sábado, 7 de julio de 2007

El sueño de un mescalero

Sentí que había dormido por miles de años. Cuando desperté, mi cuerpo estaba engarrotado, parecía que no podía mover ningún músculo. Mis ojos me revelaron que estaba en mi cuarto. Los tragaluces daban una excelente claridad, como si las lámparas estuviesen encendidas. Eran las 5 pm. Lo sé porque miré el reloj de la pared. Sin saber cómo, concentré mi energía en mis pies y logré bajar de la cama. Caí. No podía caminar. Sin duda, algo extraño me había ocurrido, pero no sabía qué era. No había nadie en casa. Estaba yo, completamente solo. Me dirigí, reptando, hacia el espejo que estaba frente del baño. Quería verme...

Quedé horrorizado. Mi cara estaba envejecida, como si me hubiese vuelto un anciano; tenía ojeras, mi piel parecía escurrirse. Grité de terror y caí de espaldas... "¿Qué ocurrió? ¿Estoy dentro de un sueño?"

Cerré los ojos para intentar recordar qué me había sucedido en la mañana o en el día anterior. Nada. Ninguna remembranza. No obstante, me hablé a mí mismo, y algo me ordenó que cerrara los ojos y viera...

Ahí estaba yo, entre la selva. Un lugar que ni siquiera sé si alguna vez pisé físicamente. No estaba solo, estaba con mi maestro. Habíamos hablado de algo muy serio, según vi la cara de mi benefactor.

"No pienses en nada más. El resto te lle­gará solo".

Me dijo, y se puso en pie ; me dio palmaditas en la cabeza y dijo con voz muy suave:

"Te voy a enseñar a hacerte mescalero del mismo modo que te he enseñado a cazar. Pero te hago la ad­vertencia de que aprender a cazar no te ha hecho ca­zador, ni el aprender a ser guerrero te hará mescalero".

No sé por qué, pero experimenté un sentimiento de frustración, una desazón física que bordeaba en la angustia. Me quejé de los vívidos sueños y pesadillas que tenía. Mi maestro pareció deliberar un momento y volvió asentarse.

"Son sueños raros", le dije.

"Siempre has tenido sueños raros".

"Le digo, esta vez son de veras más raros que cua­lesquiera que haya tenido".

"No te preocupes. Sólo son sueños. Como los sue­ños de cualquier soñador común y corriente, no tie­nen poder. Conque ¿de qué sirve preocuparse por ellos o hablar de ellos?"

Le confesé que me molestaban. Le pregunté si no hay algo que pue­da yo hacer para detenerlos.

"Nada. Déjalos pasar. Ya es tiempo de que te hagas accesible al poder, y vas a comenzar abordando el soñar. Nunca te he dicho del soñar, porque hasta aho­ra sólo me proponía enseñarte a ser cazador. Un cazador no se ocupa de manipular poder; por eso sus sueños son sólo sueños. Pueden calarle hondo, pero no son soñar.

"Un mescalero, en cambio, busca poder, y una de las avenidas al poder es el soñar. La decisión de quién puede ser guerrero y quién puede ser sólo cazador, no depende de nosotros. Esa decisión está en el reino de los poderes que guían a los hombres".
"¿Qué propone usted que haga?" le pregunté.

"Hacerte accesible al poder; abordar tus sueños. Los llamas sueños porque no tienes po­der. Un mescalero, siendo un hombre que busca poder, no los llama sueños, los llama realidades".

"¿Quiere usted decir que el mescalero toma sus sue­ños como si fueran realidad?"

"No toma nada como si fuera ninguna otra cosa. Lo que tú llamas sueños son realidades para un mescalero. Debes entender que un mescalero no es ningún tonto. Un mescalero es un cazador inmaculado que anda a caza de poder; no está borracho, ni loco, y no tiene tiempo ni humor para fanfarronear, ni para mentirse a sí mismo, ni para equivocarse en la jugada. La apuesta es demasiado alta. Lo que pone en la mesa es su vida dura y ordenada, que tanto tiempo le llevó perfeccionar. No va a desperdiciar todo eso por un estúpido error de cálculo, o por tomar una cosa por lo que no es.

"El soñar es real para un mescalero porque allí puede actuar con deliberación, puede escoger y rechazar; puede elegir, entre una variedad de cosas, aquellas que llevan al poder, y luego puede manejarlas y usarlas, mientras que en un sueño común y corriente no puede actuar con deliberación".

Le pregunté si entonces si lo que quería decir era que el soñar es real. Me dijo que sí era real.

"¿Tan real como lo que estamos haciendo ahora?"

"Si se trata de hacer comparaciones, yo diría que a lo mejor es más real. En el soñar tienes poder; puedes cambiar las cosas; puedes descubrir incontables hechos ocultos; puedes controlar lo que quieras..."

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