martes, 7 de julio de 2009

Refrenamiento

Mi segundo empleo fue trabajar como lavador de autos, por sugerencia de mi padre. La idea era que de tal manera, haría ejercicio al mismo tiempo que ganaba dinero. Mi padre era cliente distinguido de Paco, dueño del negocio de lava autos, así que las referencias ya estaban acordadas. Llegué una tarde al lavadero y me encontré con algunos amigos de la primaria. Por un lado fue agradable estar al lado de ellos, sin embargo, José fue uno de mis dolores de cabeza, pues era el que se encargaba de los trabajadores cuando el patrón no estaba; yo de plano ni sabía cómo lavar un auto, y no estaba dispuesto a consentir las órdenes de José. José me humillaba constantemente. No tenía más opción que tolerarlo, debido al seguimiento del plan estratégico de mi benefactor: ser esmerado y circunspecto con quien fuera que llegara buscando una víctima.

Pero al superar en esa misma tarde de mi primer día como lavador ("mi debut" como calificó José), no me imaginaba que mi verdadero dolor de cabeza iba a ser el padre del patrón. Asistí en las mañanas a lavar autos junto con Mario, un excelente tipo que me enseñó todas las técnicas de lavado, a excepción del lavado del motor. Mario me compartía historias acerca de su juventud como lavador en el Distrito Federal y sobre su experiencia con las drogas. Pero con el padre del patrón: don Gustavo, tuve que aprender a tragarme el orgullo, porque si José me humillaba, don Gustavo no se quedaba a la zaga con sus indirectas.

Tenía que soportarlo para adquirir disciplina. Según los nauallis, el perfecto maldito tirano no tiene ninguna característica redentora. Don Gaspar me dijo que los 2 últimos atributos del ser mescalero, que yo no tenia en aquel entonces, habían quedado automáticamente incluidos en la estrategia. El refrenamiento es esperar con paciencia, sin prisas, sin angustia; es una sencilla y gozosa retención del pago que tiene que llegar.

Mi vida era una humillación diaria, a veces hasta me aguantaba las ganas de llorar cuando don Gustavo me decía que era un lento inútil lavando autos, y sin embargo, yo era feliz. La estrategia de mi benefactor fue lo que me hizo aguantar de un día a otro sin odiar a nadie. Tenía que pensar como mescalero: Sabía que estaba esperando y sabía qué era lo que esperaba. Precisamente en eso radica el gran regocijo del ser mescalero.

Mis castigos eran lavar los autos que los colegas no querían lavar por evitar los reclamos de los ya conocidos clientes. Esto fue lo que me dio destreza para lavar un auto exactamente en 30 minutos. Para Paco me fui convirtiendo en un lavador sumiso y responsable. Para don Gustavo no, pero de alguna manera las cosas fueron cambiando: José y sus colegas metían en problemas a Paco con los clientes, hasta que un día el patrón tuvo que correrlos y buscar nuevos lavadores. Mario tuvo que irse a Cancún por cuestiones de empleo. Así que yo me convertí en el encargado de los lavadores y en el administrador. Don Gustavo tuvo que aceptar que ahora yo era un trabajador modelo, debido a que en las ocasiones que estaba yo solo como lavador, él me tenía que ayudar.

En 3 meses, ejercí los 4 atributos de ser mescalero. Gracias a ellos había triunfado. Ni una sola vez sentí compasión por mí mismo, ni lloré de impotencia. Sólo sentí regocijo y serenidad. Mi control y mi disciplina estuvieron afilados como nunca lo estuvieron. Además, experimenté directamente, aunque no los tenía, lo que siente el mescalero impecable cuando usa el refrenamiento y la habilidad de escoger el momento oportuno. Al decidir entrar a la Universidad, tuve que abandonar el empleo, y por carencia de lavadores (sobre todo lavadores de confianza), Paco tuvo que cerrar su negocio.

Después de lo sucedido, don Gaspar me explicó algo muy interesante. Refrenamiento significa retener con el espíritu algo que el mescalero sabe que justamente debe cumplirse. No significa que el mescalero ande por ahí pensando en hacerle mal a alguien, o planeando cómo vengarse y saldar cuentas. El refrenamiento es algo independiente. Mientras el mescalero tenga control, disciplina y la habilidad de escoger el momento oportuno, el refrenamiento asegura que recibirá su completo merecido quienquiera que se lo haya ganado.

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