viernes, 23 de octubre de 2009

La Regla del Naualli

¿Sabes qué cosa es la Regla? Ese es el nombre que dan los mescaleros a la guía de una Partida de Nauallis, una especie de carta de navegación o muestrario de los deberes del mescalero dentro de su grupo de prácticas.

Después de comprobar exhaustivamente su presencia, los nauallis llegaron a la conclusión de que, así como todos los seres vivos poseemos un patrón biológico definido que nos permite reproducirnos y evolucionar, también tenemos un patrón energético responsable de nuestro desarrollo como seres luminosos.

La Regla es la matriz de la cual extraen su energía los moldes de las especies. Puedes entenderla como el plan evolutivo de cada ser viviente, no sólo de la tierra, sino de cualquier rincón del universo donde haya conciencia. Nadie puede desligarse de ella. Lo más que podemos es ignorar que existe, en cuyo caso no pasaremos de ser lo que somos: masa viva al servicio de un propósito que no comprendemos.

Dicho en términos de nauallis, la Regla es el esquema de los comandos del Infinito, una ecuación que correlaciona la efectividad de las acciones con el ahorro de la energía. En el ámbito de lo práctico, tal combinación no puede producir otra cosa más que un
Mescalero.

La Regla es completa en sí misma y cubre todas las facetas del Camino del mescalero. Describe cómo se crea y se nutre una Partida de Nauallis, de qué manera se conectan las generaciones para conformar un linaje y les orienta hacia la libertad. Pero, a fin de usarla como llave al poder, uno tiene que verificarla por sí mismo.

¿Cómo se puede verificar? La regla es auto-evidente para el naualli que
ve. Para un principiante como tú, el mejor modo de atestiguar su funcionamiento consiste en detectar su intrusión en el transcurso de tu vida.

La regla es el origen del orden universal. Su funcionamiento y finalidad son desconocidos, no porque no se sepan, sino porque no se comprenden. Centenares de generaciones de nauallis dieron sus vidas en el empeño por dilucidarla y por desarrollar propuestas prácticas para cada una de sus unidades conceptuales.

Al principio, ningún hombre se propuso tener un vislumbre de esa estructura, porque nadie sabía que estaba ahí. A medida que los nauallis trabaron contacto con otras entidades conscientes de esta tierra, mucho más viejas y experimentadas que ellos, fueron adquiriendo porciones de la Regla. Un día vieron que todas esas porciones encajaban entre sí como un rompecabezas. Ese día descubrieron lo que llaman
el mapa y comenzó el linaje de los antiguos nauallis.

A través de su ver, ellos verificaron cada porción relativa a los ensoñadores. Probaron todas las combinaciones, determinando sus efectos sobre la conciencia. Organizaron los ejercicios del ensueño en 7 niveles de profundidad y penetraron hasta los vericuetos más íntimos del universo. Poco a poco, desarrollaron el diseño de la partida, una estructura en forma de pirámide extremadamente estable y capaz de expresar con transparencia los designios del poder.

Pero hubo algo que los antiguos no verificaron: la Regla para los Contempladores. Conocieron la Contemplación como una posibilidad latente que en la práctica no valía la pena explorar.

¿Por qué? Porque, en una época en que ser naualli era estar en la cúspide de la escala social, la Contemplación como arte no tenía objeto. Hubiera sido una mala inversión. Pero, cuando cambió la modalidad de la época, ese razonamiento llevó a los antiguos casi al borde de la extinción.

Sólo sobrevivieron los linajes que fueron capaces de aplicarla; el resto se disolvió, se perdió en el torbellino que significó la caída del régimen de los antiguos nauallis. La incorporación de la Contemplación determinó el nacimiento de los nuevos nauallis. Con ellos, la Regla del Naualli quedó completamente dilucidada.

¿Cuándo ocurrió eso? El período de los nuevos nauallis comenzó hace unos cinco mil años. A través de la Contemplación, el aporte fundamental de aquellos mescaleros fue la noción de la
Impecabilidad.

El objetivo de la Regla del Naualli es generar Partidas, es decir, organismos auto-conscientes capaces de volar por esa inmensidad de ahí afuera. Tales organismos se componen por la suma de un grupo de mescaleros que han armonizado sus intentos individuales. La finalidad de ese diseño es perpetuar una dimensión no humana de la conciencia. Una dimensión en la que la personalidad ya no es la meta.

Los seres humanos somos incapaces de entrar y permanecer largo tiempo dentro de la conciencia cósmica. O salimos de allí y olvidamos, o nos quedamos y nos fundimos con ese insondable mar. Pero el poder que nos rige ha encontrado el modo de soslayar tal limitación, creando organismos en los cuales las entidades individuales funcionamos al modo de miembros.

En el seno de esos organismos se genera un tipo radicalmente nuevo de atención, un intento orientado a explorar lo desconocido y a investigar en equipo lo que no se puede conocer. Los sentimientos de individualidad ya no son el centro de su darse cuenta, pues quedan sustituidos por algo mucho más intenso: la vivencia dentro del todo, un estado energético que ningún hombre común puede siquiera concebir. Ahí no hay rutinas, no hay ego, no hay ignorancia, no hay interpretación. Ese tipo de organismo es sólo una etapa en el camino infinito de la conciencia, pero, para nosotros como seres humanos, esa etapa es final.

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