viernes, 16 de enero de 2009

Fuerzas opuestas

Uno de los descubrimientos más importantes de los nauallis del linaje de don Gaspar fue que, como todo en el universo, nuestro mundo es una combinación de dos fuerzas opuestas y, al mismo tiempo, complementarias. Una de esas fuerzas es el mundo que conocemos, llamado por aquellos nauallis el mundo de los seres orgánicos. La otra fuerza es lo que ellos denominaban el mundo de los seres inorgánicos.

“El mundo de los seres inorgánicos está poblado por seres que poseen conciencia pero carecen de un organismo. Al igual que nosotros, son conglomerados de campos energéticos. Pero, a los ojos del naualli, en lugar de ser seres luminosos, como en el caso de los seres humanos, son más bien opacos. No son configuraciones energéticas esféricas sino más bien alargadas, de forma similar a la de una vela. En esencia, son conglomerados de campos energéticos que tienen cohesión y límites, igual que nosotros. Están unidos por la misma fuerza aglutinante que une nuestros campos energéticos”.

“¿Y dónde está ese mundo inorgánico?”

“Es nuestro mundo gemelo. Ocupa el mismo tiempo y el mismo espacio que nuestro mundo, pero el tipo de conciencia de nuestro mundo es tan diferente del tipo de conciencia del mundo inorgánico, que nunca notamos la presencia de los seres inorgánicos, si bien ellos perciben la nuestra”.

“En el caso de esos seres inorgánicos… ¿Se trata de seres humanos que han evolucionado?”

“¡De ninguna manera! Los seres inorgánicos de nuestro mundo gemelo han sido intrínsecamente inorgánicos desde los comienzos, de la misma manera que nosotros siempre hemos sido seres intrínsecamente orgánicos, también desde el principio. Son seres cuya conciencia puede evolucionar igual que la nuestra, pero yo personalmente no conozco la manera en que eso se produce. Lo que sé, eso sí, es que un ser humano, cuya conciencia ha evolucionado, es un ser inorgánico brillante, luminoso, esférico y muy especial”.

Don Gaspar me hizo una serie de descripciones de ese proceso evolutivo, que yo siempre consideré como metáforas poéticas. Elegí la que más me agradaba, que era la de Libertad total. Yo imaginaba al ser humano que ingresaba en la libertad total como el ser más valiente y creativo que pudiera existir. Don Gaspar dijo que eso no era sólo una fantasía mía sino la realidad. Que, para ingresar en la libertad total, el ser humano debía recurrir a su aspecto más sublime, el cual, afirmaba, todo hombre posee pero nunca utiliza.

1 comentarios:

[Saori] dijo...

oooohhh pues yo creo que nunca he conocido esa parte sublime, dudo que la tenga.. y si la poseo, creo que me da un poco de miedo descubrirla jeje (acabo de caer en la cuenta de los espacios, gracias!)