sábado, 17 de enero de 2009

Recapitulación

La recapitulación es un procedimiento formal que, en la antigüedad, se hacía recordando a todas las personas que el mescalero aprendiz había conocido en su vida y todas las experiencias en las que había participado. Don Gaspar, en mi caso, sugirió que escribiera una lista de todas las personas que había conocido en mi vida, como un dispositivo mnemotécnico. Cuando terminé de redactarla, me explicó cómo debía utilizarla. Tenía que tomar la primera persona de la lista [que partiendo desde el presente, se remontaba a la época de mi primera experiencia de vida] y establecer, en mi memoria, mi última interacción con ella.

La lista de nombres utilizada es un dispositivo mnemotécnico que lanza la memoria hacia un viaje inconcebible. Con respecto a los nauallis, recordar los hechos que acaban de producirse preparan el terreno para recordar sucesos más distantes en el tiempo, con la misma claridad e inmediatez. Evocar experiencias de este modo equivale a revivirlas y a extraer de esa reminiscencia un ímpetu extraordinario, capaz de remover la energía que hubiese sido dispersada desde nuestros centros de vitalidad y volverla hacia ellos. Los nauallis se refieren a esa redistribución de energía que produce la recapitulación como “ganar fluidez” después de haber dado a la Oscuridad de la conciencia lo que ésta busca.

En un nivel más mundano, la recapitulación otorga al mescalero la capacidad de analizar la repetición en su vida. Recapitular lo puede convencer, más allá de toda duda, de que todos estamos a merced de fuerzas que no tienen sentido, a pesar de que a primera vista parecerían ser perfectamente racionales. Por ejemplo, estar a merced del enamoramiento. Pareciera que para algunas personas, el amor de pareja es el objetivo de toda su vida. Personalmente he sabido de personas de edad avanzada cuyo único ideal era encontrar a la pareja perfecta, y su gran aspiración era vivir aunque sea un año de felicidad junto a su amor.

Ante mis vehementes protestas, don Gaspar solía decirme que el problema era que nadie quería realmente amar a alguien, sino que todo el mundo quería ser amado. Decía que esta obsesión por el romance, analizado fríamente, era para nosotros lo más natural del mundo. Consideramos que un hombre, o una mujer, de 75 años de edad que todavía está buscando la pareja soñada es algo romántico y hermoso. Sin embargo, analizando esta obsesión en el contexto de infinitas repeticiones a lo largo de una vida, se nos aparece como lo que realmente es: algo grotesco.

Don Gaspar me aseguraba que, si se quiere lograr un cambio de conducta o actitud, debe ser realizado a través de la recapitulación, dado que es el único vehículo que puede acrecentar y expandir la conciencia, liberándonos de las exigencias no expresadas de la socialización, las cuales son tan automáticas, tan aceptadas, que, en condiciones normales, ni siquiera son percibidas y mucho menos analizadas.

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