llaman "acordarse". Así que, acordarse es el modo de conseguir toda la información acumulada en el movimiento de la esencia. Lo que los nauallis almacenan es la intensidad. La intensidad es resultado automático del movimiento de la esencia. Por ejemplo, todo lo que estás viviendo en estos momentos tiene más intensidad de la que experimentas en general; por lo tanto, debidamente hablando, estás almacenando intensidad. Algún día revivirás la intensidad de este momento, haciendo que tu esencia vuelva exactamente al sitio en donde está ahora. Ese es el modo como almacenan los nauallis información".

Le dije a don Gaspar que yo no estaba consciente de ningún tipo de proceso mental que me hubiera facilitado acordarme de los incidentes de los cuales me acordé en los últimos días. ¿Cómo puede uno acordarse deliberadamente?

"La intensidad, siendo un aspecto del intento, está naturalmente conectada con el brillo de los ojos del naualli. A fin de acordarse de esas aisladas islas de percepción, los nauallis sólo necesitan intentar el específico brillo de sus ojos, asociado con el punto al que desean volver. Pero esto ya te lo he explicado antes".

Debo de haber puesto cara de perplejidad. Don Gaspar me miró con expresión seria. Abrí la boca dos o tres veces para hacerle preguntas, sin poder formular mis pensamientos.

"Como el nivel de intensidad de un naualli es mayor que lo normal, en pocas horas un naualli puede vivir el equivalente a una vida normal. Su esencia, al moverse a una posición poco familiar, toma más energía que la acostumbrada. Ese flujo extra de energía se llama intensidad".

Creí que lo comprendía con perfecta claridad, y mi mente se tambaleó bajo el impacto de mi comprensión. Don Gaspar me clavó la vista y me advirtió que tuviera cuidado con cierta reacción que afecta típicamente a los mescaleros: el frustrante deseo de explicar la experiencia del aprendizaje en términos coherentes y bien razonados.

"La experiencia de los nauallis es tan descabellada que ellos acostumbran a contemplarse a sí mismos con ella, haciendo hincapié en el hecho de que somos perceptores y de que la percepción tiene muchas más posibilidades de las que puede concebir la mente. A fin de protegerse de esa inmensidad de la percepción, los nauallis aprenden a mantener una mezcla perfecta de no tener compasión, de tener astucia, de tener paciencia y de ser simpáticos. Estas cuatro bases están entrelazadas de modo inextricable. Los nauallis las cultivan intentándolas. Estas bases son, naturalmente, posiciones de la esencia".

"Los nauallis usan esas cuatro disposiciones de la contemplación como guías. Son cuatro estados mentales, cuatro diferentes tipos de intensidad que los nauallis pueden usar para inducir a sus esencias a moverse a posiciones específicas".

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jueves, 13 de agosto de 2009

Un centímetro cúbico de suerte

Al terminar el relato, me quedé pensando sobre aquellos mescaleros. La anécdota me había expuesto a un Pablo más humano, cuando el que conocí era más admirable, casi una autoridad en la materia del conocimiento de los mescaleros. Era como si de repente le hubiera encontrado un error a un sistema tan rígido como el de los nauallis. Sin embargo, esa era la actitud de un aprendiz: un bocadura. Siempre refutábamos la idea de no ser aquel personaje que don Gaspar describía. Tratábamos de ocultarlo todo. Fue en ese entonces que me embargó la nostalgia y quise saber hacia dónde habían marchado los mescaleros. Para ellos, yo había cometido bastantes errores, que decidieron dejarme. Ya no volveríamos a vernos. Sentí el deseo de volver a estar al lado de ellos… de repente sentí un golpe en la cabeza.

La mescalera me había dado con la palma de su mano. Me miraba burlonamente y me reprochó que yo era un débil estúpido que se preocupaba por todo. Que no la estaba escuchando y que a pesar del relato, yo no había entendido nada. Le dije que sí, le dije que me estaba hablando de ser inaccesible. La mescalera puso sus ojos en blanco en señal de fastidio. Se puso de pie, y luego me dijo:

"Un mescalero sabe que atraerá caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, sin quererlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estás agarrado".

Le dije que en mi vida cotidiana la inaccesibilidad era inconcebible. Me refería a que, para funcionar, yo tenía que estar al alcance de todo el que tuviera algo que ver conmigo.

"Ya te dije que ser inaccesible no significa esconderse ni andar con secretos. Tampoco significa que no puedas tratar con la gente. Un mescalero usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas, o animales, o personas o poder. Un mescalero tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo".

Le dije que todo eso me parecía una contradicción. No puedo ser inaccesible si estoy allí en mi mundo, hora tras hora, día tras día.

"No entendiste. Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente, se queda cuanto necesite quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna".

Me quedé callado, sabía que tanto el relato como el consejo, se refería a mi actitud con Hilda, o incluso más allá de todas las cosas cotidianas. La mescalera fue a la cocina y trajo un vaso lleno de agua helada. Cuando se volvió a sentar a mi lado, le confesé que las cosas me abrumaban. Es decir, me ocurrían cosas que sin necesidad de buscarlas sucedían, y me traían cierta felicidad. Pero las cosas que buscaba, me preocupaban bastante, y me traían al borde del nerviosismo, porque terminaba siendo rechazado. Yo no soy un tipo que espera las cosas, soy un tipo que sale por ellas, pero regreso sin éxito. Le pregunté a la mescalera si me había entendido.

