domingo, 2 de septiembre de 2007

En un laberinto

Escucho los truenos a lo lejos. Una inmensa nube se acerca, y el viento se dirige hacia el Este. Me llegan recuerdos y pensamientos oscuros. Me doy cuenta que estoy en una explanada desierta. Tengo apretando los puños, como si retuviera un enorme coraje. Hay sangre coagulada en mis manos. Miro hacia el horizonte y le pregunto a mi mente: "¿Qué ocurre?"

Nada. Tengo en mi interior un extraño miedo, una inquietud. Ese terrible sentimiento otra vez, cuya descodificación siempre resulta un horrible presagio. Es una señal. Contemplo a mi izquierda un enorme desastre. ¿Una señal? ¿Significa algo este extraño fenómeno? Algo anda mal, un obstáculo emerge en mi camino. Escucho susurrar una voz que me trae la brisa marina: "abre los ojos, este es tu mundo." Sé que yo soy el culpable. Estoy muriendo lentamente. No hago nada al respecto por levantarme. Estoy viendo que el mundo se está yendo de cabeza, y sigo sin mover un dedo. Todo lo que hago, que pienso es mi mejor esfuerzo, es en realidad NADA.

Abro la boca para pronunciar la verdad, y me sale una extraña ficción salida de quién sabe dónde. ¿Este mi mundo? ¿Un mundo de mentiras? Quiero crear mi propio camino, no seguir el que me marcan. ¡Maldito destino, tú no tienes el control de mi vida! Yo soy el que tiene la iniciativa, el poder de mi elección. Soy yo quién decide. Todo lo que tanto deseo, se aleja de mí. "Debes luchar por alcanzar tu objetivo. Sufre, sino lo haces no sabrás valorar nada." Sí, mi felicidad es efímera. No, la felicidad es efímera. No, la felicidad es una actitud.

Una nueva fase. ¿Una nueva imagen? Sigo siendo el mismo tipo de siempre. No tengo miedo al cambio. Intento cambiar día y noche, adoptar una imagen diferente cada día que amanece para romper el hilo monótono de mi mundo. Pero no, no es así, el cambio lo debo desear, aunque debo estar consciente en que nunca llegará. Esa es la regla. Esa es la ley, eso me hace ser un mescalero.

¿Que debo olvidar? Sabes que es sencillo para mí. Pero ya no quiero suprimir cada recuerdo de mi mente. Salgo a la calle, y veo a la gente: son sombras. Y a pesar de que son entes oscuros, misteriosos, tienen vida propia. Conversan, conspiran, y se esconden en un mundo infinito. Destruyo mis tímpanos para no escuchar lo que dicen. Me quito los ojos para ya dejar de ver el sufrimiento de los demás. Proteger, ayudar, ¿Quién me ayuda? ¿Ayuda para qué? No necesitas a nadie, y nadie te necesita. Vives y construyes una ilusión cada día. Quieres vivir en un mundo en el que no ocurre accidentes, en el que no hay emoción. Y si revelas tus deseos, sentimientos, poderes, todos huyen, otros se aprovechan. Estúpidos interesados. ¡Cálmate, muchacho, cálmate!

Así será todos los días. Así será todo los meses. Así será todo el año. Tengo una misión eso es claro, pero, ¿realmente es necesario cumplirla? Es una misión en la que tengo libertad de elegir cuándo empezar. Es la búsqueda de aquella Huizache que Loreto me encargo. Otra vez regresas a lo mismo. Deja de imaginar. ¿No puedes poner los pies en la tierra? Son sólo falsas promesas. Finges ser un ser pacífico, pero por dentro quieres destruir todo, derribar el mundo. Por eso aparece esa gente, esas sombras, para que te guíen, no son malas, no.

Deja de perseguir ratones en la cabeza. Sólo calla un momento la mente. No pienses. Actúa. Ahora entiendo porqué mis manos tienen sangre. Todo lo que toco, lo destruyo. Algún día alguien me redimirá. Conciencia estúpida. ¡Quiero la vida de una persona común y corriente! No, no puedes, es tu deber seguir siendo un ser raro. Eres el minotauro que está encerrado en el laberinto. Sólo que el final, es que no entren a matarte, sino a liberarte. Paciencia.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey, qué dices Fabián. Cómo anda todo por allá.

Buen texto fatalista...

Saludos a Mario y al profe Raúl también.

Víctor Botello