martes, 2 de junio de 2009

¿Ba’ax kun úuchule’?

La puerta estaba abierta. El vidrio la reflejaba trabajando frente a la computadora. Respiré profundo. En ese momento, el discurso que tenía preparado se fue extirpando de la mente hasta quedar con un nudo en la garganta, sin nada de palabras en el pensamiento. Entré furtivamente al cubículo. Cuando estuve a unos tres pasos de ella, le pregunté: ¿Ba'ax ka méentik? Saltó de la silla. Estaba muy concentrada en su trabajo, que hasta ahogó un gritó; al virar a verme y darse cuenta de quién se trataba, contestó: "Nada, aquí trabajando… me asustaste. No escuché tus pasos". Me sonreí a sabiendas, pues lo había hecho a propósito, no obstante, me disculpé. Al preguntarle qué hacía, me explicó que estaba diseñando la programación de clases del ciclo otoño para la Universidad. Me di cuenta que era bastante trabajo: celdas de colores con el nombre de las asignaturas de la DCPH.

Me senté en una de las sillas desocupadas en la que alguien se había levantado para despejarse del trabajo, al parecer, ella no se esperaba que hiciera tal acto. Me miró de soslayo, y luego tomó unos papeles para seguir analizando. Necesito preguntarte algo… "Dime…". Estaba a punto de recordar todo el discurso que tenía preparado, cuando sonó el teléfono. "Sí, si quieres sube, estoy al final del pasillo de la planta alta…" Eran unas chicas quienes le habían llamado, según ellas el grupo estaba lleno y necesitaban llevar la materia en curso de verano. Les dio unas hojas para que las llenaran y se las entregaran posteriormente. "¿Sí? Qué me ibas a preguntar…" Sin más rodeos le dije: ¿Ja'a wóotik bíin cinema tin wéetele'? "¿Contigo?" Pensé con quién más. "¿Cuándo?" Le dije que el día en que estuviera desocupada, que tuviera tiempo, pues sabía que su trabajo y la tesis, no la dejaban dormir bien últimamente.

Te estoy pidiendo una cita. "¿Una cita?" Sonrió y vi que había movido la cabeza reprobatoriamente. ¿No qué? "No, nada". Es que te vi mover la cabeza… "No, estoy bien… ¿una cita?" Sí, pensé que Beatriz te había dicho algo al respecto. "Pensándolo bien, me dijo: Fabián dijo que eras una fashion". Me quedé sorprendido, que yo sepa jamás había dicho algo así; lo que siempre le pedía a Beatriz era que me la saludara, que me gustaría charlar con ella algún día. Le dije que jamás había dicho eso, parecía ignorarme. La verdad me gustaría platicar contigo; conocerte.

"¿Conocerme? Tú y yo no nos conocemos, quizá porque me viste la primera vez te llevaste una impresión de mí que acaso ni siquiera soy, pues sé que tengo mi carácter. En mi opinión, antes deberías tratar a las personas, ser amigos, ya si se da una bonita relación…" Esa es mi intención, por eso te pido una cita. A no ser que tengas un compromiso. "Si te refieres a que si tengo novio, no, no tengo. Pero se debe a que me estoy concentrando en mi carrera, no creo tener tiempo para ‘atenderlo’, y eso es muy importante". Me retiré un poco con la silla. Por mi mente pasó: Tenía razón la mescalera, creo que he actuado precipitadamente.

Te entiendo. Pero de verdad me gustaría conocerte. "Muy bien, dame tu número, y ya luego veremos". Me pasó una libreta y una pluma. Me sentí como si estuviera dando datos para que me dieran de alta en una asignatura. Entró el tipo que ocupaba la silla en donde estaba sentado. Me levanté y me dirigí hacia la puerta. Me despedí, y vi que ella regresaba a sus labores. El tipo de al lado sonreía, quizá sospechando la plática que había sucedido entre ella y yo. Cuando salí del edificio me reproché por mi ineptitud y por no seguir el consejo de la mescalera: de verdad había actuado precipitadamente. De repente mi teléfono comenzó a vibrar. Era un mensaje que decía: "Hola, soy Hilda. Pensarás que soy grosera, pero en realidad olvidé decirte mi número…"

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