viernes, 5 de octubre de 2007

Claridad

"Y así has encontrado a tu segundo enemigo: ¡la clari­dad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega". Dijo Pablo con tono de burla, y para hacer tiempo, cruzamos por el boulevard. Como si nada, fingí que no tenía idea a lo que se refería. Sin embargo, él estaba celebrando el nuevo estado al que ya había entrado.

Le pregunté acerca de la claridad, de que si él aún estaba en la misma condición que yo. Me dijo que aún no había abandonado el territorio, pero que obviamente él había comprendido más cosas que yo. Le pedí que me diera su concepto de la claridad. Se dibujó una sonrisa, como si su deseo de compartirme su concepto, se había realizado.

"La claridad fuerza al mescalero a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y eso le permite detenerse por nada. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro pero incompleto. Si un mescalero se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el apren­dizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más".

Perdí mi mirada en el espejo retrovisor; miré la carretera alejarse, y recordé una fotografía denominada "el pasado", era exactamente la misma ilusión. Le pregunté a Pablo si alguna vez había sentido ser derrotado por aquel enemigo. Me dijo que no. "Sabes muy bien, que no eres realmente como yo, mescal. Somos muy distintos. Tú te dejas atacar con facilidad. Es como si te gustara que te derribaran, para luego levantarte y demostrar que sigues teniendo una fuerza escondida. Y a pesar de eso, sabes que un mescalero es un cazador impecable que anda en busca del poder. Por lo mismo no es un fanfarrón, ni exhibicionista, ni tiene tiempo que perder, ni para engañarse, ni para dudar o equivocarse..."

Me quedé callado. Quizá tenía la razón. Últimamante he dejado de observarme introspectivamente. Me di cuenta que estábamos próximos a la Universidad, así que le pregunté antes de llegar, cómo había dominado la fuerza de la claridad para que no lo derrotara. Pablo chasqueó la lengua, y me dijo:

"Debes hacer lo que hiciste con el miedo: debes desafiar tu claridad y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con moderación antes de dar otros pasos; debes pensar que tu claridad es casi un error (y me estoy dando cuenta que ya lo estás aplicando, eso es bueno). Y vendrá un momento en que comprendas que tu claridad era sólo un punto delante de tus ojos. Y así habrás vencido a tu segundo enemigo, y llegarás a una posición donde nada te puede ya dañar. Esto no será un error ni tampoco una ilusión. No será solamente un punto delante de tus ojos. Ése será el verdadero poder.

"Sabrás entonces que el poder tanto tiempo perseguido es tuyo por fin. Puedes hacer con él lo que se te antoje. Tu aliado está a tus órdenes. Tu deseo es la regla. Verás claro y parejo todo cuanto hay alrededor. Pero también te tropezarás con tu tercer enemigo: ¡el poder!"

0 comentarios: