martes, 4 de agosto de 2009

Ver

Eres demasiado débil. Te apuras cuando deberías esperar, pero esperas cuando deberías darte prisa. Piensas demasiado. Ahora piensas que no hay tiempo que perder. Yo soy responsable de ti y no quiero que mueras como un idiota. ¡Vive como mescalero! Ya te he dicho: un mescalero acepta la responsabilidad de sus actos, del más trivial de sus actos. Tú actúas tus pensamientos y eso está mal. Tu fracaso es que lo piensas todo. Recuerda que debes vivir como un mescalero, creo que entiendes eso muy bien. Tu manera de vivir es suficientemente templada. En realidad, es más templada que los aprendices de Celestino, y así y todo ellos ven y tú no. Tu vida es más compacta que la de ellos y ellos probablemente verán antes que tú. Eso de veras me confunde. Ni siquiera Celestino puede acabar de entenderlo. Has cumplido fielmente todo lo que te he mandado hacer. Todo cuanto mi benefactor me enseñó, en la primera etapa del aprendizaje, te lo he pasado. La regla es justa, los pasos no pueden cambiarse. Has hecho todo cuanto uno tiene que hacer y sin embargo no ves; pero a los que ven, como Celestino, les parece que ves. Yo me fío de eso y caigo en una trampa. Siempre acabas portándote como un tonto que no ve, y por supuesto eso es lo que eres.

Debes esperar con paciencia, sabiendo que esperas y sabiendo qué cosa esperas. Ese es el modo del mescalero. Y si se trata de cumplir una promesa, debes conocer que la estás cumpliendo. Entonces llegará un momento en el que tu espera habrá terminado y ya no tendrás que honrar tu promesa. Aprende a reducir tus necesidades. Lo que nos hace desdichados es la necesidad. Pero si aprendemos a reducir a nada nuestras necesidades, la cosa más pequeña que recibamos será un verdadero regalo. A nosotros, como individuos, nos toca oponernos a las fuerzas de nuestras vidas. Esto te lo he dicho mil veces: sólo un mescalero puede sobrevivir. Un mescalero sabe que espera y sabe lo que espera, y mientras espera no quiere nada y así cualquier cosita que recibe es más de lo que puede tomar. Si necesita comer halla el modo, porque no tiene hambre; si algo lastima su cuerpo halla el modo de pararlo, porque no siente dolor. Tener hambre o sentir dolor significa que uno se ha entregado y que ya no se es mescalero; las fuerzas de su hambre y su dolor lo destruirán.

Debes actuar como mescalero. Uno aprende a actuar como mescalero actuando, no hablando. Debes olvidar todo por completo antes de embarcarte nuevamente en la empresa de ver. Un mescalero tiene que usar su voluntad y su paciencia para olvidar. De hecho, un mescalero no tiene más que su voluntad y su paciencia, y con ellas construye todo lo que quiere. No me digas que no eres un mescalero, porque has empezado a caminar sobre este sendero. Ya no te queda más tiempo para retiradas ni para lamentos. Sólo tienes tiempo para vivir como un mescalero y trabajar por la paciencia y la voluntad, quieras o no quieras.

Recuerda que la voluntad es algo muy especial. Ocurre misteriosamente. No hay en realidad manera de decir cómo la usa uno, excepto que los resultados de usar la voluntad son asombrosos. Acaso lo primero que se debe hacer es saber que uno puede desarrollar la voluntad. Un mescalero lo sabe y se pone a esperar. Tu error es no saber que estás esperando a tu voluntad. Mi benefactor decía que un mescalero sabe que espera y sabe lo que espera. En tu caso, tú sabes que esperas. Llevas años aquí conmigo, pero no sabes qué estás esperando. Es muy difícil, si no imposible, que el hombre común y corriente sepa lo que está esperando. Pero un mescalero no tiene problemas; sabe que está esperando a su voluntad. La voluntad es un poder. Y como es un poder, tiene que ser controlado y afinado, y eso toma tiempo. Lo sé y soy paciente contigo. A tu edad, yo era igual de impulsivo. Pero he cambiado. Nuestra voluntad opera a pesar de nuestra indulgencia. Por ejemplo, tu voluntad ya está abriendo tu boquete, poco a poco.

Lo que un naualli llama voluntad es un poder dentro de nosotros. No es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo. La voluntad es lo que puede darte el triunfo cuando tus pensamientos te dicen que estás derrotado. La voluntad es lo que te hace invulnerable. La voluntad es lo que manda a un naualli a través de una pared; a través del espacio; a la luna, si él lo quiere.

Un hombre común nada más agarra las cosas del mundo con las manos, o los ojos, o los oídos, pero un naualli también las agarra con la nariz, o la lengua, o la voluntad, sobre todo con la voluntad. No puedo describir realmente cómo se hace, pero tú mismo, por ejemplo, no puedes describirme cómo oyes. Lo que sucede es que yo también puedo oír, de modo que podemos hablar de lo que oímos, pero no de cómo oímos. Un naualli usa su voluntad para percibir el mundo. Pero no es como percibirlo con el oído. Cuando miramos el mundo o cuando lo oímos, tenemos la impresión de que está allí y de que es real. Cuando percibimos el mundo con la voluntad, sabemos que no está tan allí ni es tan real como pensamos...

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