viernes, 24 de agosto de 2007

Un acto de agradecimiento

Intentaba concentrarme en la lectura, pero pequeños destellos de imágenes atravesaban por mi mente. Me sentí inquieto, y de repente, el móvil empezó a sonar. Miré con esperanza de reconocer el contacto que se intentaba comunicar conmigo... no lo tenía registrado. Contesté la llamada con cierta inseguridad, cuando del otro lado escuché una voz demasiado familiar y que hacía bastante tiempo que no la había escuchado: "Hola, Yei-fer... ¿Cómo has estado? Tanto tiempo, ¿verdad? ¿Sí sabes quién soy, o no?"

Me dibujé una sonrisa. Le dije que sí. Era Lucero, la chica "Lucer", que era como la llamaba, ya que le gastaba bromas diciéndole que se enamoraba de puro tipo "federico." Lucero era una amiga a la que había olvidado al parecer, pero cuando escuché su voz, me vino la imagen tan clara como la persona de Memo. "Necesito verte y platicar contigo, fabis..."

Sin más, le dije que no había problema, que dónde y cuándo quería platicar conmigo. Me pidió que fueramos a tomar un café en algún lugar que no hubiese mucha gente. Me mencionó un lugar que a mi parecer, estaba a punto de irse a la quiebra porque en realidad no era frecuentado por la gente.

Cuando salí de ducharme, mi menté sintió una pequeña descarga electrizante. Empecé a descifrar códigos de los que no me había percatado; todo era extraño. Lucero, jamás la vi con un teléfono celular. La última vez que la vi, la vi junto a Martín disfrutando de un cigarro, y cuando quisimos realizar una fiesta, llegamos a la conclusión de que a Lucero se la había tragado la tierra. Entonces me pareció extraño: De dónde había conseguido mi número, para qué necesitaba verme, de qué quería hablarme, por qué yo... ¿Acaso estarán todos ahí? Cerré los ojos; respiré profundamente, y eliminé ese sentimiento de duda. Tuve que poner algo de música para pensar en otra cosa, mientras me vestía.

Salí de casa como si el tiempo me estuviese ganando. Obviamente faltaba una hora para la hora indicada. Recordé que en cada reunión siempre era el primero en llegar, no sé, pero no me gusta ser impuntual. Pero cuando entré al lugar, sentí la necesidad de buscar entre las mesas aquella cara conocida. La encontré, estaba en el área de fumadores; claro, fumando como siempre, y con su estilo, bocanadas y luego rueditas de humo... "Hey, hey, fabis... Pero mírate nada más... jajaja" Se rió Lucero de mí, porque vio mi gesto de torcer la boca. Sabía muy bien que odiaba que me llamara por fabis. Se lo recordé, y me miró con el ceño fruncido... "Yo no he olvidado las burlas de la escuela con Lucer, eh..." y así comenzó la plática.

Me recordó escenas que habían desaparecido en mi mente; ella las mantenía tan frescas como si apenas hubiesen sido ayer. Sin querer, mientras Lucero carcajeaba, le pregunté que qué había sido de ella... y me devolvió la pregunta. "Lucero, desapareciste. Pensamos que te había tragado la tierra. No dejaste ningún rastro, y ahora, no lo puedo creer, estás aquí platicando conmigo".

"Jajajaja... No tenían que preocuparse por mí, tengo mi propia vida, ¿qué acaso no tienen la suya? Y no desaparecí, simplemente mi vida se volvió más rígida. Ustedes se están preparando, yo no puedo sostenerme por mí misma, tuve que trabajar..."

Nos quedamos en silencio, y ella prendió un cigarrillo. Le dije que lamentaba haberla alterado. Nos quedamos en silencio, mientras ella consumía su cigarrillo. Yo tomé el café a sorbos. Cuando de repente, Lucero puso un paquete sobre la mesa, era un regalo.

"Es para ti. ¿Qué contiene? Eso lo descubrirás cuando llegues a casa".

Le pregunté para qué me daba un regalo. Aunque a decir verdad, sentí nuevamente ese sentimiento de conocer los motivos y las respuestas. "Considéralo como un acto de agradecimiento..."

Le pregunté que cuál agradecimiento. Me dijo que por ser un buen amigo. "Me estoy despidiendo, Fabián. Tengo cáncer, así que tengo que irme lejos, muy lejos... posiblemente a otro país..." Le pregunté si era a Europa o los Estados Unidos. Me dijo en son de broma, de que no me lo diría, sino no tendría caso despedirse. "Si te digo a dónde voy, es por que existe la esperanza de regresar. Así son las pseudo-despedidas. Si no te digo, es porque sé que no regresaré, así que no tiene ningún sentido decirte a dónde me dirijo".

Me quedé nuevamente callado. No sabía realmente qué decir, si dar gracias, si llorar por su terrible destino, si levantarme y salir corriendo. "Cálmate, no te pedí que vinieras aquí para mortificarte. Te pedí que vinieras para volver a conocerte. ¿Qué planes tienes a futuro? ¿Sigues escribiendo? ¿Por fin conociste a alguien o sigues solito como siempre?"

Miré con lástima a Lucero. Ella volvió a encender un cigarrillo. "¿Cuántos has fumado desde antes que llegue?"

"No sé, no llevo la cuenta. Es de mala suerte, jajajaja. Pero dime, ¿qué hay de ti?

"Aún no lo sé..."

Lucero me miró con una sonrisa coqueta. Y su vista pasó al de su reloj. "Mira la hora, se nos ha consumido en tanta charla... aunque claro, de eso se trataba, ¿no? jajaja..."

Le dije que estaba bien. Que no se preocupara. Sabía que el tiempo para ella, se deslizaba como en una colina de hielo, mientras que el mío ascendía lentamente hacia la cumbre de una montaña. "Sabes, el amor llega de una manera misteriosa, pero pocos tienen la dicha de disfrutarlo. Por lo menos sé que no estoy sola en estos momentos oscuros..."

La miré confundido. "¿Recuerdas la frase?" Asentí, y juntos repetimos: "...y el viejo nos meterá en su costal, y nos llevará en vilo hacia el desconcierto..."

Dejó dos billetes sobre la mesa. Se levantó, y me tocó el hombro, luego me dio un beso de despedida en la frente. "Cuídate mucho, fabis..." y se alejó de la mesa, hasta llegar con un tipo que la miraba en la entrada. La abrazó, al parecer fuertemente, y luego me miraron los dos desde lo lejos y se despidieron. Les correspondí.

Cuando llegué a casa, abrí el regalo y encontré una libreta, lapiceros de gel, un libro, y una tarjeta: "No dejes nada a medias. Cumple con lo que habías trazado. Espero ver alguna vez tu nombre en un libro. Cuídate mucho y sigue hasta el final... Loser..."

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