martes, 3 de febrero de 2009

Sintaxis

Don Gaspar definió el concepto de ensueño diciendo que era el acto de utilizar los sueños normales como la puerta de entrada para la conciencia humana hacia otros ámbitos de percepción. Esta definición implicaba, para él, que los sueños comunes podían ser utilizados como una escotilla que guiaba la percepción hacia otras regiones de energía, diferente de la del mundo de la vida cotidiana y, sin embargo, sumamente similar a ésta en su núcleo básico.

El resultado logrado con esto era, para los mescaleros, la percepción de mundos verdaderos en los que podían vivir o morir, mundos increíblemente distintos del nuestro y, al mismo tiempo, sumamente similares.

Cuando lo presioné para que me diese una explicación lineal de esta contradicción, don Gaspar adoptó, una vez más, la posición habitual de los nauallis al decirme que las respuestas a todas mis preguntas se podían encontrar a través de la práctica y no de la búsqueda intelectual. Me dijo que, a fin de hablar de estas posibilidades, no quedaba otra alternativa que utilizar la sintaxis del idioma (cualquiera fuese el que habláramos) y esa sintaxis, necesariamente, tenía limitaciones de expresión.

La sintaxis de cualquier idioma se refiere sólo a las posibilidades de percepción que se encuentran en el mundo en que vivimos.

Don Gaspar subrayaba enfáticamente la diferencia que existe, en español, entre los verbos soñar y ensoñar; esta última es la forma en que sueñan los mescaleros.

El arte de ensoñar, de acuerdo a lo que me había enseñado don Gaspar, se originó a partir de una observación casual que hicieron los mescaleros del antiguo México cuando veían a una persona dormida. Observaron que, durante el sueño, la esencia era desplazada, en forma natural y sin esfuerzo, de su posición habitual, y que se movía hacia cualquier lugar en la perifieria de la esfera luminosa o a hacia cualquier parte en su interior.

Correlacionando su visión con los relatos de las personas a las que habían observado dormidas, se dieron cuenta de que, cuanto mayor era el desplazamiento de la esencia, tanto más sorprendentes eran los hechos y las escenas que estas personas habían experimentado en sus sueños.

Después de reafirmar esa observación, los mescaleros comenzaron a buscar con avidez oportunidades para desplazar su propia esencia. Terminaron por utilizar plantas alucinógenas para lograrlo. Pronto se dieron cuenta de que ese desplazamiento originado al utilizar esas plantas era errático, forzado y fuera de todo control. En medio de ese fracaso descubrieron, sin embargo, una cosa que resultó de gran valor y que ellos llamaron la atención de ensueño.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

oohhh gracias por explicarme lo de los sueños, sin embargo algunos son tan reales que a veces me gustaria ya no soñar.

Y otras desearia no despertar jamas. Me voy a mi cita :P

P.D. no me deja comment-ar desde mi cuenta :S