sábado, 22 de septiembre de 2007

Un saludo

Analizaba lecturas de sociolingüística en la biblioteca de la Universidad. A cada párrafo que finalizaba, sentía como si nada hubiese leído. Me apretaba los ojos y lanzaba una imprecación. No estaba concentrado, no podía realmente estarlo. La convergencia de varios recuerdos me estaban consumiendo. Saqué el móvil para notificar la hora: 13: 25 pm. Sin querer apreté la tecla de la lista de llamadas realizadas, y miré aquel nombre. Me sentí tentado de llamar, pero luego recapacité y me dije que no tenía caso, no tenía realmente de qué hablar. Sin embargo, quería escuchar una voz alegre para contagiarme de felicidad.

Sentí una mirada y viré para buscar quién me observaba. Claudia me miró y me dibujó una sonrisa. Leí sus labios: "¿Qué onda...?" Como no podía concentrarme, dejé mis cosas y me dirigí a la mesa de Claudia. La vi con su laptop y le pregunté si tenía mucho qué hacer. Me dijo que en realidad había llegado temprano a la Universidad, y se lamentaba por eso, ya que su clase era a las 18:00 pm. Le pregunté cómo le había ido. Me dijo que bien, y como si algo la motivara a cambiar de tema, me dijo que Selvin había llegado a pasear un breve instante a Chetumal. Le reproché el porqué no nos habían llamado para juntarnos todos y conversar. Obviamente sabía que Selvin sólo había venido a visitar a Claudia. "El cabrón tiene una novia de 18 años..."

Claudia me pasó el número de Selvin para que estuviéramos en contacto nuevamente. Luego me dijo que tenía que ir a revisar algunas cosas y se disculpó por no poder seguir platicando. Le dije que no había problema. Me regresé a la mesa a dizque continuar con mi lectura. Entonces vi el número de Selvin; salí de la biblioteca y le marqué. "Hola, primo, ¿cómo estás?"

"¿Primo? ¿Quién habla?" Comencé a reírme porque había logrado la confusión. El silencio de Selvin tardó unos segundos y luego exclamó: "¡Ek!" Charlamos y me comentó todo lo que había hecho en Cancún desde que se fue de Chetumal. Me comentó que había conocido a una chica, y de ahí inmediatamente me preguntó del cómo había obtenido su número. Le dije que Claudia me lo había facilitado. "¿De verdad? Mira que este móvil es nuevo, no le he pasado mi número... ¿Sigue con el mismo tipo?" Aún no lo creía, después de que estuvo con Claudia casi 4 años, ¿aún sentía algo por ella? Recordé otro caso similar... y luego me dije: "El día se está burlando de mí".

"Fíjate que antes que llamaras estaba leyendo las cartas de Claudia, y encontré una de Kenia, qué habrá sucedido con ella...?"

Vi el cielo nublado; la brisa marina me provocaba unas ganas de vomitar. Apresuré la conversación y para finalizar le dije a Selvin que cada vez que viniera, nos llamara para salir a algún lugar a convivir. Me dijo que sí y colgó. Suspiré hondamente y recordé el encuentro con el desafiante. Me hubiese gustado que en esos momentos estuviesen don Gaspar y Loreto para poder decirles todo lo que había ocurrido. Sin embargo, ellos ya no estaban en este mundo. ¡Qué extraño ambiente!, ya no es el mismo de siempre... es un peldaño más de este mundo. De repente me vino a la mente una persona a la cual podría correr y comentarle todo. Quizá me podría dar un consejo, aunque sinceramente sabía lo que tenía qué hacer. Recapacité y me di cuenta que quería ver un mescalero, a uno de los 8. Regresé a la mesa de la biblioteca, abrí el libro, y comencé a subrayar lo importante de la lectura.

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