Me miró con cierta ternura, y me dijo al tomarme la mano:

"Hay algo que ya por ahora debías tener en cuenta. Yo lo llamo el centímetro cúbico de suerte. Todos nosotros, mescaleros o no, tenemos un centímetro cúbico de suerte que salta ante nuestros ojos de vez en cuando. La diferencia entre un hombre común y un mescalero es que el mescalero se da cuenta, y una de sus tareas consiste en ponerse alerta, esperando con deliberación, para que cuando salte su centímetro cúbico él tenga la velocidad necesaria, la presteza para agarrarlo. La suerte, la buena fortuna, el poder personal, o como lo quieras llamar, es un estado peculiar de cosas. Es como un palito que sale frente a nosotros y nos invita a arrancarlo. Por lo general andamos demasiado ocupados, o preocupados, o estúpidos y perezosos, para darnos cuenta de que es nuestro centímetro cúbico de suerte. Un mescalero, en cambio, siempre está alerta y duro y tiene la elasticidad, el donaire necesario para agarrarlo. ¿Te crees capaz de agarrar tu centímetro cúbico de suerte?"

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miércoles, 12 de agosto de 2009

Inaccesible

La mescalera comenzó a contarme un relato acerca de lo que había sucedido un día entre don Gaspar y Pablo. Me sorprendió sobremanera, pues no tenía idea de que la mescalera se había instruido al lado de Pablo o Yolanda. La mescalera no quiso entrar en detalles con su historia personal, simplemente comenzó a narrarme lo que sucedió. Me dijo que en ese instante don Gaspar y Pablo habían quedado en silencio; estaban sentados a la sombra de una Ceiba, en el pasto: Don Gaspar usaba el tronco de la Ceiba enorme como respaldo y Pablo estaba sentado frente a él.

Don Gaspar lo miró con fijeza un largo momento y luego empezó a tararear una tonada. Pablo enderezó la espalda y se puso alerta. Sabía que, cuando don Gaspar tarareaba una canción, estaba a punto de soltarle un golpe. De repente se calló y dijo: "Oye. ¿Qué pasó con tu amiga? Esa muchacha que tanto querías".

Pablo lo miró con cara de idiota. Don Gaspar rió con enorme deleite. Pablo no sabía qué decir. "Tú me contaste de ella", le dijo; pero Pablo no recordaba haberle contado de nadie, mucho menos de una muchacha, así que reparó en que nunca le había mencionado nada por el estilo.

"Por supuesto que sí" dijo don Gaspar como dando por terminada la discusión. Pablo quiso protestar, pero don Gaspar lo detuvo diciendo que no importaba cómo supiera él de la chica: lo importante era que él la había querido. Pablo sintió gestar en su interior una oleada de animosidad en contra de él.

"No te andes por las ramas. Ésta es la ocasión en que debes olvidar tu idea de ser muy importante. Una vez tuviste una mujer, una mujer muy querida, y luego, un día, la perdiste".

Pablo se preguntaba si alguna vez le había hablado de ella. Concluyó en que nunca había habido ocasión. Pero era posible. Cada vez que viajaban juntos, hablaban sin cesar de todos los temas. No recordaba cuanto habían dicho porque nunca estaba al pendiente. Se sintió algo tranquilizado por sus conclusiones. Le dijo que tenía razón. Había habido una muchacha muy importante en su vida. A lo que don Gaspar preguntó rápidamente por qué no estaba entonces con él. Pablo dijo que se había ido. Pero don Gaspar insistió nuevamente, por qué.

"Hubo muchas razones", le dijo Pablo.

"No tantas. Hubo sólo una. Te pusiste demasiado al alcance". Anhelosamente, Pablo le pidió explicar sus palabras. Don Gaspar había tocado en lo hondo. Consciente, al parecer, del efecto de su toque, don Gaspar frunció los labios para ocultar una sonrisa maliciosa. "Todo el mundo sabía lo de ustedes dos" le dijo con firme convicción.

"¿Estaba mal eso?"

"Totalmente mal. Ella era una magnífica persona". Pablo expresó el sincero sentimiento de que su pesquisa a oscuras le resultaba odiosa, y sobre todo el hecho de que siempre afirmaba las cosas con la seguridad de alguien que hubiera estado en la escena y lo hubiese visto todo. "Pero es cierto. Lo he visto todo. Era una magnífica persona".

Pablo supo entonces que no tenía caso discutir, pero se hallaba enojado con él por tocar esa llaga abierta y dijo que la muchacha en cuestión no era después de todo tan magnífica persona, que en su opinión era bastante débil.

"Igual que tú. Pero eso no importa. Lo que cuenta es que la has buscado en todas partes; eso la hace una persona especial en tu mundo, y para una persona especial no hay que tener más que buenas palabras".

Pablo se sentió avergonzado; una gran tristeza se cernió sobre él. Entonces le dijo: "¿Qué me está usted haciendo, don Gaspar? Usted siempre logra entristecerme. ¿Por qué?"

"Ahora te entregas al sentimentalismo".

"¿Qué objeto tiene todo esto, don Gaspar?"

"El objeto es ser inaccesible. La perdiste porque eras accesible; siempre estabas a su alcance y tu vida era de rutina".

"¡No! Se equivoca usted. Mi vida jamás fue una rutina".

"Fue y es una rutina. Es una rutina fuera de lo común y eso te da la impresión de que no es una rutina, pero yo te aseguro que lo es".

Pablo quiso deprimirse y perderse en la hosquedad, pero de algún modo los ojos de don Gaspar le inquietaban; parecían empujarlo sin tregua hacia adelante.

"El arte de un mescalero es volverse inaccesible. En el caso de esa muchacha, quería decir que tenías que volverte mescalero y verla lo menos posible. No como hiciste. Te quedaste con ella día tras día, hasta no dejar otro sentimiento que el fastidio. ¿Verdad?"

Pablo no respondió. Sintió que no era necesario, pues don Gaspar tenía razón: Ser inaccesible significa tocar lo menos posible el mundo que te rodea. No comes cinco manzanas; comes una. No dañas las plantas sólo por hacer una fosa para barbacoa. No te expones al poder de un contrincante a menos que sea obligatorio. No usas ni exprimes a la gente hasta dejarla en nada, y menos a la gente que amas.

