miércoles, 11 de marzo de 2009

Sin rumbo

"Celestino pasaba la mayor parte del tiempo en su cuerpo de soñar. Lo prefería. Por eso podía hacer las cosas más fantásticas y asustarte mortalmente. Celestino podía pasar por la grieta de entre los mundos como tú y yo lo hacemos por una puerta, en ambas direcciones". Me contó la mescalera.

Don Gaspar también me había hablado mucho de la grieta entre los mundos. Yo siempre había creído que se refería, metafóricamente, a una división sutil entre el mundo percibido por un hombre corriente y aquel percibido por los mescaleros.

La mescalera y las muchachas me habían demostrado que la grieta entre los mundos era algo más que una metáfora. Era más bien la capacidad para pasar de uno a otro nivel de atención. Una parte de mí entendía perfectamente a la mescalera, en tanto la otra se hallaba más aterrorizada que nunca.

"Has estado preguntando por el lugar al que habían ido Gaspar y Celestino. Yolanda fue muy brutal al decirte que se habían ido al otro mundo; Pablo te dijo que habían abandonado estos alrededores; Efraín y Fernanda, como buenos idiotas, te asustaron. Lo cierto es que se marcharon por esa grieta". Explicó la mescalera.

Por alguna razón, inaprehensible para mí, sus palabras me lanzaron al caos. Siempre había estado convencido de que su partida era definitiva. Sabía que no se habían ido en sentido ordinario, pero había dejado el asunto en el reino de la metáfora. Si bien había llegado a decírselo a amigos íntimos, nunca lo había creído realmente. En lo profundo de mí, nunca había dejado de ser un hombre racional. Pero la mescalera y las muchachas habían convertido mis oscuras metáforas en posibilidades reales. Lo cierto era que la mescalera nos había transportado a una blanca habitación valiéndose de la energía de su soñar.

La mescalera se puso de pie y declaró que yo lo había entendido todo y era hora de cenar. Nos sirvió lo que vi preparado cuando entré a la cocina. Pero cuando probé el primer bocado, tuve la impresión de no estar comiendo. Una vez que terminamos, se levantó y se acercó a mí.

"Creo que ya ha llegado el momento de que te vayas".

La frase parecía ser una indicación para las muchachas. Éstas dejaron los asientos a su vez.

"Si te quedas, ya nunca podrás partir. Gaspar te ofreció la libertad una vez, pero tú escogiste permanecer con él. Me dijo que si sobrevivíamos al último contacto con los aliados debía darles de comer, hacerlos sentir bien y despedirme de todos. Supongo que ni mis hermanitas ni yo tenemos dónde ir, de modo que no hay posible elección. Pero tu caso es diferente".

Las muchachas me rodearon y se despidieron una a una.

La situación era monstruosamente irónica. Podía irme, pero no tenía a dónde. Tampoco para mí había elección. Años atrás don Gaspar me había brindado una oportunidad de marcharme; ya entonces me había quedado por no tener lugar alguno al cual dirigirme.

"Se escoge sólo una vez. Elegimos ser mescaleros o ser hombres corrientes. No existe una segunda oportunidad. No sobre esta tierra".

2 comentarios:

[Saori] dijo...

Tienes toda la razon mi querido amigo, solo se elige una vez y no hay mas oportunidades, pero a mi se me estan pasando esas en las cuales puedo elegir y aunque yo quiera parar hay algo mas que me lo impide... como siempre que gran post :)

Si no sabes a donde ir, cualquier camino te lleva

Anónimo dijo...

"Quien quiere hacer algo busca un medio, quien no quiere hacer nada busca una excusa"

C'est la vie...