martes, 18 de noviembre de 2008

En la eternidad (un hombre de conocimiento)

Al abrir los ojos, los distintos soles me lastimaron la vista. Cerca de mí don Goyo estaba sentado observándome con una sonrisa maliciosa. Me pregunté y también a él qué hacíamos los dos en ese lugar. Don Goyo carcajeó y dijo que me había venido a visitar a este nuevo mundo que había descubierto. Me confesó además que había estado en el interior de mis pensamientos escuchando a voz viva todas mis reflexiones de hombre común. "¿Cómo pasa el tiempo, no es así? Ahora eres un naualli que busca su totalidad, que debe perder su forma humana. Eres como la serpiente que va dejando su piel para renovarla, pero contigo será lo contrario, mudarás de pensamientos para ya no tenerlos nunca".

Le pregunté si había venido para decirme aquello, y me dijo que no, sólo había venido a visitarme. Me incorporé y le dije lo que había sucedido con Yolanda y los seres inorgánicos, le comenté del llamado y del testigo, y de las ganas que tenía de hablar con un mescalero sobre todo lo que me estaba pasando. Quería respuestas a preguntas que no podía formular. Tenía una enorme inquietud. Para calmarme, don Goyo me sugirió callar la mente y pensar en los preceptos del mescalero. Le grité que no podía, y que ya ni sabía cuál era la razón de estar en aquel mundo. ¡La vida no tiene sentido!

"La vida tiene sentido, todos tenemos un propósito, una meta y nuestra meta siempre la has tenido en cuenta: transformarse en un hombre de conocimiento". Dijo que el hombre vive sólo para aprender. Y si aprende es porque ésa es la naturaleza de su suerte, para bien o para mal. Nuestra suerte como hombres es aprender; los seres vivientes existen solamente para acrecentar la conciencia de ser. "Un hombre de conocimiento es alguien que ha seguido de verdad las penurias de aprender. Un hombre que, sin apuro, sin vacilación ha ido lo más lejos que se puede en desenredar los secretos del poder y del conocimiento".

Me senté a su lado, y don Goyo continuó su explicación: Ser hombre de conocimiento, pues, es una meta muy exigente, la más exigente que se puede plantear el ser humano, pero que vale la pena, la única que vale la pena. Porque no hay otra manera de vivir o, mejor dicho, la otra manera de vivir, sin conocimiento, es muy triste y, lo que no deja de resultar irónico, demanda el mismo trabajo. De manera que o nos hacemos infelices o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma.

"La condición que significa ser hombre de conocimiento quizás sea muy corta en términos de duración. Porque uno no es nunca en realidad un hombre de conocimiento. Más bien, uno se hace hombre de conocimiento por un instante muy corto, después de vencer a los cuatro enemigos naturales. Y, encima, el camino que conduce a tal condición, eso sí es cierto, es difícil y largo. Pero esta experiencia, que puede ser puntual, no tiene punto de comparación con ningún otro tipo de experiencia en la vida. Es lo máximo que el ser humano puede vivir. En realidad, es todo. Cuando el ser humano adquiere la conciencia de ser todo, es que, en realidad, es todo".

Porque el hombre de conocimiento es el que llega a la totalidad de sí mismo y vive desde la totalidad de sí mismo. Vive la realidad y vida ordinarias, y vive la realidad y vida inmanentes o trascendentes, como quiera expresarse, a aquéllas, que el común de los mortales no sospecha. Vive la vida y realidad totales, que, como totales, constituyen para él una unidad: "… sólo un hombre de conocimiento percibe el mundo con sus sentimientos y con su voluntad y también con su ver". Después de esa totalidad no hay algo más, es lo último.

Desde esta totalidad de sí mismo, el hombre de conocimiento se percibe literalmente en un mundo maravilloso y rodeado de eternidad, la mayor sabiduría a la que uno puede dar voz. ¿Sabes que en este mismo instante estás rodeado por la eternidad? ¿Y sabes que puedes usar esa eternidad, si así lo deseas? ¿Sabes que puedes extenderte hasta el infinito en cualquiera de las direcciones que he señalado? ¿Sabes que un momento puede ser la eternidad? Esto no es una adivinanza; es un hecho, pero sólo si te montas en ese momento y lo usas para llevar la totalidad de ti mismo hasta el infinito, en cualquier dirección.

Al volver apreciar el lugar donde estábamos, don Goyo dijo: "Estás tratando con esa inmensidad que está allá afuera. Aquí, alrededor de nosotros, está la eternidad misma".

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viernes, 14 de noviembre de 2008

Consejo (pensamiento de un hombre común 7)

No podía conciliar el sueño. Abrí los ojos y miré el techo. Algo me había despertado, posiblemente una pesadilla. De repente escuché un extraño sonido, miré al frente, hacia mi librero y vi un extraño ser luminoso hojear uno de mis libros. Se percató de que lo estaba observando y se acercó lentamente hasta mi cama. Se sentó y me miró; era una mirada cálida. Sonrió y después hablo:

"Sólo he venido para darte un último consejo. Sabes... a veces nos es difícil comprender todo lo que sucede a nuestro alrededor, pero debes estar consciente de que todo ocurre por la misma confluencia de la vida. Sé que te enojas cuando todo lo que sucede a tu alrededor es de manera injusta, ¿pero qué sabes del propósito (por no decir destino)?

"Tienes que comprender que nada podrá salir tal como tú lo deseas. No te estoy pidiendo que dejes fluir tu vida a la voluntad de algo o de alguien. Sólo debes dejar que ocurra, y admirarte de la oportunidad que se te ha puesto en el camino.

"Por favor, piensa en esto: No puedes obligar a que la gente haga las cosas que tú deseas. Principalmente, porque no tienes el derecho de doblegar su voluntad.

"No te enfades con nadie, eso es muy egoísta de tu parte. Sabes muy bien que nada se gana forzando las cosas. En esta vida, no puedes obtener todo lo que deseas; sólo lo suficiente. Recuerda: lo suficiente, y deberías dar gracias por ello. No se te olvide.

"Lo que te digo es simple: es como si quisieras leer todos los libros del mundo. Nadie ha leído todos los libros del mundo; sólo se leen algunos libros, no todos; incluso, hay ocasiones que persona alguna, ha leído solo un libro en su vida. ¿Comprendes?

"No te estoy pidiendo que seas conformista con únicamente lo que has leído, o con todo lo que ha devenido en tu vida. Sigue leyendo, sigue buscando las oportunidades, sin rendirte. Si no se puede, simplemente no se puede, ya existirá el momento. No desesperes; sólo concéntrate con lo que tienes en las manos, y trabájalo. Esfuérzate por ser mejor cada día.

"Pero te diré una cosa más, cuando logres estar allá, sé humilde y alégrate. Abrázate a ti mismo, y ríe.

"No te reproches por tus errores. Cuando lo haces, actúas como tonto. Recuerda que nuestras decisiones se llevan hasta el final y con responsabilidad, no importa el resultado. Y no seas un aburrido, habiendo tantos errores por cometer, ¿tienes que cometer siempre el mismo?"

Concluyó, y desapareció ante mis ojos.



Entonces, alguien me dijo por última vez: "REGRESA, Y ESFUÉRZATE POR PERDER LA FORMA HUMANA".

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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Lugares comunes (pensamiento de un hombre común 6)

Sí, el hombre común no sabe lo que en realidad quiere... más bien siempre desea tener todo para que al final lo abandone... Es la ansiedad de poseer todo para demostrar su poder, pero no sabe que todo ese deseo es sólo un capricho, y por lo tanto un adquisición efímera...

Cuando veo ese mundo que capturas. Cuando veo la intensidad del color de aquellos paisajes, me transporto repentinamente a otro lugar. Un lugar distinto al que habito. Siento incluso el aroma o la melancolía de ese nuevo mundo. Un lugar en donde todo puede ocurrir, y el deseo es eterno. Un lugar blanco y negro, en el que no es necesario distinguir las cosas. ¿Y sabes cuál es ese lugar?

...Es mi mente.

Se admira de sus pensamientos, de su mente: el único medio entre la ilusión y la realidad. Pero qué hay cuando "quiere" o "ama": ¿Pierde la cabeza?

La quiero, la amo, estoy profundamente perdido por ella... Sólo pienso en ella, lo admito. Escucho su risa en cualquier rincón de mi habitación. Miro a cualquier parte y aquellos ojos pizpiretos me ven y me hechizan. Siento una enorme ansiedad de querer escuchar su voz, de verla sonreír... Cada día se convierte en un martirio por sentirme atado, encadenado en mi habitación y no poder correr tras ella y estrecharla fuertemente a mi cuerpo. Sentir su aroma y descubrir su respiración. Sentir lo suave que son sus manos.

Me vuelve loco, y ella lo sabe. Su belleza me atrapa, y me dan ganas de gritar su nombre, para que me escuche y sepa que está en mi pensamiento... Es mi musa. Con su esencia imagino lo imposible como factible, pero a veces todas esas emociones se unen y se vuelven miedos. Miedo de no poder avanzar hacia ella; de que me tiemblen las piernas y se quiebre mi voz... es amor. Mi boca se seca, mi estómago siente un vacío enorme. Y aprieto los ojos para dejar de pensar en tonterías. Sólo ella puede salvarme...

Quiero...


Dispone su destino en las manos de alguien que posiblemente lo llevará a su perdición... Y su composición ni siquiera es novedosa... es un lugar común- Pero por qué hablo de esto si soy un mescalero... Parece una queja, ¿no? Pues bien, porque yo cuando estuve en el mundo del hombre común, tuve los mismos pensamientos.

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lunes, 10 de noviembre de 2008

Susurros (pensamiento de un hombre común 5)

Hace ya algunos meses, había leído la historia de un personaje que estaba cumpliendo cincuenta años de vida, y durante todos los relatos que se van desenvolviendo, el personaje reflexiona acerca de su vida, de sus logros, de sus desesperaciones, que al final de todo se da cuenta que lo que vivió cuando era un pibe, eso no era realmente la vida. La vida, a sus cincuenta años, apenas estaba comenzando. Se dio cuenta que tomaba la vida sin seriedad y con la premura de experimentar todo. Sin embargo, ahora que lo ve bien, la vida no se vive con prisa, ni se experimenta nada más porque sí. Piensa ahora que por su edad, tiene que ser más precavido.

Ahí veo reflejada mi vida, si ahora vivo con ciertas reservaciones, ¿cómo seré dentro de cincuenta años? Siento que ahora estoy construyendo un universo en el que al final me volveré el espectador. Me he dado cuenta que para poder avanzar, a veces hay que sacrificar. Es muy doloroso, es verdad, pero la recompensa (porque existe. Quiero creer que existe) vendrá, pero no existe fecha precisa que diga "aquí serás feliz." Luego pensé si he vivido mi vida con prisa... no lo sé. Pero lo que sí sé es que en mi camino he visto bastantes cosas. Cosas que a veces presiento que van a repercutir en mí.

Admito que a veces tengo miedo, ¿y quién no? pero mi miedo es no poder avanzar, quedarme atrapado en un solo lugar, y con el mismo pensamiento de todos los días. Veo a la gente que a veces recurre a mí para desahogarse, y finalmente pienso: ¿Es acaso nuestra culpa? ¿Decir con toda sinceridad a la gente lo que nos está acabando, lo que nos está destruyendo por dentro?

Yo digo que Sí es sano. Es sano decirle a la gente qué está pasando en nuestro mundo. Pero no es sano que llenen de ponzoña nuestra mente, que nos desanimen, que nos digan que renunciemos a lo que aspiramos (pero a que a fin de cuenta nos aflige) pero es por eso que hay que sufrir para poder avanzar. Odio que nos roben la fe. Creo que nada es correcto. Si abres la boca y dices lo que piensas, o bien salvas vidas, o bien destruyes vidas. Pierdes todo. Todo por culpa de una mala interpretación.

