sábado, 24 de noviembre de 2007

Mundos de oscuridad

Me senté en aquel lugar de la Universidad que antes era una fuente. Recordé que antes del huracán, los árboles daban una excelente sombra, más en esa misma hora, a las 16:00 pm. Después de haber realizado dos entrevistas a dos chicas para mi trabajo de investigación, decidí quedarme en aquel lugar para meditar. Pensé en lo que había hecho o más bien revelado durante una comida con mi familia. Moví la cabeza para suprimir los recuerdos. ¿Era válido el desprecio como una emoción en la vida de un mescalero? ¡Qué demonios estoy pensando!

Saqué un libro del maletín para distraerme en la lectura. Un capítulo no vendría mal en aquel lugar. El clima era caluroso pero de repente, la brisa marina de la bahía atravesó por la Universidad. Fue un aire agradable que poco a poco se tornó en fresco. El cielo comenzaba a nublarse. Un cielo plomizo se apoderó de la tarde, parecía que iba a llover, sin embargo el aire no daba señales de que se aproximara un aguacero seguro. No obstante, sentí humedad. "Lluvia..." musité y cerré el libro. Lo guardé en el maletín. Me aseguré de no lastimar la grabadora con los libros y engargolados del interior. Estaba a punto de levantarme cuando alguien me preguntó: "¿Te vas tan rápido?"

Aquella voz no se me hacía familiar en lo absoluto. Era una voz que parecía manifestar cierta fragilidad. Cuando me volví para ver de quién se trataba, miré a un muchacho enjuto. Iba vestido de una manera extraña; cargaba pulseras, y una mochila astrosa. Supuse que era un estudiante universitario. Se sentó al lado de mí, y su mirada se perdió frente a la biblioteca. Luego se sonrió. "Te sorprende mi manera de ser ¿no es así, mescalito...?" Yo estaba confundido. Realmente no ubicaba aquel personaje. "Acabo de regresar de un largo viaje... y mira qué fachas se me ocurrió poner..." No quise ser grosero, pero era obvio que el muchacho me conocía. Le pregunté quién era y sin rodeos me dijo que era Juanito. Juanito Mescalero, como lo apodaban sus compañeros. Era sin duda alguna uno de los aprendices de don Goyo. Me preguntaba qué ocurría con estos seres. Jamás había tenido contacto con mescaleros de otras asociaciones. "Y las seguirás teniendo, mescalito, jejeje... ¿Sabes? Me caes a toda madre... de veras que sí..."

Me quedé pensativo. Decidí poner la mente en blanco, y como un cosquilleo me dieron ganas de reír. Lo miré, y repetí lo que había dicho. "Oye, Juanito... Ni siquiera me conoces, ¿cómo puedo caerte bien?" Juanito Mescalero no dejaba de asentir, parecía en verdad un chiquillo. Entrecerré los ojos y me di cuenta que era una esencia húmeda, eso significaba que tenía alrededor de unos 14 años. "Jajajaja, estás mal, mescalito... tengo... cincuenta..." ¿50? "No. Sin cuenta... jajajaja" Me confundía su actitud. Nunca había visto a un mescalero de tal manera. Recordé que mi humor era bobo por naturaleza, no obstante, de alguna manera, me sentía incómodo. Fingí reírme. Para que no notara mi ánimo, le cambié el tema y le pregunté que a dónde había ido... "¿Yo?" Parecía confundido, le repetí que él me había dicho que había regresado de un viaje... "Ah, sí. Claro. Vengo del mundo oscuro... ¿Sabes? Nunca había estado en tal lugar. Los seres que habitan ese tétrico páramo, son muy hostiles... como los naguales. Aunque claro, es parte de mi entrenamiento. Jejeje, cuando te vi en aquel autobús, supe que te gustaban las historias... eres como me dijo Pablo, un cuenta cuentos, jajajaja. Dime, ¿es cierto eso?"

Me quedé con la boca abierta, ya que suprimí una carcajada. No sabía que Pablo me concebía de esa manera. "Vine a ti mescalito, porque Goyo no tiene tiempo para escucharme. Siempre quiero contarle mis experiencias en esos mundos de oscuridad, pero me dice que mejor ahorre mi energía que es pura pérdida de tiempo... dime que no es cierto, mescalito, ¿verdad?" Negué con la cabeza, no de reprobación hacia don Goyo, no para decirle a Juanito que estaba equivocado. Simplemente negué, porque algo había emergido en mis pensamientos. Mis "escapes", esos lapsos de tiempo que dedico a aquella voz distante que me une al mundo ordinario. Me sentí con mucha empatía.

"Juanito. No está mal que quieras comentarle a tus amigos, o a tu maestro acerca de tus experiencias. Pero hay ocasiones por las cuales, uno debe quedarse callado y analizar las escenas. Es un principio, y lo debes saber, si estás preparándote como mescalero". Ni yo mismo me la creía. Pero aquellas palabras salían de mi boca... Esa función no me correspondía. Por un momento analicé la escena y me imaginé que don Goyo había mandado a Juanito Mescalero a ponerme una prueba. Luego el mismo Juanito, dijo que no. Que en realidad, no había tenido tiempo de recurrir a don Goyo. Él se había marchado a esos mundos oscuros el último día que me vio en el autobús. Por otro lado, cuando habló de los mundos oscuros, me embargó una tremenda curiosidad. Yo en mi aprendizaje, jamás había visitado semejantes lugares. "Nunca es tarde, quizá algún día me acompañes a visitarlos. Son mundos grandiosos, pero misteriosos".

Le pregunté cuál era la finalidad por lo que don Goyo había elegido esa tarea para su aprendiz. Juanito sonrío y dijo que se lo otorgaron porque descubrieron una enorme imaginación en él. No sé por qué, pero me vino a la mente una frase... "El mundo de las ideas..." Juanito Mescalero me describió aquellos mundos, como si se encontraran en un mapa. Me sorprendí sobremanera que me dieron ganas de visitar aquellos lugares. Juanito esbozó una sonrisa, y dijo que al parecer los árboles reverdecían, y que el lugar volvía a tomar color. Asentí en que tenía toda la razón. Luego apuntó con un dedo a un árbol, y vi aquella corteza. Caminaban hormigas sobre aquel árbol mutilado. Una mancha oscura emergió de aquel árbol. Miré para asegurarme que no hubiera gente alrededor: ningún alma. Juanito Mescalero me sacudió del hombro y me tendió la mano: se despedía. Nos volveremos a ver en otra ocasión, mescalito. Yo asentí, y Juanito atravesó aquella mancha. ¡Era un portal! Me levanté y vi cómo desapareció a través del árbol.

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