lunes, 15 de octubre de 2007

Mitologías

La noción de imagen es uno de los conceptos claves de nuestra cultura. Todos tienen la suya: los actores, los hombres políticos, las mujeres de mundo. Y hasta el último de nuestros semejantes, se preocupa de no empañar ni comprometer esa imagen de padre atento, esposo fiel, buen ciudadano y tipo duro que construye y cuida celosamente.

Las mitologías expresan una visión del hombre y del mundo; significan una organización del Cosmos y de la Sociedad. Y si bien se manifiestan en forma de historias contingentes, permiten hallar, bajo las variaciones accidentales de la fábula, sistemas de significaciones estables y estructurados.

Cuando se habla de mitos, se piensa generalmente en culturas primitivas, arcaicas, en formas de pensamiento prelógico. Y es muy cierto que es en esas culturas, cerradas y estabilizadas, donde esos códigos son más fáciles de observar, así como bajo formas simples y estereotipadas encontramos códigos sociales ritualizados que tienen su origen en la historia lejana y el inconsciente colectivo.

Nuestras sociedades modernas, en cambio, nos parecen más libres y establecidas sobre fundamentos racionales. Pero ahora descubrimos que no es así. La vida de un John Kennedy está signada de presagios, pruebas, dones milagrosos y de todos los signos que rodean al héroe mítico. En este sentido, su muerte es ejemplar: a pesar de una encuesta que prueba que su asesino era un desequilibrado que actuó solo, la opinión rechaza ese veredicto de una desaparición accidental que privaría de toda significación a ese Destino. Exige que el Héroe haya sido traicionado, lo que constituye uno de los temas mayores de toda la literatura épica.

La ciencia moderna ha puesto en evidencia ese carácter semiológico de nuestras actitudes y de nuestras creencias. El perro de Pavlov no reacciona ante las cosas sino ante los signos de las cosas, y el behaviourismo muestra cómo nuestras conductas son reacciones condicionadas a signos. Por otra parte, para el psicoanálisis esos signos tienen su origen en situaciones arcaicas, inconscientes e irracionales: unas son comunes a la colectividad, como lo afirma Jung con su teoría de los arquetipos, otras propias de cada individuo, tal como lo estableció Freud y su análisis de los complejos. Finalmente, la investigación psicosociológica, basada en tests verbales, cuestionarios y un análisis estadístico de las respuestas, ven en ellos tendencias características de los diversos grupos y de las diversas situaciones.

De ese modo, es probable que la mayoría de nuestras elecciones --en apariencia las más libres o, en todo caso, las más racionales-- estén condicionadas por representaciones inconscientes de origen mítico.

La idea de imagen, de mensaje y de una manipulación del público por medio de un conocimiento de sus motivaciones profundas es actualmente una de las claves de nuestra cultura. Salió ampliamente del dominio de la publicidad para invadir el campo de la política y el de las relaciones sociales. Las vedettes, los hombres políticos y en mayor o menor medida cada uno de nosotros tiene una "imagen" pacientemente construida y cuidadosamente mantenida. Las elecciones son en la actualidad confiadas a agencias de publicidad y la figura del candidato manipulada pieza por pieza. Vivimos en una cultura de la imagen. En la actualidad, el "opio del pueblo" es la propaganda política, cultura, económica, cuya arma más eficaz e ilusión más insidiosa son las de persuadirnos de que los signos son las cosas. Así como nosotros nos persuadimos que somos "nosotros mismos", signos entre los signos, en este teatro donde interpretamos nuestro propio papel.

Los reyes eran hasta hace poco los hijos de los dioses, quienes los enviaban a la tierra con la viña y el maíz. En la actualidad, los presidentes son las criaturas de la televisión descendidos sobre la pantalla mítica, entre la margarina y las enzimas voraces. Pero, al menos, comencemos por saber que vivimos entre los signos y a darnos cuenta de su naturaleza y de su poder. Esta conciencia semiológica podrá convertirse, en el futuro, en la principal garantía de nuestra libertad.

0 comentarios: