miércoles, 18 de julio de 2007

Los mescaleros del porvenir

Caminaba, cerca de las doce del día, por todo el malecón. Apreciaba la tranquilidad del mar, y dejé que la brisa marina haga su trabajo: llevarse los pensamientos lejos. No obstante, ver el mar, me daba la impresión de que algo me estaba esperando en esa eternidad. Medio cerré los ojos y susurré voluntad. Alguien me tocó el hombro; me dijo que no virara a verlo, pero era obvia aquella voz: "ya es hora..."

Delante de mí, el mar se tornó en un color sangre; el aire era asfixiante. Sentía un enorme bochorno como si estuviera en el infierno. Pensé que mi alma había fallecido. Luego de esa sensación, todo se oscureció y llegó la frialdad. Estaba en la bóveda solar. Estaba sentado en un extraño suelo, parecía una arena movediza; no obstante, estaba en su superficie.

"Bienvenido una vez más, Mescalito..." Me dijo una voz ronca, que ya había logrado identificar. Me puse de pie y viré para ver si estaba seguro de quién se trataba. Cuál fue mi sorpresa al ver a todos los mescaleros. Fidencio, Magaly, Loreto, don Gaspar, don Celestino, doña Alvina, Yolanda, Pablo... y otras siete personas que jamás había visto en mi vida. Sonreí al verlos, sentía ganas de llorar por la emoción. "¿No vas a preguntar por qué estamos aquí?" Me preguntó Loreto con una voz suave y dulce. Yo negué con la cabeza, y dije que me daba gusto volver a verlos... "Ya ha pasado un año... ¿no es así, Fabián?"

Me quedé extrañado al mirar a la persona que me había preguntado. Me pregunté un año de qué. Todos se comenzaron a reír. Le pregunté que quién era, me dijo que se llama Vicente...

Quedé extrañado. Jamás lo había conocido en toda mi vida...

"Son los mescaleros del porvenir..." me dijo don Gaspar. "Por el momento verás a estos tres... ya los conoces, no personalmente, pero los conoces..."

Entonces dieron un paso al frente los otros dos. Loreto se sonrió de mí, y me dijo: "Este es Vicente; él es Miguel y ella es Susana..."

Conocía muy bien esos nombres. Caí al suelo y cerré los ojos para calmar toda la sacudida de mi cuerpo.

"¿Por qué están aquí?"

"Porque queremos que veas, que tu camino tiene que ser muy difícil, para poder transmitirles a estos mescaleros todo el conocimiento que estás acumulando..."

"Pero si ya están en la bóveda... se supone que ya son mescaleros..."

"Aún no. Ellos han sido traídos aquí para que no desesperen y se den cuenta que tú estás al pendiente de ellos".

"¿Quiénes son las otras siete?"

"Esos los conocerás después... por el momento, a petición tuya y de los mescaleros del porvenir, hemos realizado este encuentro, para que no te rindas. Retoma el camino, retoma tus desafíos. ¿Quieres ser un hombre común toda tu vida? Está cerca el tiempo de los seres extraordinarios..."

Pensé que me era más cómodo ser un hombre común. Pero como la regla así lo pide, el camino que comenzamos, jamás, jamás se debe dejar a medias...

Vicente, Miguel y Susana me miraron, me contemplaron, y me dijeron: "ánimo... El tiempo de los Extraordinarios está cerca, no renuncies a tus desafíos... te estamos esperando, y tú sabes que camino tomar... ese es el camino. No dejes que nos convirtamos en polvo de ese camino que jamás querrás recorrer..."

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