Pablo dijo sinceramente que jamás había usado a nadie. Pero don Gaspar mantuvo que sí, y quizá por eso Pablo declaró sin tapujos que la gente lo cansaba y lo aburría.

"Ponerse fuera del alcance significa que evitas, a propósito, agotarte a ti mismo y a los otros. Significa que no estás hambriento y desesperado, como el pobre hijo de puta que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede".

Definitivamente, don Gaspar golpeaba debajo del cinturón. Pablo tuvo que reír y eso pareció complacer a don Gaspar.

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martes, 11 de agosto de 2009

Tips

Cuando abrió la puerta gritó: ¡Felicidades! Y me abrazó fuertemente. No entendía por qué su efusividad. Tenía una vaga idea, sin embargo, la idea era errónea, porque cuando le pregunté, me dijo que yo había llegado a su casa sin la necesidad de que ella me buscara. Era cierto, llegué a la casa de la mescalera intempestivamente. Al sentarnos en la sala, la mescalera no dejaba de verme, diría yo que su mirada pareciera de rayos X porque sentí algo eléctrico. Temblé como si me hubiera dado un escalofrío, y la mescalera al verme sacudir el cuerpo comenzó a reír.

"Es increíble que aún no te saques de la mente a Hilda. Por lo que veo, has recurrido a bastante gente para pedir un tip: cómo acercarte a ella o cómo actuar para convencerla de que salga contigo, ¿no es así? Y ahora vienes a pedir el mío. ¿Cómo te atreves a dejarme de último?"

Me quedé estupefacto. ¿Cómo le había hecho para saber todo eso? Le pregunté si en realidad poseía un poder sobrenatural de ver más allá, o de ver nuestro interior. Volvió a reírse. Dijo que todos (como mescaleros) teníamos un don/maldición. El de ella obviamente era ver las cosas internas, sentimientos, historia personal, etc.; el mío en cambio, según ella, consistía en ver las cosas con antelación. Es decir, podía interpretar la reacción de la gente al realizar un movimiento intencional. Mi don/maldición era conocer el movimiento de mis semejantes con anticipación, para que al descifrarlo, yo sepa hacia dónde moverme. Me pareció interesante aquella descripción de mi poder. Aunque claro, la mescalera remató diciendo que yo en vez de entrenar aquel don/maldición, lo que había hecho era degenerar las cosas y tomarme los movimientos de mis semejantes como algo personal.

Al analizar bien las cosas, me di cuenta que tenía toda la razón. Suspiré profundamente. La mescalera aplaudió como para sacarme de mi meditación. Me dijo que su consejo mataría dos pájaros de un tiro. Primero: su consejo era algo que yo ya conocía y que al parecer me obstinaba en aplicarlo; y segundo: que si yo actuaba de tal manera, disiparía mi obsesión. La mescalera puso una mirada de engreída y con voz seria me dijo:

"Mi consejo para ti, nagualito, es que te remitas al secreto de los grandes mescaleros. Y ese secreto consiste en ponerse al alcance, y fuera del alcance, en la vuelta justa del camino. Debes aprender a ponerte adrede al alcance y fuera del alcance. Como anda tu vida ahora, estás todo el tiempo al alcance sin saberlo".

A pesar de que era un buen consejo, protesté. Ella dijo que yo no lo había comprendido, y que ponerse fuera del alcance no significaba ocultarse ni guardar secretos, sino ser inaccesible.

"Deja que te lo diga de otro modo. No tiene caso esconderte si todo el mundo sabe que estás escondido. Tus problemas de ahora surgen de allí. Cuando estás escondido, todo el mundo sabe que estás escondido, y cuando no, te pones en medio del camino para que cualquiera te dé un golpe".

Empezaba a sentirme amenazado, y apresuradamente intenté defenderme.

"No des explicaciones. No hay necesidad. Todos somos tontos, toditos, y tú no puedes ser diferente. En un tiempo, igual que tú, me ponía en medio del camino una y otra vez, hasta que no quedaba nada de mí para ninguna cosa, excepto si acaso para llorar".

La mescalera me miró misteriosamente y suspiró fuerte.

"Pero un buen día me cansé y cambié. Digamos que un día, cuando me estaba haciendo mescalera, aprendí el secreto de estar al alcance y fuera del alcance. Debes ponerte fuera del alcance. Debes rescatarte de en medio del camino. Todo tu ser está allí, de modo que no tiene caso esconderte; sólo te figuras que estás escondido. Estar en medio del camino significa que todo el que pasa mira tus ires y venires".

Su metáfora era interesante, pero al mismo tiempo oscura. Al ver la mescalera que pedía más explicaciones, me dijo:

"Te voy a contar una anécdota que presencié cuando don Gaspar era mi benefactor…".

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sábado, 8 de agosto de 2009

Ver (5)

Hay un último punto que debes saber sobre la vida de un mescalero. Un mescalero elige los elementos que forman su mundo. ¿Sabes qué cosa te pasa? Has perdido tus resguardos. Te he dicho que un mescalero elige los elementos que forman su mundo. Elige con deliberación, pues cada elemento que escoge es un escudo que lo protege de los ataques de las fuerzas que él lucha por usar. Un mescalero utiliza sus resguardos para protegerse de muchas cosas. Un hombre común y corriente, igualmente rodeado por esas fuerzas inexplicables, se olvida de ellas porque tiene otras clases de resguardos especiales para protegerse.

