jueves, 13 de agosto de 2009

Un centímetro cúbico de suerte

Al terminar el relato, me quedé pensando sobre aquellos mescaleros. La anécdota me había expuesto a un Pablo más humano, cuando el que conocí era más admirable, casi una autoridad en la materia del conocimiento de los mescaleros. Era como si de repente le hubiera encontrado un error a un sistema tan rígido como el de los nauallis. Sin embargo, esa era la actitud de un aprendiz: un bocadura. Siempre refutábamos la idea de no ser aquel personaje que don Gaspar describía. Tratábamos de ocultarlo todo. Fue en ese entonces que me embargó la nostalgia y quise saber hacia dónde habían marchado los mescaleros. Para ellos, yo había cometido bastantes errores, que decidieron dejarme. Ya no volveríamos a vernos. Sentí el deseo de volver a estar al lado de ellos… de repente sentí un golpe en la cabeza.

La mescalera me había dado con la palma de su mano. Me miraba burlonamente y me reprochó que yo era un débil estúpido que se preocupaba por todo. Que no la estaba escuchando y que a pesar del relato, yo no había entendido nada. Le dije que sí, le dije que me estaba hablando de ser inaccesible. La mescalera puso sus ojos en blanco en señal de fastidio. Se puso de pie, y luego me dijo:

"Un mescalero sabe que atraerá caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, sin quererlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estás agarrado".

Le dije que en mi vida cotidiana la inaccesibilidad era inconcebible. Me refería a que, para funcionar, yo tenía que estar al alcance de todo el que tuviera algo que ver conmigo.

"Ya te dije que ser inaccesible no significa esconderse ni andar con secretos. Tampoco significa que no puedas tratar con la gente. Un mescalero usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas, o animales, o personas o poder. Un mescalero tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo".

Le dije que todo eso me parecía una contradicción. No puedo ser inaccesible si estoy allí en mi mundo, hora tras hora, día tras día.

"No entendiste. Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente, se queda cuanto necesite quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna".

Me quedé callado, sabía que tanto el relato como el consejo, se refería a mi actitud con Hilda, o incluso más allá de todas las cosas cotidianas. La mescalera fue a la cocina y trajo un vaso lleno de agua helada. Cuando se volvió a sentar a mi lado, le confesé que las cosas me abrumaban. Es decir, me ocurrían cosas que sin necesidad de buscarlas sucedían, y me traían cierta felicidad. Pero las cosas que buscaba, me preocupaban bastante, y me traían al borde del nerviosismo, porque terminaba siendo rechazado. Yo no soy un tipo que espera las cosas, soy un tipo que sale por ellas, pero regreso sin éxito. Le pregunté a la mescalera si me había entendido.

Me miró con cierta ternura, y me dijo al tomarme la mano:

"Hay algo que ya por ahora debías tener en cuenta. Yo lo llamo el centímetro cúbico de suerte. Todos nosotros, mescaleros o no, tenemos un centímetro cúbico de suerte que salta ante nuestros ojos de vez en cuando. La diferencia entre un hombre común y un mescalero es que el mescalero se da cuenta, y una de sus tareas consiste en ponerse alerta, esperando con deliberación, para que cuando salte su centímetro cúbico él tenga la velocidad necesaria, la presteza para agarrarlo. La suerte, la buena fortuna, el poder personal, o como lo quieras llamar, es un estado peculiar de cosas. Es como un palito que sale frente a nosotros y nos invita a arrancarlo. Por lo general andamos demasiado ocupados, o preocupados, o estúpidos y perezosos, para darnos cuenta de que es nuestro centímetro cúbico de suerte. Un mescalero, en cambio, siempre está alerta y duro y tiene la elasticidad, el donaire necesario para agarrarlo. ¿Te crees capaz de agarrar tu centímetro cúbico de suerte?"

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