domingo, 9 de septiembre de 2007

De/tensión

El cielo estaba más estrellado de lo normal. Quizá debido a la ausencia de luminarias que el huracán había destrozado. El scort rojo se estacionó frente a un monumento caído del famoso sebastián. Nos sentamos los cuatros a la orilla, a recapacitar lo que había sucedido. Saboreé una paleta sabor uva. La gorra se escapaba de mi cabeza. Escuché las olas romperse abajo de aquella elevación.

Eran cerca de las 11 pm. Había marcado al cel, pero se desvío al buzón de llamadas. Sonreí, porque me dí cuenta que era un impertinente. Las luces del scort me iluminaron. Era la típica salida de los sábados. En esta ocasión fue con mis primos: Nano, Oscar, y Chipi (el primo de mi primo Nano). Al abordar le di los zapes correspondientes a Oscar. Me la debía el condenado. "Fumando... mira que tienes papel bajo de ti, no vayas a provocar un incendio".

"No, tengo la maseca aquí entre mis pies".

Y así entre bromas, con la música de la radio, nos lanzamos por las vituallas. Chipi metió a la cajuela el paquete de masecas y una caja de leches, porque era muy incómodo estar detrás del auto con esa onda. Dimos un paseo por el extenso boulevard, que hasta criticamos el ornamento del mes patrio. Fue así, quién-sabe-cómo, que a Chipi se le ocurrió pasar en donde estaban los travestis. Al verlos no aguantamos volver a gastarnos bromas entre nosotros. "Pasamos de nuevo, y a ver si te atreves a preguntar cuánto por el servicio..".

Creo que es de mala suerte hacer eso, o creo que la noche no era propicia para jugar de esa manera. Pero así sucedió. Chipi dio la vuelta a la manzana y llegamos a donde los travestis. Nano preguntó. "Ay, papi, cobramos $250 pero somos travestis, las niñas están en la otra esquina, aquí adelantito". No sé que provocaba a Nano seguir picando a la culebra, pero terminamos convenciendo al conductor Chipi que nos alejaramos de aquel lugar, no vayan a lapidarnos.

Pero el gusanito de la broma aún no dejaba de moverse, y se dirigieron con las prostitutas adolescentes de la esquina correspondiente. Nano volvió a preguntar. "¿Cuánto por tu cosita, mami?" La chica gordita de minifalda se pegó a la ventana de Nano. "200 varos, papi".

"Sí, pero es una despedida de soltero. Es para él..." Nano me apuntó, y la chica me miró con mirada grave. "Lo siento, no podemos salir, sólo hacemos el servicio aquí. Viene incluida la habitación y los preservativos..."

"Oye, y cuánto cobras así, porque la tiene chiquita..."
"Sabes qué... a nosotras no nos importa el tamaño, sino lo que haga con ella..."

Por un momento pensé que la chica se había enojado y estaba dispuesta a lapidarnos, porque en vez de ir en el modo, digamos, serio, íbamos en son de broma. Obviemente no lo captó. Sin embargo, cambió rápido su gesto, miró hacia la calle, y nos dijo: "Ai viene la poli, váyanse, ai viene la poli..."

Chipi al escuchar eso, encendió el motor. Dobló hacia la otra calle. Alcanzamos a escuchar a la chamaca gritar: "¡Es sentido contrario!" y Chipi aceleró más por esa calle. Las luces de la patrulla alcanzaron a iluminar la cara de Oscar que iba detrás del auto conmigo. La sirena de la patrulla presionó más el miedo de Chipi. Vi que al final del camino se atravesaba otra patrulla. Chipi aceleró más entre los gritos de Nano: "¡Párate, coño, párate!" Pero al doblar a la otra calle evitando a las patrullas, creí por un momento que nos impactaríamos contra algún poste. Chipi se detuvo, y nos rodearon como 6 patrullas. Bajaron los policiás de la PFP todos armados, y nos trataron como si fuésemos narco traficantes. "¡Bajénse del auto, bájense pendejos!"

Yo salí con las manos en alto. Nano con las manos en la nuca (y se le abalanzaron 4 policías), a Oscar lo arrinconaron en la patrulla, y a Chipi lo bajaron de mala gana. A Nano y a mí nos arrinconaron en la cajuela y empezó la revisión. Me quitaron la gorra, me sacaron las llaves de la casa, la billetera y el celular. Por mi mente se atrevesó el pensamiento: "Ora sí ya nos llevaron a dormir al bote, por qué, 1) el conductor es menor de edad 2) bebidas embriagantes en el auto 3) transitar en sentido contrario 4) no haber obedecido a la patrulla y 5) estar contactando prostitutas".

"¿Por qué no se detuvieron?" - "Es que mi primo iba conduciendo y pues le ganó el miedo".

"Nada más responda lo que le están preguntando" - "Pues sí me está preguntando".

"¿Qué, cuánto te estaba cobrando la puta?" - "Sólo estabamos pendejeando..."

"¿Son de Chetumal?" - "Sí, somos de Chetumal".

"¡Mírame cuando te esté hablando!"

"¡Abre tu cartera!" - "Sólo tengo mi comprobante de colegiatura y mi seguro facultativo".

"¡Quítate los zapatos!"

"¿Qué tienes en las manos?" - "mi celular" - "¿Y en la otra?" cayó la corcholata de la cerveza.

"Ya, saquen la droga..."

"A ver, que abran la cajuela".

Encontraron la caja de leche, y el paquete de masecas. Luego quitaron el tapete donde iba la refacción. La mujer policía que se encargaba de la revisión sacó una bolsa. "Son sólo dulces..."

"¿Me puedo poner la gorra?"

"¿Maseca?" - "Es que acabamos de salir de la chamba..." - "Trabajamos con Fulanito-de-tal" "Es papá de mi primo..."

"A ver la licencia..."

Nano escuchó que reventaron las cervezas, y yo vi como el comandante de aquella cuadrilla, tomaba los cigarrillos de Oscar y los arrugaba.

"Ustedes tres, se me largan de una vez... Nada más se queda el conductor" - "Pero es mi primo, no lo podemos dejar..." - "Dije que se largaran..."

Nos alejamos sin mirar atrás. Le dije a Nano que llamara a su hermano para que no comente nada a los padres de Chipi. Nano llamó a mi primo. A lo lejos, nos quedamos esperando a ver qué pasaba con Chipi. Las patrullas se alejaron, pero el scort rojo no apareció. Una patrulla se quedó vigilando. Bonita noche. Al final a Chipi le dieron una multa, sólo porque conocían a su padre. Porque era seguro que dormiría tras las rejas y el auto en el corralón. Ya no vuelvan a joder a los travestis, es de mala suerte.

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