Mira a tu alrededor. La gente está ocupada haciendo lo que la gente hace. Esos son sus resguardos. Cada vez que un naualli se encuentra con cualquiera de esas fuerzas inexplicables e inflexibles de las que hemos hablado, su abertura se ensancha, haciéndolo más susceptible a su muerte de lo que es comúnmente; te he dicho que morimos por esa abertura; por ello, si está abierta, uno tiene que tener la voluntad lista para llenarla; eso es, si uno es mescalero. Si uno no es mescalero, como tú, el único recurso que le queda es usar las actividades de la vida cotidiana para apartar a la mente del susto del encuentro y así permitir que la abertura se cierre. Pero a esta altura en tu vida ya no puedes usar esos resguardos en forma tan efectiva como un hombre corriente. Sabes demasiado de esas fuerzas y ahora estás por fin al borde de sentir y actuar como mescalero. Tus antiguos resguardos ya no son seguros.

Debes actuar como mescalero y elegir los elementos de tu mundo. Ya no puedes rodearte de cosas a la loca. Te digo esto de la manera más seria. Ahora, por primera vez, no estás seguro en tu antigua forma de vivir. Un mescalero encuentra esas fuerzas inexplicables e inflexibles, porque las anda buscando adrede; así que siempre está preparado para el encuentro. Tú, en cambio, nunca estás preparado. Es más, si esas fuerzas vienen a ti van a tomarte por sorpresa; el susto ensanchará tu abertura y por ahí se escapará sin remedio tu vida. Entonces, la primera cosa que debes hacer es estar preparado.

Tu problema es que confundes el mundo con lo que la gente hace. Pero tampoco en eso eres el único. Todos lo hacemos. Las cosas que la gente hace son los resguardos contra las fuerzas que nos rodean; lo que hacemos como gente nos da consuelo y nos hace sentir seguros; lo que la gente hace es por cierto muy importante, pero sólo como resguardo. Nunca aprendemos que las cosas que hacemos como gente son sólo resguardos, y dejamos que dominen y derriben nuestras vidas. De hecho, podría decir que para la humanidad, lo que la gente hace es más grande y más importante que el mundo mismo.

El mundo es todo lo que está encajado aquí. La vida, la muerte, la gente y todo lo demás que nos rodea. El mundo es incomprensible. Jamás lo entenderemos; jamás desenredaremos sus secretos. Por eso, debemos tratarlo como lo que es: ¡un absoluto misterio!

Pero un hombre corriente no hace esto. El mundo nunca es un misterio para él, y cuando llega a viejo está convencido de que no tiene nada más por qué vivir. Un viejo no ha agotado el mundo. Sólo ha agotado lo que la gente hace. Pero en su estúpida confusión cree que el mundo ya no tiene misterios para él. ¡Qué precio tan calamitoso pagamos por nuestros resguardos! Un mescalero se da cuenta de esta confusión y aprende a tratar a las cosas debidamente. Las cosas que la gente hace no pueden, bajo ninguna condición, ser más importantes que el mundo. De modo que un mescalero trata el mundo como un interminable misterio, y lo que la gente hace como un desatino sin fin.

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viernes, 7 de agosto de 2009

Ver (4)

Olvidas con demasiada facilidad. El camino del conocimiento se anda a la mala. Para aprender necesitamos que nos echen espuelas. En el camino del conocimiento siempre estamos peleando con algo evitando algo, preparados para algo; y ese algo es siempre inexplicable, más grande y poderoso que nosotros. Las fuerzas inexplicables vendrán a ti. En este momento no tienes otra tarea que el prepararte a la lucha.

El mundo está en verdad lleno de cosas temibles, y nosotros somos criaturas indefensas rodeadas por fuerzas que son inexplicables e inflexibles. El hombre común, en su ignorancia, cree que se puede explicar o cambiar esas fuerzas; no sabe realmente cómo hacerlo, pero espera que las acciones de la humanidad las expliquen o las cambien tarde o temprano. Un naualli, en cambio, no piensa en explicarlas ni en cambiarlas; en vez de ello, aprende a usar esas fuerzas. Un naualli se ajusta los remaches y se adapta a la dirección de tales fuerzas. Ese es su truco. Ser naualli no es gran cosa cuando le hallas el truco. Un naualli apenas anda mejor que un hombre de la calle. Ser naualli no lo ayuda a vivir una vida mejor; de hecho yo diría que le estorba; le hace la vida incómoda, precaria.

Al abrirse al conocimiento, un naualli se hace más vulnerable que el hombre común. Por un lado, sus semejantes lo odian y le temen y se esfuerzan por acabarlo; por otro lado, las fuerzas inexplicables e inflexibles que a todos nos rodean, por el derecho de que estamos vivos, son para el naualli la fuente de un peligro todavía mayor. Que un semejante lo atraviese a uno duele, cómo no, pero ese dolor no es nada en comparación con el topetazo de un aliado. Un naualli, al abrirse al conocimiento, pierde sus resguardos y se hace presa de tales fuerzas y sólo tiene un medio de equilibrio: su voluntad; por eso debe sentir y actuar como un mescalero. Te lo repito una vez más: sólo como mescalero es posible sobrevivir en el camino del conocimiento. Lo que ayuda a un naualli a vivir una vida mejor es la fuerza de ser mescalero.

Es mi obligación enseñarte a ver. No porque yo personalmente quiera hacerlo, sino porque fuiste escogido; tú me fuiste señalado por el Infinito. Sin embargo, mi deseo personal me fuerza a enseñarte a sentir y actuar como mescalero. Yo personalmente creo que ser mescalero es más adecuado que cualquier otra cosa. Por tanto, he procurado enseñarte esas fuerzas como un naualli las percibe porque sólo bajo su impacto aterrador puede uno convertirse en mescalero. Ver sin ser antes un mescalero te debilitaría; te daría una mansedumbre falsa, un deseo de hundirte en el olvido; tu cuerpo se echaría a perder porque te harías indiferente. Mi obligación personal es hacerte mescalero para que no te desmorones.

Te he oído decir una y otra vez que siempre estás dispuesto a morir. No considero necesario ese sentimiento. Me parece una entrega inútil. Un mescalero sólo debe estar preparado para la batalla. También te he oído decir que tus padres dañaron tu espíritu. Yo creo que el espíritu del hombre es algo que se daña muy fácilmente, aunque no con las mismas acciones que tú llamas dañinas. Creo que tus padres sí te dañaron, haciéndote indulgente y flojo y dado a quedarte sentado más de la cuenta.

