martes, 3 de julio de 2007

La voluntad de un Mescalero

Me quedé callado en mi habitación. Sentía que moría. Cerré los ojos fuertemente, que detuve tanta depresión. Estaba sufriendo un caos emocional, y no entendía el por qué. Sé que me quedé dormido en algún momento, porque posteriormente, supe que estaba dentro de un sueño. Estaba en el desfiladero del Cerro de la Cueva de las flores. Magaly estaba sentada arrinconada contra el muro de la cueva.

La miré y recordé muchas cosas que Loreto me había advertido: "Magaly se ha convertido en una Huizache". Quise preguntarle acerca de tal concepto pero me miró con unos extraños ojos. Su voz resonó por toda la cueva, y sentí un extraño dolor en el estómago.

"Debes actuar como un mescalero", me dijo, mientras yo me estrujaba de dolor. Con el poco aire que acumulé, le pregunté "¿Cómo?"

"Uno aprende a actuar como mescalero actuando, no hablando".

Le pregunté que qué podía hacer para poder vivir como un mescalero. Le dije que no sabía cómo cambiar. Que por eso le pedía que me dijera cómo vivir, para poder buscar la manera de adaptarme a esa forma de vida. Me explicó que si yo trataba de ver a lo loco, antes de sanar las heridas que recibí luchando, lo más probable era que volviese a encontrarme con mi desafío aunque no anduviera buscándolo. Magaly me aseguró que nadie en esa posición podría sobrevivir tal en­cuentro.

"Un mescalero tiene que usar su voluntad y su paciencia para olvidar. De hecho, no tiene más que su voluntad y su paciencia, y con ellas construye todo lo que quiere".

"Pero yo no soy un mescalero".

Me dijo que eso no era cierto, porque ya había empezado a aprender las técnicas. Que ya no me queda más tiempo para retiradas ni para lamentos. Que sólo tengo tiempo para vivir como un mescalero y trabajar por la paciencia y la voluntad, quiera o no quiera.

Le pregunté cómo trabaja un mescalero por ellas.

"Creo que no hay manera de hablar de eso. Y menos de la voluntad. La voluntad es algo muy especial. Ocurre misteriosamente. No hay en realidad ma­nera de decir cómo la usa uno, excepto que los resultados de usar la voluntad son asombrosos. Acaso lo primero que se debe hacer es saber que uno puede desarrollar la vo­luntad. Un mescalero lo sabe y se pone a esperar. Tu error es no saber que estás esperando a tu voluntad.

"Loreto decía que un mescalero sabe que espera y sabe lo que espera. En tu caso, tú sabes que esperas. Lle­vas años aquí conmigo, pero no sabes qué estás esperando. Es muy difícil, si no imposible, que el hombre común y corriente sepa lo que está esperando. Pero un mescalero no tiene problemas; sabe que está esperando a su voluntad".

Le pregunté qué es exactamente la voluntad. Pregunté si era "determinación", como la determinación de tener una mujer que se ame perdidamente.

"No. Eso no es voluntad. Eso nada más es una forma de entregarse. La voluntad es otra cosa, algo muy claro y poderoso que dirige nues­tros actos. La voluntad es algo que un hombre usa, por ejemplo, para ganar una batalla que, según todos los cálcu­los, debería perder".

"Entonces la voluntad debe ser lo que llamamos valor".

"No. El valor es otra cosa. Los hombres valientes son hombres dignos de confianza, hombres nobles perennemente rodeados de gente que se congrega en torno suyo y los admira; pero muy pocos hombres valientes tienen voluntad. Por lo general son hombres sin miedo, dados a hacer acciones temerarias de sentido común; casi siempre, un hombre valiente es también temible y temido. La voluntad, en cambio, tiene que ver con hazañas asombrosas que desa­fían nuestro sentido común".

"¿Es la voluntad el dominio que podemos tener sobre nosotros mismos?" Me dijo que se podría tomar como una especie de dominio.

"¿Crees que yo pueda ejercitar mi voluntad, por ejemplo, negándome ciertas cosas?"

"No. Negarte es una entrega, y no te recomiendo ninguna cosa por el estilo. Si te forzara a parar de preguntar, podrías torcer tu voluntad tratando de obedecer. Entregarse a la negación es el peor de todos los modos de entrega; nos fuerza a creer que estamos haciendo cosas buenas, cuando en efecto sólo estamos fijos dentro de nosotros mismos. Dejar de hacer preguntas no es la voluntad de la que te hablo. La voluntad es un poder. Y como es un poder, tiene que ser controlado y afinado, y eso toma tiempo. Lo sé y soy paciente contigo. A tu edad, yo era igual de impulsiva. Pero he cambiado. Nuestra voluntad opera a pesar de nuestra indulgencia".

0 comentarios: