lunes, 12 de noviembre de 2007

Noche mulata

Pasó Dennis por mí a la casa. Cuando subí a la camioneta, lo vi de mal humor. Le pregunté qué ocurría: problemas con Angélica. Se habían peleado de nuevo. Me pidió que le acompletara para el crédito de su móvil porque tenía ganas de aclarar sus asuntos con ella. Después me dejó en casa de Nemo, ya que ahí estaban reunidos. Cuando llegué, vi a Addiel con un cartón de Laguers, iban directo por su ronda. Nemo me presentó algunos de sus cuates del vecindario: gente del Tecnológico y unos de la Universidad, pero noté que había dos chicos más, vestían uniforme del CECYTE: uno de ellos al que le apodan el Feto, ya estaba hasta las chanclas, porque decía puras incoherencias; y el final de su noche fue cuando se dirigió al baño, ahí dio el azotón: se escuchó el golpe seco de aquel chamaco. Los que estábamos presentes nos miramos con expresión grave. "De ahí no lo levantas, ticher..." le dijo (no-recuerdo-como-se-llama) al otro chico del CECYTE. Cuando remolcaron a Feto al sofá de Nemo, comencé a reírme ligeramente. El Ticher viró a verme y me preguntó de qué me reía, con la cabeza negué que de nada.

Los personajes que me habían presentado se fueron de la reunión, porque según ellos habían iniciado desde las 6 pm. Cuando llegó Addiel con el cartón, tomé algunas cervezas, y luego después de unas horas, mencioné que tenía hambre. Addiel dijo que a esta hora todo estaba cerrado: eran las 3 am. Nemo y Dennis (que había llegado) repararon que no, que hay un lugar del que nunca había estado enterado: un puesto donde venden tortas de borrego y cochinita. Fue así que decidimos ir a aquel changarro. Acompañamos a Dennis a que dejara su X-Trail, e irnos en el auto de Addiel.

Al llegar, conseguimos rápidamente una mesa; nos sentamos, pero Nemo, Dennis, Addiel y el Ticher, lo hicieron sin dejar de realizar escándalo. De repente entraron tres sujetos al puesto: uno de ellos se ve que andaba tomado, porque ya mero se resbalaba con la silla al intentar sentarse. Addiel y Dennis no fueron discretos y comenzaron a burlarse, imitando al sujeto. Escruté a uno de los tres --los tres traían la pinta de vándalos--, pero uno tenía un arete en la nariz. Vi que imprecaba por la actitud de mis amigos. Me empezó a dar mala espina, pero por alguna razón, pensé que no había problema, que si buscaban pleito, con mucho gusto se los servíamos.

Nemo que era el que estaba sentado al lado de mí, fue quien también se percató de que aquel sujeto del arete, comenzaba a tirarle bolitas de servilleta a Dennis, que estaba frente a mí. Yo esperaba que las bolitas cayeran y tocaran a Dennis, pero ninguna acertaba.

"Este cabrón tiene ganas de joder..." Dijo Nemo. Lo miré y noté que le brillaban los ojos de coraje. No sé por qué pero de repente le dije a Nemo: "Descuida. Deja que hagan lo que quieran. Cada quién en su fiesta..."

"Sí, pero ya me están encabronando, ¿qué no ves que le están tirando servilletas a Dennis?"

"¿Qué pasó?" Preguntó Addiel...

"Ya te dije que los dejes, si buscan problemas... pues somos 5, aquí se las plantamos... pero tú déjalos".

Miré al tipo del arete, y el también me miraba. Algo le susurraba a sus compinches. Luego me hizo señas de que quería que le regalara un cigarrillo. A lo que grité (aunque tenía ganas de hacerle una señal que le indicara que se largara mucho a la goma) que mis cuates ya se habían acabado la cajetilla. Y cuando Nemo lo escuchó, tomó un cigarrillo y lo encendió frente a ellos. Vi que volvieron a musitar. Yo nomás me sonreí.

Terminamos las tortas, y decidimos pedir la cuenta. Los sujetos hicieron lo mismo. No sé si Dennis lo hacía a propósito, pero dejó caer las monedas. Los sujetos se quedaron como para hacer tiempo también, quizá con la esperanza de que no veníamos en vehículo, y que al salir del lugar, nos cerrarían el paso en la calle. Para su mala suerte, nos dirijimos al Micra de Addiel, y entonces fue cuando el Tsuru de los tipos se puso al lado de nosotros. Aún no abordabamos, y cuando nos vieron con las botellas de laguer, sólo presumieron el sonido de carcacha y aceleraron para perderse en la avenida siguiente. Nos reímos y nos fuimos echando relajo. Nemo no dejaba de mirar hacia atrás: pensaba que quizá nos seguirían. Pero no pasó así.

Platicamos unos momentos en la casa de Nemo, luego nos despedimos. Dennis se fue a casa a pie, pues vive a unas cuadras de la de Nemo. Addiel nos ofreció llevar al Ticher y a mí a nuestras respectivas casas. Dejamos al Ticher en una colonia que nunca me aprendo el nombre. Me subí adelante, y Addiel le subió a la música banda. Le dije que su música me recordaba a Oaxaca, sentí una añoranza en ese momento. Pero Addiel no me respondió. Dio vueltas y noté que regresaba camino a su casa; dobló en U y se detuvo frente a un Cibercafé cerrado. Comenzó a sonar el claxón. "¿Esperas a tu primo?" le pregunté. Él asintió. Como no salía, Addiel se desesperó y mejor decidió irse. Pensé que por fin me llevaría a casa. Eran las 4: 30, y yo pensé que aún tenía algunas horas más para dormir. Ya íbamos sobre la avenida Insurgentes, mientras él cantaba. De repente se metió al estacionamiento de la plaza, y pasó lentamente entre los bares. Buscando quizá a alguien. Yo supuse que a su primo.

Salimos de la plaza, y pensé que tomaría de nuevo la avenida Insurgentes rumbo a mi casa, pero no fue así: la tomó en dirección a su colonia. No dije nada, a lo mejor quería que lo acompañara a algún lugar, quizá por su primo. Pero luego noté que llegamos a su calle. Se estacionó; se bajó del auto... y yo hice lo mismo. Me vio y me preguntó: "¿Qué? ¿No irás a tu casa?"

"Pensé que me llevarías..."

"Me lo hubieras dicho..." Quedé confundido. Volvimos a subirnos y ahora sí me llevó a casa. Le pregunté si todo estaba bien. Me dijo que sí. Le pregunté si se durmió por unos instantes. Me dijo que no, que no había problema. Entonces qué ocurrió. Le confesé que me había asustado sobremanera, debido a que nunca me había hecho esto.

"Pues ya tienes una historia... cuenta que el Mulato no andaba en sus cabales..."

Me sonreí y Addiel le subió a la música. Miré la hora: 5 am. No sé, pero me sentí un ser invisible por unos instantes.

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