El espíritu de un mescalero no está engranado para la entrega y la queja, ni está engranado para ganar o perder. El espíritu de un mescalero sólo está engranado para la lucha, y cada lucha es la última batalla del mescalero sobre la tierra. De allí que el resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el mescalero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el mescalero ríe y ríe.

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jueves, 6 de agosto de 2009

Ver (3)

Cuando un mescalero ha adquirido paciencia, está en camino hacia la voluntad. Sabe cómo esperar. Su muerte se sienta junto a él en su petate, son amigos. Su muerte le aconseja, en formas misteriosas, cómo escoger, cómo vivir estratégicamente. ¡Y el mescalero espera! Yo diría que el mescalero aprende sin apuro porque sabe que está esperando su voluntad; y un día logra hacer algo que por lo común es imposible de ejecutar. A lo mejor ni siquiera advierte su acto extraordinario. Pero conforme sigue ejecutando actos imposibles, o siguen pasándole cosas imposibles, se da cuenta de que una especie de poder está surgiendo. Un poder que sale de su cuerpo conforme progresa en el camino del conocimiento. Al principio es como una comezón en la barriga, o un calor que no puede mitigarse; luego se convierte en un dolor, en un gran malestar. A veces el dolor y el malestar son tan grandes que el mescalero tiene convulsiones durante meses; mientras más duras sean, mejor para él. Un magnifico poder es siempre anunciado por grandes dolores.

Un hombre puede ir todavía más allá; puede aprender a ver. Al aprender a ver, ya no necesita vivir como mescalero, ni ser naualli. Al aprender a ver, un hombre llega a ser todo llegando a ser nada. Desaparece, por así decirlo, y sin embargo está allí. Yo diría que éste es el tiempo en que un hombre puede ser o puede obtener cualquier cosa que desea. Pero no desea nada, y en vez de jugar con sus semejantes como si fueran juguetes, los encuentra en medio de su desatino. La única diferencia es que un hombre que ve controla su desatino, mientras que sus semejantes no pueden hacerlo. Un hombre que ve ya no tiene un interés activo en sus semejantes. El ver lo ha despegado de absolutamente todo lo que conocía antes.

Ver es para hombres impecables. Templa tu espíritu, llega a ser un mescalero, aprende a ver, y entonces sabrás que no hay fin a los mundos nuevos para nuestra visión.

La voluntad es lo que junta al naualli, pero conforme la vejez lo debilita su voluntad se apaga, y llega inevitablemente un momento en el que ya no es capaz de dominar su voluntad. Entonces se queda sin nada con qué oponerse a la fuerza silenciosa de su muerte, y su vida se convierte, como las vidas de todos sus semejantes, en una niebla que se expande y se mueve más allá de sus límites. Ser naualli es una carga terrible. Te he dicho que es mucho mejor aprender a ver. Un hombre que ve lo es todo; en comparación, el naualli es un pobre diablo. Recuerda que ser naualli es aplicar la voluntad a una coyuntura clave. Ser naualli es interferencia. Un naualli busca y encuentra la coyuntura clave de cualquier cosa que quiera afectar y luego aplica allí su voluntad. Un naualli no tiene que ver para ser naualli; nada más necesita saber usar su voluntad.

Te lo he dicho y te lo repito. Sólo como un mescalero puedes sobrevivir en el mundo de un naualli. Un mescalero trata todo con respeto y no pisotea nada a menos que tenga que hacerlo. Un mescalero no se abandona a nada, ni siquiera a su muerte. Un mescalero no es un socio voluntario; un mescalero no está disponible, y si se mete con algo, puedes tener la certeza de que sabe lo que está haciendo. La vida, para un mescalero, es un ejercicio de estrategia, pero tú quieres hallar el significado de la vida. A un mescalero no le importan los significados. Un mescalero nunca está disponible; nunca está parado en el camino esperando las pedradas. Así corta al mínimo el chance de lo imprevisto. Lo que tú llamas accidentes son casi siempre muy fáciles de evitar, excepto para los tontos que viven por las puras.

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miércoles, 5 de agosto de 2009

Ver (2)

Quiero que sepas bien que la voluntad es una fuerza, un poder. Ver no es una fuerza, sino más bien un modo de atravesar cosas. Un naualli puede tener una voluntad muy fuerte y sin embargo quizá no vea; eso significa que sólo un hombre de conocimiento percibe el mundo con sus sentimientos y con su voluntad y también con su ver.

Ya te he dicho que cuando hablas nada más te confundes. Pero por lo menos ahora sabes que estás esperando a tu voluntad. Todavía no sabes qué es ni cómo podría ocurrirte. Así que vigila con cuidado todo lo que hagas. La cosa misma que podría ayudarte a desarrollar tu voluntad está entre todas las cositas que haces. Y no me salgas con ideas, la voluntad no es una idea. Somos distintos, tú y yo. No tenemos el mismo carácter. Yo entiendo el mundo y vivo según lo que veo. Un hombre que ve no necesita vivir como mescalero ni como ninguna otra cosa, porque puede ver las cosas como son y dirigir su vida de acuerdo con eso. Pero, teniendo en cuenta tu carácter, yo diría que tal vez nunca aprendas a ver, y en ese caso tendrás que vivir como mescalero toda tu vida.

Cuando un hombre se embarca en el camino del mescalero, poco a poco se va dando cuenta de que la vida ordinaria ha quedado atrás para siempre; de que el conocimiento es en verdad algo que da miedo; de que los medios del mundo ordinario ya no le sirven de sostén; y de que si desea sobrevivir debe adoptar una nueva forma de vida. Lo primero que debe hacer, en ese punto, es querer llegar a ser un mescalero, un paso y una decisión muy importantes. La aterradora naturaleza del conocimiento no le permite a uno otra alternativa que la de llegar a ser un mescalero.