¿Cuál es entonces la solución? ¿Quedarnos callados siempre?
Todas estas preguntas ocurren y se olvidan. Al final te ríes y todo parece olvidarse. Pero sientes un pequeño vacío de que nada está bien.

Entonces, alguien me dijo: "REGRESA, Y ESFUÉRZATE POR PERDER LA FORMA HUMANA".

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domingo, 9 de noviembre de 2008

Involución (pensamiento de un hombre común 4)

Un mescalero sabe que tiene que evolucionar a un ser lejano, distante a las pasiones humanas, pero al mismo tiempo sabe que no puede cambiar, por eso siempre tiene este pensamiento para luchar constantemente.

Un mescalero también sabe que un hombre común no tiene la capacidad de evolucionar. Un hombre común más bien piensa que se transforma en algo ajeno a él; en un ser nuevo y listo para recomenzar; pero no es así, sino que se transforma en lo que los demás piensan sobre él; se transforma en lo que más odia, en lo que no quiere ser, pero con tal de sobrevivir lo hace...

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Me he ido convirtiendo en un ser desagradable para todo y para todos. Me di cuenta que a la persona que más estimo, le dio por decirme sutilezas para no lastimarme, aunque yo sé realmente que en el fondo está hastiada por mis actitudes. Pero al mismo tiempo que yo descifraba todo esto, se incrementaba mi metamorfosis.

Ahora lo que solía ser, ya no lo soy más. Me siento distinto, incluso lo que tanto quería hacer, lo he abandonado. Lo que tanto quería, me odia; se ha cansado de mí. ¿A caso es el motivo de esta transformación?

Siento que cada día este ser que emerge, consume una ilusión, y lastima al que se atraviesa en su camino. Yo sólo quería... ¿Tiene caso decirlo? Hasta mis recuerdos se han ido desvaneciendo. Quizá me olvide de mí mismo, y quizá mis semejantes me encierren nuevamente en la soledad al verme convertido en aquella bestia. En ese cuarto oscuro que se llama OLVIDO.


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En vez de avanzar, un hombre común retrocede, no evoluciona, involuciona.
En la lucha incansable, un mescalero trata de perder su forma humana.

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viernes, 7 de noviembre de 2008

Problemas (pensamiento de un hombre común 3)

Por eso se enseña al mescalero aprendiz a no depender de nadie, a no buscar ayuda, a no aferrarse a nada, para que no tenga miedo. El miedo siempre es el primer enemigo del mescalero, y ¿qué es el miedo? Inseguridad en uno mismo. Encadenar la voluntad y dejarse golpear por los sentimientos de la gente.


Igual el diálogo interno es un mal vicio, porque sólo nos justifica y renueva un mundo de ilusiones, nos hace justificarnos para creer en una mentira. En realidad sólo se crea un problema enorme. ¿Que el mescalero es indiferente?

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Cómo saber que una promesa se puede cumplir, o que otra sólo sirve de despedida. Cómo saber que lo que a veces sientes es un verdadero sentimiento, y no un simple simulacro.

Cómo saber que estás predestinado para querer lo inalcanzable, para amar la ilusión, para obsesionarte del deseo.

Hay muchas preguntas que a veces en vez de ser planteadas, son las meras respuestas.

Cómo poder estar contento y al mismo tiempo llorar. Cómo poder estar triste y al mismo tiempo reír.

Siento que a veces es mejor decir lo que uno siente, aclarar el sentimiento. Decir lo que está ocurriendo, para no irnos hasta el extremo y pensar una estupidez. Pero nada de eso es posible, todo existe como debe ser, todo viene todo se va, y el olvido o el recuerdo se encargan de esas acciones.

Hay muchas cosas que a veces uno quiere gritar, pero se da cuenta de que está afónico, o que está parado en una plaza solitaria.

