sábado, 1 de marzo de 2008

El álbum de recuerdos

"¿Cómo van tus excentricidades y aberraciones?" Me preguntó don Gaspar, hace ya algunos años, antes de su partida de este mundo. Yo le respondí que marchaban bien. «Excentricidades y aberraciones» era el nombre que él le había dado a mi afán de coleccionista. En aquel momen­to, había vuelto con nuevo fervor a hacer algo que había disfrutado toda mi vida: coleccionar soundtracks. He coleccionado soundtracks desde 1997, y mis compositores predilectos son John Williams y Hans Zimmer.

Le confesé a don Gaspar que en varias ocasiones le contaba a mis amigos que yo ya iba a finalizar mi colección de soundtracks. Que en el 2005 había programado ya no comprar un CD más, y que en vez de eso me dedicaría a la colección de libros. Necesitaba crear una biblioteca personal para mi trabajo.

"Ser coleccionista no es tan malo. El quid del asunto no es que sea coleccionista, sino lo que uno colecciona. Tú eres coleccionista de porquerías, de cosas sin valor que te aprisionan como lo hace tu gato. No puedes irte cuando quieras si tienes que andar cuidando a tu masco­ta, o si tienes que preocuparte por lo que va a pasar con tus colecciones si no estás allí para cuidarlas".

Recordé que ante toda amenaza de huracán, lo primero que empacaba era mi colección de soundtracks, y mis libros favoritos.

"No, no; no pienses que te estoy acusando. Incluso, me gusta tu espíritu de coleccionis­ta. Lo que no me gusta son tus colecciones, eso es todo. Me gustaría, sin embargo, utilizar tu ojo de coleccionista. Quisiera proponerte que hagas una colección que valga la pena".

Don Gaspar hizo una breve pausa. Parecía que buscaba la palabra adecuada; o era quizás una vacilación dramá­tica, bien calculada. Me clavó con una mirada profunda y penetrante.
"Cada mescalero, obligatoriamente, colecciona ma­terial para un álbum especial, un álbum que revela la personalidad del mescalero, un ál­bum que es testigo de las circunstancias de su vida".

"¿Por qué le llama a esto una colección? ¿O incluso, un ál­bum?"
"Porque es ambas cosas. Pero sobre todo, es como un álbum de retratos hechos de re­cuerdos, retratos que surgen al recordar sucesos memo­rables".
Le pregunté si son esos sucesos memorables dignos del recuer­do de alguna manera especial.

"Son memorables porque tienen un significado es­pecial en la vida de uno. Lo que te propongo es que hagas tu álbum, incluyendo en él un recuento com­pleto de los sucesos que han tenido un significado pro­fundo para ti".

Recordé que cada soundtrack tenía una remembranza de cuando lo adquirí. Lo que quería darle a enteder a don Gaspar, era que cada suceso de mi vida siempre ha tenido un significado profundo para mí.

"No es cierto. Todo suceso en tu vida no ha tenido un significado profundo. Hay unos cuantos, sin embargo, que considero capaces de haber cambiado algo para ti, de haberte iluminado el camino. Por lo general, los sucesos que cambian nuestro curso son asuntos impersonales, y a la vez extremadamente personales".

"No quiero ser necio, pero créame, todo lo que me ha sucedido cabe en esa definición."
"No pienses en este álbum en términos de banali­dades, o en términos de un refrito trivial de las experien­cias de tu vida".

Respiré profundamente, cerré los ojos e intenté cal­mar mi mente. Me estaba hablando frenéticamente a mí mismo acerca de mi dilema: en verdad, no me gustaba nada visitar a don Gaspar. Ante su presencia me sentía ame­nazado. Me atacaba verbalmente y no dejaba lugar para demostrarle lo que yo valía. Detestaba sentirme humilla­do cada vez que abría la boca; detestaba pasar por imbécil. Pero había otra voz dentro de mí, una voz que me llegaba desde una mayor profundidad, más distante, más débil. En medio de los ataques de diálogo familiar, me oí decir que era demasiado tarde para regresar. Pero no era en verdad mi voz o mis pensamientos lo que ex­perimentaba; era, mejor dicho, como una voz descono­cida que decía que me había metido ya muy profunda­mente en el mundo de don Gaspar y que lo necesitaba más que el aire mismo.

