lunes, 15 de junio de 2009

Sobre el discurso y la ficción

Me había topado con la mescalera, iba con libretas apretadas contra su pecho y en un bolso que le colgaba en el hombro izquierdo, varios libros que no tuve la oportunidad de revisar, aunque al final me di la idea de qué tipos de libros se trataban. Los dos habíamos salido de la Universidad, ella de la biblioteca y yo del edificio de la DCPH. Al verme me preguntó cómo estaba. Sabía que su pregunta se dirigía a mi caso. Le dije que tenía razón: yo había actuado precipitadamente. Pero en lo que más tenía razón era sobre mi encaprichamiento, y en cómo era la manera de ser de la chica que pretendía; que por su carácter, a la larga, podría ser un rompimiento inevitable. La mescalera sonrió y nos sentamos en una banca del paradero.

Cuando asentó las libretas, yo levanté una, al mismo tiempo que le decía que no tenía ni la más remota idea de que estudiaba en la Universidad. Miré de reojo la libreta. Tenía unas iniciales: "P. B." Le pregunté si eran suyos, mientras revisaba una página que tenía un apunte desarrollado acerca de la Teoría General del Proceso, y casi al final, algunos apuntes sobre latín jurídico. "No, en realidad son apuntes que me prestaron, estoy adelantando asignaturas…" Al decir eso me arrebató las libretas y las aseguró junto a su bolso. "Creo que tu verdadero problema es cómo les hablas a las chicas, para empezar tu cara de pocos amigos y tu voz imperativa jamás harán que las chicas se enamoren de ti…"

Reí, quizá porque había dado de nuevo en el clavo. Recordé casi todos los diálogos de declaraciones de amor que había visto en las películas. Le dije a la mescalera que me las había aprendido para diseñar mi propio discurso en caso de que me sucediera, sin embargo, eso nunca pasaba, pues el discurso preparado terminaba suprimido, y terminaba diciendo sandeces. Ojalá fuera como las películas, el tipo llega ante la chica, le dice lo que siente por ella y la chica termina aceptando la cita, ve que son compatibles y terminan siendo novios. Pero eso no sucede en la realidad, lo que en verdad pasa es un extraño protocolo que se ha convertido en una tradición, un hábito que he visto en todas las chicas de esta ciudad, no quiero decir que suceda así en todo el país.

Sí: primero tratar a las personas, segundo convertirte en su amigo, tercero si la relación de amigos es bonita y se gustan pueden pasar a la fase de noviazgo. Claro, y eso porque no se conocen. Pero los personajes de las películas no se conocen y sólo piden una cita. Pero si vas con la intención de ser amigo, hasta ahí se queda el asunto, porque si te das cuenta de que la chica te gusta y le declaras tus sentimientos, lo primero que ocurre es que ella te dirá: Lo siento, pero te quiero como amigo. La mescalera al escuchar mi comentario, soltó la carcajada, que hasta la gente cercana al paradero, viró a observarla. Le dije que la escena que venía a mi memoria, era de la película Taxi Driver de Scorsese.

Robert de Niro interpreta a un chico de 26 años de nombre Travis, que debido a su insomnio se mete de taxista. Pero la escena a la que voy es que se enamora de una chica que trabaja en una campaña electoral. El caso es que él siempre la espía, pero no en la manera de espiar, sino que aguarda con paciencia, hasta que el coraje esté en su punto para poder acercarse a ella y hablarle. Al llegar la cámara se sitúa en la belleza de Betsy; está sentada en su área de trabajo, junto a su amigo Tom, cuando Travis llega ante ellos.

TRAVIS: Hola quiero ser voluntario.

TOM: Genial, venga conmigo.

TRAVIS: No, prefiero hacerlo ante ella si no le importa.

Tom se aleja, y BETSY dice: ¿Por qué crees que necesitas hacerlo ante mí?

TRAVIS: Porque creo que eres la mujer más hermosa que jamás he visto.

BETSY apenada agradece y pregunta acerca del candidato. Saltemos la escena y TRAVIS dice: Seguro que será un buen presidente. No sé exactamente cuál es su política. BETSY pregunta si está dispuesto a poner carteles y él accede.

BETSY: Bueno, aquí trabajamos día y noche, así que si quieres pasar ahí, ese señor te dará algo…

TRAVIS: Bueno, verás, de noche soy taxista, así que es difícil para mí trabajar durante el día. Así que…

BETSY: Entonces, ¿qué quieres exactamente?

TRAVIS: ¿Quieres venir a tomarte un café y un poco de tarta conmigo?

