sábado, 28 de julio de 2007

De la selva

Fue un cambio tan de repente, pero que ya estaba programado desde el año pasado. Inicié un viaje que no fue como todas las veces: caminar en los cerros desérticos y apreciar la naturaleza muerta, la imponencia de los órganos y el misterio de las cuevas, sino un viaje hacia el punto del origen.

Los rayos solares le dieron un color distinto al follaje de los árboles. Aquellos amaneceres me dieron un estado de tranquilidad efímera. El canto de las aves invisibles me musitaban una extraña bienvenida. Al caminar los senderos de aquellos lugares inaccesibles, me llega el olor del humo matutino de los pueblos ancestrales. Por un momento sentí ganas de gritar de desesperación por la enorme energía de aquellos lugares distantes. Sentí también una enorme tristeza por ver aquellos hombres, mujeres y niños convertirse en sombras huidizas. Mi sangre salió de mis venas, transpiró en sudor y se fusionó con la tierra... "He regresado..."

Tras cuatro años de ausencia, la selva me volvió a cobijar. Sentí miedo por la reacción de mi cuerpo, pero todo, absolutamente todo era inevitable. Un cambio emergente sucedía en todos mis pensamientos. Vi imágenes de seres que se alejaban y de seres que iba a conocer muy pronto, en esa nueva etapa. El viento me dio la señal: yo estaba ahí para quedarme y descubrir los antiguos caminos. Me aferré a que aún no he aprendido a descifrar esas señales...

Fue tanta mi ineptitud que el sol se enojó tanto conmigo que me hizo dudar de todas mis pequeñas victorias.

Al terminar aquellas jornadas, me sentaba bajo los árboles y dejaba que mis oídos apreciaran las risas apagadas de aquellos niños de antaño; las historias de aquellos viejos y las aventuras de los nuevos jóvenes... era esa lengua mística que me ataba a lo que ahora parece que no vale la pena ser... un mescalero... ¿Quién soy en este mundo?...

Y al terminar esas horribles reflexiones me daba cuenta que aquellos lugares eran pueblos fantasmas. Ni un alma se asomaba en las ventanas... El viento dejó de soplar, y las hormigas se detuvieron. Las avizpas me zumbaban cerca de la cabeza. Y de repente, mi cuerpo se sacudió. El típico sentimiento emergió de nuevo: Estoy solo; me siento solo ahora, más que nunca...

Me preguntaba si así era el destino: cruel y despiadado. En lo más recóndito de mi memoria todo había desaparecido; todo mi aprendizaje era obsoleto en tal situación: algo me estabaa frenando. Llegué a concluir que estaba en nuevos territorios.

Cerré los ojos aquel día tan inesperado, después de una jornada difícil. Apareció un fantasma a mi lado: un anciano de 87 años, que era habitante de aquel lugar: fue chiclero en su juventud, y se llamaba don Delio.

Aquella piel cobriza y arrugada se comparó a la mía y me dijo que no distabamos del mismo destino. Arrimó nueve piedras frente a mí y me dijo que el sufrimiento de todo hombre al final de cuentas es estar solo. Le dije que lamentaba no estar de acuerdo con tal idea, porque yo era un ser diferente a él: soy un mescalero.

"¿Un mescalero? ¿Qué chingada madre es eso? Has vivido en tu imaginación toda tu vida. Dime, ¿no te crees que te estás lastimando demasiado con esas ideas estúpidas?"

Aquella lengua mística parecía más un canto que un reproche. No me sentí tan culpable por mi decisión de seguir pensando de que algún día cambiaría mi modo de vivir. Sin embargo, al apreciar aquellas piedras, sentí una extraña desesperación de convocar toda mi energía y activar mi voluntad, para demostrarle a aquel anciano que yo no era un ser al que se le debe subestimar tan fácilmente. No obstante, el anciano pareció captar mi estado de ánimo, y me arrinconó al tronco del árbol, y me detuvo. Meneó la cabeza con reprobación.

Don Delio tomó una de las piedras y me la puso cerca de la cara.

"Esto que ves, es más que una simple roca. Así como las ves ahora, así se te reflejarán. Son tus 9 sueños y en cada sueño descubrirás una gran verdad, muchacho..."

Era hora de partir de aquel lugar. Me alejé sin darle la espalda a aquel anciano. Sentí mucho miedo, algo en mi ser me unía a una nueva conexión...

En las noches escuchaba la voz distante. Quería que me diera fuerza y me hiciera olvidar de todo lo que me sucedía, pero al parecer la voz estaba en las mismas condiciones que yo...

Mi energía comenzó a fluir y empecé a soñar...

0 comentarios: