martes, 3 de marzo de 2009

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"¿Y en qué consiste ese arte?"

"Celestino me contó que intentó innumerables veces darte a conocer el arte del soñador. Exhibió ante ti su otro cuerpo: el del soñar; en una ocasión te hizo estar en dos sitios simultáneamente, pero tu vaciedad no te permitió ver lo que te indicaba. Ahora parece que es diferente. Celestino hizo de unas personitas las extraordinarias soñadoras que son; esta noche ellas te revelarán el arte de Celestino.

"Celestino nos enseñó, a ti y a mí, a ser desapasionados. Yo soy más desapasionada que tú por cuanto carezco de forma. Tú aún la conservas y estás vacío. Es decir, que tienes toda clase de problemas. Algún día, sin embargo, volverás a estar completo y te darás cuenta de que Celestino tenía razón. Afirmaba que el mundo de las gentes sube y baja y las gentes suben y bajan con su mundo; como mescaleros, no tenemos por qué seguirlas en sus subidas y bajadas.

"El arte de los mescaleros consiste en estar fuera de todo y pasar desapercibido. Y, sobre todo, en no malgastar el poder. Gaspar me informó de que tu problema es que siempre te enredas en idioteces, como ahora".

Su risa era clara y contagiosa. Hube de reconocerle que tenía razón. Los pequeños problemas siempre me habían fascinado. No le oculté que el empleo que hacía del término "atención" me desconcertaba.

"Ya te he hecho saber lo que Gaspar me transmitió acerca de la atención. Captamos las imágenes del mundo mediante nuestra atención. Es muy difícil enseñar a un varón el arte de los mescaleros porque su atención siempre está bloqueada, dirigida hacia algo. Una mujer, por el contrario, se halla siempre abierta, puesto que durante la mayor parte del tiempo no concentra su atención sobre nada específico. En especial cuando tiene la regla. Gaspar insistía en ello; además, me demostró que en ese período mi atención escapaba de las imágenes del mundo. Si no lo atiendo, el mundo se desploma".

"¿Cómo es eso?"

"Es muy sencillo. Mientras una mujer menstrúa, le es imposible concentrar su atención en nada. Esa es la fractura a la cual se refería Celestino. En vez de luchar por focalizarla, la mujer debe dejarse ir de las imágenes fijando la vista en el horizonte distante, o en el agua de los ríos, o en las nubes.

"Si miras con los ojos abiertos, te confundes y la vista se te nubla; pero si los entornas y parpadeas constantemente y observas las nubes de una en una, puedes pasar horas haciéndolo, o días, si es necesario.

"Celestino tenía por costumbre hacernos sentar ante la puerta y contemplar el horizonte. A veces se sentaba a nuestro lado durante días enteros, hasta que la fractura se producía".

Me hubiera gustado que siguiera hablando, pero calló y se apresuró a sentarse muy cerca de mí. Me indicó con un gesto que escuchase. Oí un crujido y, de pronto, una chica que estaba sentada muy cerca de ahí camino hacia nosotros. Supuse que había estado escuchando la plática que la mescalera y yo manteníamos.

Se acercó y saludó a la mescalera con un formal "Buenas noches, hermana". Se volvió a mí y dijo: "Buenas noches, nagual".

Su saludo fue tan inesperado y su tono tan serio que estuve al borde de la risa. Capté una advertencia disimulada en la mescalera. Fingía rascarse la cabeza con el dorso de la mano izquierda. Respondí tal como lo había hecho la mescalera.

Se sentó al lado de mí, a mi derecha. No sabía si debía iniciar una conversación. Estaba por decir algo cuando la mescalera me tocó la pierna con la rodilla y, con un sutil movimiento de cejas, me indicó que escuchara. Otra chica que camina hacia donde estábamos se detuvo un momento frente a nosotros. Nos saludó: a la chica, a la mescalera y a mí, en ese orden. A pesar de que las luces estaban encendidas, no logré verle el rostro. Llevaba un vestido largo y un rebozo, e iba descalza. Me percaté que la mescalera y la chica vestían igual a esta chica que apareció. Su aspecto era totalmente estrafalario; luego noté que su rostro se veía delgado y joven, pero su cuerpo estaba grotescamente inflado.

Se sentó en el suelo mirándome. Las tres parecían sumamente serias. Estaban sentadas con las piernas juntas y las espaldas rígidas.

Percibí el rumor de ropas arrastradas y apareció otra chica más. Su vestimenta era similar a la de las otras y tampoco estaba calzada. Su saludo fue igualmente formal y la lista previa a mí incluyó a la joven sentada en el suelo. Todos le respondimos en el mismo tono. Se sentó al lado de la joven del suelo. Permanecimos en total silencio por un buen rato.

La mescalera habló, de improviso. El sonido de su voz nos hizo dar un sobresalto. Dijo, señalándome, que el nagual iba a mostrarles a sus aliados, y que iba a valerse de su llamado especial para atraerlos. Intenté hacer una broma diciendo que el nagual no estaba allí, de modo que no podía convocar aliado alguno. Esperaba que rieran. La mescalera se cubrió el rostro y las jóvenes se quedaron mirando. La mescalera me tapó la boca con la mano y me susurró al oído que era necesario que me abstuviera de decir idioteces. Me miró a los ojos y me ordenó invocar a los aliados mediante el llamado de las cigarras.

1 comentarios:

[Saori] dijo...

Oye se me olvido contarte mi sueño: checa esto nomas:

Soñe viboras de todos tamaños y colores, que estaba saliendo de mi recamara, y que yo las queria matar, mire una la mas pequeña pero esa era la mas agresiva y me mostraba sus colmillos.

Despues aparecieron dos compañeras de trabajo que en realidad no me llevo muy bien con ellas y al final soñe que una de las serpientes pasaba sobre un pergamino donde esta escrito un salmo (me lo regalo una de mis amigas), cuando lo levantaba estaba lleno de algo viscoso porque la serpiente lo habia destrozado

O sea como si algo maligno quisiera deshacerce de algo bueno, algo celestial... eh me extendi, creo que mejor te lo hubiera mandado al correo jejeje bue... es todo, algun consejo?