Ya cuando el conocimiento se convierte en algo que da miedo, el hombre también se da cuenta de que la muerte es la compañera inseparable que se sienta a su lado en el petate. Cada trocito de conocimiento que se vuelve poder tiene a la muerte como fuerza central. La muerte da el último toque, y lo que la muerte toca se vuelve en verdad poder. Un hombre que sigue el camino del mescalero se enfrenta en cada recodo con la aniquilación inminente, y sin poder evitarlo se vuelve terriblemente consciente de su muerte. Sin la conciencia de la muerte no sería más que un hombre común envuelto en actos comunes. Carecería de la potencia necesaria, de la concentración necesaria que transforman en poder mágico nuestro tiempo ordinario sobre la tierra.

De ese modo, para ser un mescalero un hombre debe estar, antes que nada y con justa razón, terriblemente consciente de su propia muerte. Pero preocuparse por la muerte forzaría a cualquiera de nosotros a enfocar su propia persona, y eso es debilitante. De modo que lo otro que uno necesita para ser mescalero es el desapego. La idea de la muerte inminente, en vez de convertirse en obsesión, se convierte en indiferencia. ¿Entiendes?

Un hombre despegado, sabiendo que no tiene posibilidad de poner vallas a su muerte, sólo tiene una cosa que lo respalde: el poder de sus decisiones. Tiene que ser, por así decirlo, el amo de su elección. Debe comprender por completo que su preferencia es su responsabilidad, y una vez que hace su selección no queda tiempo para lamentos ni recriminaciones. Sus decisiones son definitivas, simplemente porque su muerte no le da tiempo de adherirse a nada. Y así, con la conciencia de su muerte, con desapego y con el poder de sus decisiones, un mescalero arma su vida en forma estratégica. El conocimiento de su muerte lo guía y le da desapego y lujuria callada; el poder de sus decisiones definitivas le permite escoger sin lamentar, y lo que escoge es siempre estratégicamente lo mejor; así cumple con gusto y con eficiencia lujuriosa, todo cuanto tiene que hacer. ¡Cuando un hombre se porta de esa manera puede decirse con justicia que es un mescalero y que ha adquirido paciencia!

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martes, 4 de agosto de 2009

Ver

Eres demasiado débil. Te apuras cuando deberías esperar, pero esperas cuando deberías darte prisa. Piensas demasiado. Ahora piensas que no hay tiempo que perder. Yo soy responsable de ti y no quiero que mueras como un idiota. ¡Vive como mescalero! Ya te he dicho: un mescalero acepta la responsabilidad de sus actos, del más trivial de sus actos. Tú actúas tus pensamientos y eso está mal. Tu fracaso es que lo piensas todo. Recuerda que debes vivir como un mescalero, creo que entiendes eso muy bien. Tu manera de vivir es suficientemente templada. En realidad, es más templada que los aprendices de Celestino, y así y todo ellos ven y tú no. Tu vida es más compacta que la de ellos y ellos probablemente verán antes que tú. Eso de veras me confunde. Ni siquiera Celestino puede acabar de entenderlo. Has cumplido fielmente todo lo que te he mandado hacer. Todo cuanto mi benefactor me enseñó, en la primera etapa del aprendizaje, te lo he pasado. La regla es justa, los pasos no pueden cambiarse. Has hecho todo cuanto uno tiene que hacer y sin embargo no ves; pero a los que ven, como Celestino, les parece que ves. Yo me fío de eso y caigo en una trampa. Siempre acabas portándote como un tonto que no ve, y por supuesto eso es lo que eres.

Debes esperar con paciencia, sabiendo que esperas y sabiendo qué cosa esperas. Ese es el modo del mescalero. Y si se trata de cumplir una promesa, debes conocer que la estás cumpliendo. Entonces llegará un momento en el que tu espera habrá terminado y ya no tendrás que honrar tu promesa. Aprende a reducir tus necesidades. Lo que nos hace desdichados es la necesidad. Pero si aprendemos a reducir a nada nuestras necesidades, la cosa más pequeña que recibamos será un verdadero regalo. A nosotros, como individuos, nos toca oponernos a las fuerzas de nuestras vidas. Esto te lo he dicho mil veces: sólo un mescalero puede sobrevivir. Un mescalero sabe que espera y sabe lo que espera, y mientras espera no quiere nada y así cualquier cosita que recibe es más de lo que puede tomar. Si necesita comer halla el modo, porque no tiene hambre; si algo lastima su cuerpo halla el modo de pararlo, porque no siente dolor. Tener hambre o sentir dolor significa que uno se ha entregado y que ya no se es mescalero; las fuerzas de su hambre y su dolor lo destruirán.

Debes actuar como mescalero. Uno aprende a actuar como mescalero actuando, no hablando. Debes olvidar todo por completo antes de embarcarte nuevamente en la empresa de ver. Un mescalero tiene que usar su voluntad y su paciencia para olvidar. De hecho, un mescalero no tiene más que su voluntad y su paciencia, y con ellas construye todo lo que quiere. No me digas que no eres un mescalero, porque has empezado a caminar sobre este sendero. Ya no te queda más tiempo para retiradas ni para lamentos. Sólo tienes tiempo para vivir como un mescalero y trabajar por la paciencia y la voluntad, quieras o no quieras.

