martes, 11 de diciembre de 2007

Encarar el tiempo

Lo escribo ahora, porque no sé si realmente tendré tiempo para esto. Sé que ahora que lo veo, los eventos que me han ocurrido aún no tienen un desenlace para dar una conclusión contundente. Siento que ha llegado la hora. La niebla en los ojos se ha vuelto más densa, y presiento que en algún momento dado, todo cambiará en un abrir y cerrar de ojos.

El llamado final se escuchará en todo mi campo de batalla, y para ello, necesito estar preparado. Esto es con respecto a esos lugares desconocidos, lo que no tiene nombre. Y con referencia a la vida cotidiana, qué fácil. Qué fácil es mantener una conversación con alguien que uno no conoce a la perfección, aunque por dentro sabe que tiene el mayor interés de conocer. ¿Decisiones? Aún no las tengo definidas, pero a última hora me vengo a dar cuenta de que fue la última vez que platiqué con ella y que ya no la volveré a ver. Sólo por curiosidad de vislumbrar una pequeña esperanza, le pregunté si aquel curso era el único que necesitaba para liberarse, y sin más rodeos me dijo que sí, bueno, que eso esperaba ella. Las palabras se atiborraron en mi mente y terminé optando en no decir más.

Siento que este texto es muy incoherente. Nada tiene sentido. Pero sé que esto se debe a los últimos días que han estado lleno de presiones, alegrías, tristezas, una enorme conmoción, y una breve soledad, porque a pesar de que mis amigos están conmigo, siento que estoy abandonado. El ciclo está a punto de finalizar y digo para mis adentros que los mescaleros encaran el tiempo que llega. Normalmente se encara el tiempo que se aleja de uno; sólo los mescaleros pueden cambiar esta situación y encarar el tiempo a medida que avan­za hacia ellos. No estoy hablando de lo cotidiano, porque al decir esto, me refiero a que cuando los mescaleros hablan de tiempo no se refieren a algo que se mide por los movimientos del reloj. Cuando un mescalero entra en otros aspectos del ser, se está fami­liarizando con el tiempo.

Para Loreto recapitular significaba revivir y reordenar de un simple barrido cualquier cosa en la vida de una persona. Doña Alvina, por el contrario, poseía una meticulosidad completamente diferente. Pasó meses enteros adiestrándome para que entrara en aspectos de la recapitu­lación que hoy en día todavía sería incapaz de explicar. Me dijo en una ocasión que lo que estaba experimentando aquella vez y que parece lo mismo de ahora, era la vastedad del mescalero. Que a pesar de que existieran demasiadas técnicas para avanzar en este sendero, no son éstas las que siempre han sido de suprema importancia, sino la persona que las usa y su deseo de llevarlas hasta el final.

"Un mescalero debe ir muy lentamente y aprovechar todos los elementos disponibles de la senda. Uno de los elementos más notables es la capacidad que todos tenemos, como mescaleros, de enfocar nuestra atención con fuerza inquebrantable sobre los acontecimientos que hemos vivido. Los mescaleros pueden enfocar su atención incluso sobre perso­nas que nunca conocieron. El resultado final de esta profunda focalización es siempre el mismo: la escena se reconstruye. Aparecen patrones enteros de conducta, tanto los ya olvidados como los más nuevos, al alcance del mescalero. Inténtalo".

Cosas que sucedieron, cosas que están por suceder. Aún el ciclo no concluye, pero todo los actos que están a punto de realizarse están avanzando en el campo de batalla. Algunos elementos aún no han aparecido. Sea lo que sea que esté a punto de suceder, estaré dispuesto, y enfrentaré al tiempo, al destino.

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