sábado, 26 de enero de 2008

Los señores del tiempo

Tumbado en la cama, con la cabeza sobre la almohada, y escuchando sólo el tic-tac del reloj. Son las 6.30 am. Y sólo estoy pensando en lo último que había sucedido, mejor dicho, en todo lo que había transcurrido desde la semana pasada. Parece irreal, o cotidiano. La voz distante. Miro mis libros, mi maleta, el reproductor de CD y mis audífonos. Cuántas cosas pendientes: lecturas inconclusas, lecturas que necesito realizar, una investigación pendiente, y unas transcripciones que parecen infinitas.

"¡Qué tal, Fab! Pues sólo te llamaba para decirte que Armando Palomas va a tocar esta noche! Avísame si piensas ir para vernos por allá..."

Descubrí que me había apoderado de un género musical que jamás había apreciado, o más bien que significaba más allá del arte de un autor, era parte de un soundtrack.

"Ay, Fabián, a esos conciertos se va con una Niña, no con un Niño..." --Sí, tenía razón. Pero la niña que me había contagiado de esta música no se encontraba cerca de mí... Así que el profesor Niño, que me había dado la noticia... pues sí, él conoce de esa música.

Suprime el recuerdo. Suprime el recuerdo. Suprime el recuerdo.

Abro los libros que me proporcionó el profe Navarrete para mi investigación. No logro concentrarme. Algo sucede. Una llamada telefónica para confirmar mi entrega de las primeras transcripciones. Un poco de música para apaciguar mi desasosiego. Un garabateo en mi cuaderno de notas con el intento de canalizar la emoción que estaba corriendo en mi cuerpo hasta terminar electrocutando mi mente. Por eso estoy tumbado en la cama, con la cabeza sobre una almohada.

Cerré los ojos para poder eliminar el fastidioso sonido de las manecillas. Sentía como una presión en mis acciones.

"Señores del tiempo, señores del tiempo, necesito hablar, necesito hablar. Señores del tiempo, señores del tiempo, necesito ver más allá del horizonte. Señores del tiempo, señores del tiempo, quiero abrir el puente que me une a lo abstracto, quiero desaparecer por un instante, quiero saber por qué la energía me fluye a través de un agujero. Señores del tiempo, señores del tiempo, yo sé que me escuchan y que están ahí. Señores del tiempo, señores del tiempo, permítanme ver, permítanme escuchar, permítanme tocar lo que está a la distancia. Señores del tiempo, señores del tiempo, solícito una audiencia..."

Y el claro de la luna me iluminaba. Estaba frente a tres hombres. Un hombre viejo que tenía una capa raída y cuya corona era color negro. Un hombre joven, que estaba en medio de los dos, con capa inmaculada y cuya corona era color blanco. Un hombre adulto, de mirada hosca, capa y corona gris. Me saludaron.

"Aquí estamos, joven mescalero. Tu audiencia ha sido aceptada. No necesitas decirnos qué es lo que necesitas que nosotros hagamos, sabemos bien que tienes ganas de elevarte y de mirar la tierra desde las nubes. Quieres apretar entre tus manos una daga para que sientas el verdadero dolor del sufrimiento y así poder reprocharle a los sentidos que lo que padeces no es nada en absoluto. Quieres correr como venado a través de aquella jungla y perderte entre las ceibas para que los cazadores oscuros no te eliminen. Sabes muy bien que todo lo que has hecho hasta el momento es sólo el cultivo de tus semillas; no desesperes mi joven mescalero, tu cosecha será abundante, pero para eso tendrás que ser paciente. No tienes más opción que seguir el camino que te dejaron tus preceptores: decir lo que sientes, para no acumular el sentimiento; actuar de inmediato, porque no existirá otra oportunidad; Vencerte a ti mismo a cada instante que te veas reflejado en las mismas personas. Dejar de pensar en que algún día podrás alcanzar aquel astro luminoso que con su brillo te atrae constantemente; deja de ser el ser ambicioso..."

"Señores del tiempo, los he convocado para que me ayuden. Necesito que me proporcionen las armas para esta nueva batalla. Necesito salir airoso, no importa el costo..."

"Sacrificio, es todo lo que te pedimos para darte lo que necesitas..."

Sacrificio. Sacrificio. Sacrificio.

"Hola, Fabián, ¿qué tal, cómo has estado, tienes planes para este fin de semana?"

No, no tengo ninguno, y aunque lo tenga, estoy hasta el cuello de trabajos. ¿Cómo te va con tu chica?
"Bien, pero me siento cursi. Más bien, creo que ella me ha hecho cursi." ¿Por qué lo dices? Si veo que se quieren demasiado. "Sí, en eso tienes razón. Es que la quiero tanto".
Sí, pero eso no es ser cursi, Erani. Cursi es aquel que dice lo que siente sin tener a alguien a su lado, y sólo dice esas cosas como parte de un ideal, ¿me entiendes?
"Vaya, que bueno que me lo aclaras, ya me sentía cursi con mis tonterías... ¿Y qué tal tú?" Igual que siempre, ya estoy acostumbrado, mi buen.

"Señores del tiempo, el día está avanzando. Señores del tiempo, ya es tarde. Señores del tiempo, ya es de noche. Señores del tiempo, sé que no debo pensar en el porvenir. Señores del tiempo he violado una ley, he visto más allá de los linderos. Señores del tiempo, he hablado más de la cuenta, he revelado secretos, he visto a través de las personas, he llamado con la mente, he buscado al aire para enviar mensajes, he usado la tierra para esconder mis enojos y mis tristezas. Señores del tiempo, he usado los sueños para visitar parajes espirituales. Señores del tiempo, he caminado al lado de las sombras y les he hablado de mi mundo. Señores del tiempo, siento que la vida tiene y no tiene sentido. Señores del tiempo, les doy gracias por la audiencia. Señores del tiempo, señores del tiempo, señores del tiempo. Señores del tiempo, no les pido sabiduría, no les pido un don, no les pido más que una sola arma: tiempo al tiempo..."

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