Recuerda que la voluntad es algo muy especial. Ocurre misteriosamente. No hay en realidad manera de decir cómo la usa uno, excepto que los resultados de usar la voluntad son asombrosos. Acaso lo primero que se debe hacer es saber que uno puede desarrollar la voluntad. Un mescalero lo sabe y se pone a esperar. Tu error es no saber que estás esperando a tu voluntad. Mi benefactor decía que un mescalero sabe que espera y sabe lo que espera. En tu caso, tú sabes que esperas. Llevas años aquí conmigo, pero no sabes qué estás esperando. Es muy difícil, si no imposible, que el hombre común y corriente sepa lo que está esperando. Pero un mescalero no tiene problemas; sabe que está esperando a su voluntad. La voluntad es un poder. Y como es un poder, tiene que ser controlado y afinado, y eso toma tiempo. Lo sé y soy paciente contigo. A tu edad, yo era igual de impulsivo. Pero he cambiado. Nuestra voluntad opera a pesar de nuestra indulgencia. Por ejemplo, tu voluntad ya está abriendo tu boquete, poco a poco.

Lo que un naualli llama voluntad es un poder dentro de nosotros. No es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo. La voluntad es lo que puede darte el triunfo cuando tus pensamientos te dicen que estás derrotado. La voluntad es lo que te hace invulnerable. La voluntad es lo que manda a un naualli a través de una pared; a través del espacio; a la luna, si él lo quiere.

Un hombre común nada más agarra las cosas del mundo con las manos, o los ojos, o los oídos, pero un naualli también las agarra con la nariz, o la lengua, o la voluntad, sobre todo con la voluntad. No puedo describir realmente cómo se hace, pero tú mismo, por ejemplo, no puedes describirme cómo oyes. Lo que sucede es que yo también puedo oír, de modo que podemos hablar de lo que oímos, pero no de cómo oímos. Un naualli usa su voluntad para percibir el mundo. Pero no es como percibirlo con el oído. Cuando miramos el mundo o cuando lo oímos, tenemos la impresión de que está allí y de que es real. Cuando percibimos el mundo con la voluntad, sabemos que no está tan allí ni es tan real como pensamos...

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lunes, 3 de agosto de 2009

El segundo peligro inminente

Don Gaspar explicó que una vez que se adquiere sobriedad, y una vez que las posiciones de ensueño se vuelven progresivamente más fuertes, el siguiente paso consiste en despertarse en una posición de ensueño. Comentó que, aunque da la impresión de ser algo sencillo, la maniobra era en verdad un asunto de tan inmensa complejidad que requiere no sólo de sobriedad sino de todos los atributos del mescalero, especialmente del intento.

Le pregunté en qué forma ayuda el intento a los nauallis a despertar en una posición de ensueño. Contestó que la maestría del intento era la técnica más sofisticada que existía, y que era la única manera de dirigir la fuerza del alineamiento. Despertar en una posición de ensueño era sencillamente sostener el alineamiento de emanaciones que han sido encendidas por el movimiento de la esencia.

Don Gaspar dijo que el segundo peligro eminente del ensoñar era la fortaleza misma del cuerpo de ensueño que incita al ensoñador a correr riesgos. Por ejemplo, es muy fácil para el cuerpo de ensueño contemplar las emanaciones del Infinito durante largos periodos de tiempo, ininterrumpidamente, pero también es muy fácil que sea totalmente consumido por ellas. Los nauallis que contemplaron las emanaciones del Infinito sin sus cuerpos de ensueño murieron, y aquéllos que las contemplaron con sus cuerpos de ensueño fueron consumidos por el fuego interior. Los nuevos nauallis resolvieron el problema viendo en grupos. Mientras un naualli contemplaba las emanaciones, otros permanecían cerca para prestar ayuda.

¿Cómo veían en grupos los nuevos nauallis?

"Ensoñaban juntos. Como tú mismo sabes, para un grupo de nauallis es perfectamente posible activar al unísono las mismas emanaciones que nunca se usan. Y también, en este caso, no existen técnicas conocidas, simplemente ocurre sin uno saber cómo".

Agregó que al ensoñar juntos, algo en nosotros toma la iniciativa y de pronto nos encontramos compartiendo la misma vista con otros ensoñadores. Lo que pasa es que, automáticamente, nuestra condición humana nos hace enfocar el resplandor de la conciencia en las mismas emanaciones que otros seres humanos están usando. Nosotros continuamente ajustamos la posición de nuestras esencias para cuadrar con la de los que nos rodean. En nuestra percepción ordinaria lo hacemos con el lado derecho de la conciencia, pero también lo podemos hacer con el lado izquierdo, al ensoñar juntos.

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domingo, 2 de agosto de 2009

La posición de Ensueño

Cuando regresamos a la casa de doña Alvina, don Gaspar dijo que la pericia de don Celestino con el cuerpo de ensueño no era nada en comparación con lo que habían hecho, o aún hacían los antiguos nauallis.

"Eso lo verás muy pronto", me dijo con un tono siniestro, y se rió. Con un miedo creciente, le pregunté qué era lo que quería decir, y eso sólo evocó más risa. Finalmente dijo que me iba a explicar la manera en que los nuevos nauallis entendieron al cuerpo de ensueño y la manera en que lo usaron.

"Los antiguos nauallis buscaban una perfecta réplica del cuerpo, y casi lograron conseguirla. Lo único que no pudieron copiar fueron los ojos. En vez de ojos, el cuerpo de ensueño tiene el resplandor de la conciencia. Nunca te diste cuenta de eso antes, cuando Celestino solía mostrarte su cuerpo de ensueño.

"A los nuevos nauallis les importa un comino una perfecta réplica del cuerpo: nunca tuvieron ningún interés en copiarlo. Han conservado, sin embargo, el nombre cuerpo de ensueño para indicar una sensación, un impulso de energía que es transportado por el movimiento de la esencia, a cualquier lugar en este mundo, o a cualquier lugar de los siete mundos accesibles para el hombre".

Don Gaspar delineó el procedimiento usado por los nuevos nauallis para lograr el cuerpo de ensueño. Dijo que comienza con un acto inicial, cualquier acto que por el hecho de ser continuo engendra intento inflexible. El intento inflexible lleva al silencio interno, y el silencio interno a la fuerza interna necesaria para mover la esencia en sueños a posiciones convenientes.