¿Cuándo volveré a tener esa fe? ¿Cuándo volveremos a confiar en esas personas? Quizá siempre lo hicimos pero las despreciamos.

¿Realmente queremos vivir en el sufrimiento?

¿Cómo agradeces a una persona que de repente emerge en tu vida, y pone su granito de arena? ¿Con regalos, con un saludo, con una sonrisa, con una indiferencia, con una ingratitud o simplemente no se dice nada? Todo se quedará en el silencio.

Sólo existe y sólo se vive.


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NO, el mescalero no es indiferente. El mescalero actúa como si no pasara nada, aunque está consciente de ello. El mescalero debe perder su forma humana.

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lunes, 3 de noviembre de 2008

La vida pasa (pensamiento de un hombre común 2)

Era de noche, y me quedé en el paradero esperando un taxi. Ninguno aparecía: una mala señal. El único taxi que apareció me lo ganó una chica que esperaba más adelante de mí; sin embargo, el taxista se detuvo donde yo estaba y preguntó hacia dónde me dirigía. Dije la dirección y el taxista hizo el típico gesto desagradable que el resto de los taxistas hacen cuando menciono la dirección de mi casa. No les entiendo; sólo tienen que pisar el pedal, no se trata de un rickshaw. O todavía así, ¡no me están haciendo un favor, me están haciendo un servicio! ¡Les pagaré, no es gratis! A regañadientes, el taxista decidió llevarme. Tenía ganas de gritarle que se largara, que nadie se burlaba de mí, pero era el único taxi, y yo ya quería llegar a casa.

Me mantuve en silencio todo el camino; mientras escuchaba por la radio un anuncio a cerca de leer 200 páginas en tales minutos, algo de repente, hizo perderme entre el paisaje, quizá las luces de la ciudad o las luces rojas de los automóviles. Iba tan absorto en mis pensamientos, que todo lo vi como en cámara lenta. Un perro, al otro lado del camellón, había asustado a un gato. El minino saltó y escapó de su victimario. La luz del taxi lo iluminó: era un gato pinto; segundos después sentí bajo mis pies cómo lo habíamos arrollado, cómo su cuerpo tronaba. Era distinto a cuando pasamos un tope, definitivamente.

Fue ahí cuando tuve una visión; como si todo estuviera tan iluminado. Vi la vida pasar corriendo y apagarse repentinamente. No sé, pero vi en mi mente una escena de aquel minino maullando a su amo por comida, jugando en los sillones, atrapando insectos. Era la vida.

Cuando escuché el ruido bajo el taxi, maldije. La chica de atrás retuvo un grito y el taxista dijo: “se le acabaron las 7 vidas”. Vi todas aquellas vidas que circulaban en las aceras, los que estaban en casa cenando o viendo televisión. Me vi a mí mismo: sentía coraje.

¿Cómo era posible todo esto? Yo sé que el taxista pudo haber frenado y salvar la vida del animalito. Pero aunque uno no quiera, el destino es caprichoso. ¿Era la hora de aquel animalito? ¿O simplemente, fue la impertinencia del taxista? Un ser lleno de agresividad, y que hace las cosas de mala gana. ¡7 años de mala suerte!

Quizá aunque uno no quiera, el destino nos utiliza para apagar una vida, o para salvarla. Recordé a la gente que siempre está a mi lado y la que ya no lo está. Pensé qué pasaría conmigo si todos desaparecieran. La muerte… ¿Qué es la muerte?

Avanzábamos por la transitada carretera. El coraje se disipaba. El dolor por aquel animalito sanaba por la música de la radio. Me vinieron a la mente las cosas que tenía pendiente. Ya estábamos lejos del lugar de aquel terrible evento. Ya no recordaba aquel sonido o escena. Ya todo había pasado, como cuando olvidamos un mal momento: sí, todo es pasajero. La vida pasa…

Entonces, alguien me dijo: "REGRESA, Y ESFUÉRZATE POR PERDER LA FORMA HUMANA".

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