BETSY (con esa mirada y voz sensual): ¿Por qué?

TRAVIS: ¿Por qué? Te diré por qué. Creo que eres una persona solitaria. Paso mucho por aquí delante y siempre te veo aquí. Veo mucha gente alrededor tuyo. Y veo todos estos teléfonos y todo esto sobre tu mesa. (La cámara pannea el escritorio de Betsy). No significa nada. Después, cuando entré y te conocí, vi en tus ojos y en tu forma de ser, que no eres una persona feliz, y creo que necesitas algo. Si quieres llamarlo un amigo, llámalo un amigo.

BETSY (tan sensual): ¿Vas a ser mi amigo?

TRAVIS: Sí. (Tras ver a Betsy meditando, pregunta) ¿Qué me dices? Es algo difícil estar aquí parado y preguntártelo, así que… (Betsy sigue pensando mientras juega con su lápiz. Quizá animándose así misma). 5 minutos, es todo. Aquí mismo, a la vuelta de la esquina. Estoy aquí para protegerte. (Travis presume sus puños, provocando una sonrisa en Betsy). Vamos, tómate un descanso nada más. (Betsy ve su reloj).

BETSY: Tengo un descanso a las 4. Si vienes…

TRAVIS: ¿Hoy a las 4?

BETSY: Sí.

TRAVIS: Aquí estaré.

BETSY: Seguro que sí.

TRAVIS: De acuerdo, ¿a las 4? (Claro, Travis no puede creerlo, ¡tuvo éxito!)

BETSY: Exacto.

TRAVIS: ¿En la puerta?

BETSY: Sí. (¡Caramba!)

TRAVIS: De acuerdo, me llamo Travis… ¿Betsy? (vaya, este tipo ya sabía su nombre desde el principio, sólo quiso confirmarlo. Bien, así se hace, Travis). Te lo agradezco Betsy. (Luego sale nuestro protagonista y espera, mientras la partitura de Bernard Herrmann, con ese sax encantador, ambienta la escena). Pues sí, el buen Travis se la lleva a comer la tarta prometida, platican de música, del trabajo, su modo de vida. Claro, no falta el típico chiste para demostrar que uno es encantador. Al final de esa cita le invita al cine…

"Pero eso sucede en las películas, Nagualito. Cómo crees que te pueda suceder en la vida real, sólo sucedería en tus cuentos…"

Le dije a la mescalera que se esperara, la escena más conmovedora es cuando Travis la invita al cine, es el móvil que incita al personaje a transformarse en un antihéroe. Quizá sí, son escenas ficticias, pero un escritor a veces retoma la experiencia de escenas reales: pudo ser así, pero metámosle algo de intriga. La mescalera parecía aburrida. El caso es que Travis la esperó a la salida del trabajo; iba elegante y le llevaba de regalo un disco. Irían al cine. El disco obvio, era sobre la plática que habían sostenido; él se lo compró porque no tenía qué regalarle.

Betsy preguntó por qué no lo escuchó, y él se justificó: su tocadiscos no funcionaba y esperaba escucharlo en el tocadiscos de Betsy. Lo peor de todo es que Travis era un perfecto ignorante, la llevó al único cine que asistía: el cine porno, él único cine que le servía para matar el insomnio. Ahí la regó nuestro protagonista, porque Betsy luego se sintió incómoda.

TRAVIS: ¿Adónde vas?

BETSY: Debo marcharme.

TRAVIS: ¿Por qué?

BETSY: No sé por qué vine. No me gustan estas películas.

TRAVIS: Bueno, yo no sabía que te fuese a desagradar tanto. No sé mucho sobre películas.

BETSY: ¿Es el tipo de películas que ves?

TRAVIS: Bueno, sí, las veo… no son tan malas.

BETSY: Llevarme a un lugar así es como decirme: “chinguemos” (Let’s fuck!)

TRAVIS: Hay muchos otros lugares y películas a las que te puedo llevar. No sé mucho sobre ellas, pero puedo llevarte.

BETSY (indignada): Somos diferentes.

TRAVIS: Oye, espera un segundo. Espera. (Travis la toma del brazo).

BETSY: Debo marcharme, ya tengo que marcharme.

TRAVIS: Espera, quiero hablar contigo.

BETSY: ¡Debo irme! (y ya te imaginarás la escena).

"Y ahora que lo dices, yo igual debo irme, pero entiendo lo que me quieres decir, he ahí el por qué no quiero que seas precipitado". Me sonreí y la vi levantarse, acomodarse el bolso, subirse al taxi, leer sus labios: B-a-i.

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