Llamó a este orden de sucesión el cimiento. Una vez completado este cimiento viene el desarrollo del control, que consiste en mantener sistemáticamente la posición de ensueño aferrándose tenazmente a la visión del sueño. La práctica constante resulta en una gran facilidad para sostener posiciones de ensueño en nuevos sueños, no tanto porque gane uno control con la práctica, sino porque cada vez que se ejercita este control se fortifica la fuerza interna. A su vez, la fuerza interna fortificada mueve la esencia a posiciones de ensueño, que pueden fomentar la sobriedad; en otras palabras, los sueños sé vuelven, de por sí, más y más maniobrables, incluso más ordenados.

"El desarrollo de los ensoñadores es indirecto. Es por eso que los nuevos nauallis creyeron que podemos ensoñar por nuestra cuenta, solos. Puesto que el ensueño utiliza un movimiento natural de la esencia, no deberíamos necesitar ayuda de nadie. Lo que verdaderamente necesitamos es sobriedad, y nada puede dárnosla, ni ayudarnos a obtenerla, salvo nosotros mismos. Sin ella, el movimiento de la esencia, es caótico, como son caóticos nuestros sueños ordinarios.

"Así que, al fin y al cabo, el procedimiento para llegar al cuerpo de ensueño es la impecabilidad en nuestra vida diaria".

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sábado, 1 de agosto de 2009

El cuerpo de Ensueño

"Hablemos ahora del cuerpo de ensueño. Los antiguos nauallis concentraron todos sus esfuerzos en explorar y explotar el cuerpo de ensueño. Y lograron usarlo como un cuerpo más práctico, lo que equivale a decir que se recreaban a sí mismos de maneras cada vez más extrañas".

Don Gaspar sostuvo que era un conocimiento general entre los nuevos nauallis que grandes grupos de los antiguos nauallis jamás regresaron después de despertar en una posición de ensueño de su preferencia. Dijo que era muy posible que todos murieron en esos mundos inconcebibles, pero que también era posible que aún siguiesen vivos, en sabe Dios qué desfiguradas formas o maneras. Dejó de hablar, me miró y soltó una gran carcajada.

"Te mueres por preguntarme qué hacían los antiguos nauallis con el cuerpo de ensueño, ¿no es verdad?" Preguntó alentándome a hacer la pregunta con un movimiento de su mentón. Don Gaspar declaró que don Celestino, siendo el maestro indisputable del estar consciente de ser, me había mostrado su cuerpo de ensueño muchas veces, mientras me encontraba en un estado de conciencia normal. El efecto que buscaba don Celestino con sus demostraciones era que mi esencia se moviera, no desde una posición de sueño suspendido, sino desde, su posición normal.

Luego, como si me estuviera dando a conocer un secreto, don Gaspar me dijo que don Celestino nos esperaba en unas arboledas cercanas a la casa, para mostrarme su cuerpo de ensueño. Repitió una y otra vez que yo me encontraba en el estado de conciencia ideal para ver y entender lo que realmente es el cuerpo de ensueño. Me hizo ponerme de pie, cruzamos el cuarto y llegamos a la puerta de la calle. Cuando yo estaba a punto de abrirla, me di cuenta de que alguien estaba acostado sobre una pila de petates.

Me acerqué a él y entonces noté que era don Celestino. Estaba profundamente dormido, roncando en paz, de cara al suelo.

"Despiértalo. Tenemos que irnos. Debe estar agotado".

Lo sacudí muy despacio. Lentamente se dio vuelta, haciendo los ruidos de alguien que despierta de un profundo sueño. Estiró los brazos y abrió los ojos. Involuntariamente grité y salté hacia atrás.

Los ojos de don Celestino no eran ojos humanos. Eran dos puntos de intensa luz ambarina. Mi susto fue tan tremendo que me mareé. Don Gaspar me golpeó la espalda con cierta fuerza y restauró mi equilibrio. Don Celestino se puso de pie y me sonrió. Sus rasgos estaban rígidos. Se movía como si estuviera borracho o le faltara coordinación física. Pasó a mi lado y se dirigió hacia la pared. Me encogí anticipando el choque, pero atravesó la pared como si ésta no estuviera ahí. Volvió al cuarto por la puerta de la cocina. Mientras lo observaba con un horror sin nombre, don Celestino caminó por las paredes, con el cuerpo paralelo al piso, y por el cielo raso, parado de cabeza.

Caí de espaldas al tratar de seguir sus movimientos. Desde esa posición ya no vi a don Celestino; veía en cambio una burbuja de luz que se movía por el cielo raso arriba de mí y por las paredes dándoles vueltas al cuarto. Era como si alguien paseara el haz de luz de una enorme linterna eléctrica por el cielo raso y las paredes. Finalmente, el haz de luz se apagó. Desapareció de vista desvaneciéndose contra la pared.

Miré a don Gaspar y le dirigí una pregunta muda. Comentó que mi miedo siempre saltaba fuera de toda proporción, y que tenía que luchar para llegar a controlarlo. Me ayudó a incorporarme, y dijo que me había portado muy bien. Había visto el cuerpo de ensueño de don Celestino como es en realidad, una burbuja de luz.

Le pregunté cómo podía estar tan seguro de que yo había visto una burbuja de luz. Contestó que él vio a mi esencia moverse, primero hacia su sitio normal para compensar mi susto, y luego la vio moverse a las profundidades del lado izquierdo, más allá del punto en el que no hay más dudas.

"En esa posición sólo hay una cosa que uno pueda ver: burbujas de energía. Pero del sueño suspendido a ese otro punto en la profundidad del lado izquierdo sólo hay un corto trecho. La verdadera hazaña es hacer que la esencia se mueva, de su sitio normal, al punto donde no hay más dudas".

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