Di lo que quieras, pero si no fueras el egomaniático que eres, no estarías tan avergonzado.

"Ésa es la voz de tu otra mente". Dijo don Gaspar, como si estuviera escuchando o leyéndome los pensa­mientos. Mi cuerpo dio un salto involuntario. Mi susto fue tan intenso que me vinieron lágrimas a los ojos. Le con­fesé a don Gaspar la confusión de mi estado.

"Por alguna extraña razón, no puedo en­focarme en lo que me está diciendo".
"Comprendo perfectamente y tú también lo comprenderás, y a la vez resolverás el conflicto de que si me quieres o no, el día en que dejes de ser el yo‑yo centro del mundo. Entretanto, dejemos el tema de la voz de tu mente y regresemos a la idea de preparar tu álbum de sucesos memorables. Debo añadir que tal álbum es un ejercicio de disciplina e imparcialidad. Considera este álbum como un acto de guerra.

La afirmación de don Gaspar (que mi conflicto de querer o no querer verlo iba a terminar cuando abando­nara mi egocentrismo) no era solución para mí. De hecho, la afirmación me enfadó más; mi frustración creció. Y cuando le oí decir que el álbum era un acto de guerra, lo ataqué con todo mi veneno: "La idea de que ésta es una colección de sucesos es ya bastante difícil de comprender, pero además, el llamarle un álbum y decir que tal álbum es un acto de guerra es demasiado. Es de­masiado oscuro. Eso hace que la metáfora pierda su significado".

"¡Qué raro! Para mí es lo opuesto. Que tal álbum sea un acto de guerra tiene todo el significado del mundo para mí. No quisiera que mi álbum de sucesos memorables fuera nin­guna otra cosa que un acto de guerra".

Quería seguir con mi opinión y explicarle que sí comprendía la idea de un álbum de sucesos memorables. A lo que me oponía era a la manera confusa en que me lo describía. En aquellos tiempos, me consideraba un defensor de la claridad y del funcionalismo en el uso del lenguaje.

"¿Qué cosa se apodera de mí para comportarme de tal manera?"
"No te preocupes por detalles absurdos. Cada uno de nosotros, hombre o mujer, es así".
"¿Quiere usted decir, que somos mez­quinos y contradictorios por naturaleza?"
"No, no somos mezquinos y contradictorios por naturaleza. Nuestras mezquindades y contradicciones son, más bien, el resultado de un con­flicto trascendental que nos afecta a cada uno de noso­tros, pero del cual sólo los mescaleros tienen dolorosa y desesperadamente conciencia; el conflicto entre nues­tras dos mentes".

"¿Las dos mentes?"
"Sí. Una es nuestra mente verdadera, el producto de las experien­cias de nuestra vida, la que raras veces habla porque ha sido vencida y sometida a la oscuridad. La otra, la men­te que usamos a diario para todo lo que hacemos, es el invasor. Resolver el conflicto entre las dos mentes es una cuestión de voluntad. Los mescaleros llaman a la voluntad cuando pronuncia la palabra Voluntad en voz fuerte y clara. La voluntad es una fuerza que existe en el universo. Cuando los mescaleros llaman a la voluntad, les llega y les prepara el camino para sus logros, lo cual quiere decir que los mescaleros siempre logran lo que se proponen".

"¿Quiere usted decir que los mescaleros siempre consiguen todo lo que quieren, aunque sea algo mezquino y arbitrario?"

"No, no es eso lo que quiero decir. Se puede llamar a la voluntad para cualquier cosa, pero los mescaleros han descubierto a las duras que la voluntad sólo viene para algo que es abstracto. Ésa es la válvula de se­guridad de los mescaleros; de otra manera, serían inso­portables. En tu caso, llamar a la voluntad para resolver el conflicto entre tus dos mentes, no es una cuestión ni mezquina ni arbitraria. Todo lo contrario; es un asunto etéreo y abstracto, y a la vez es tan vital para ti como te puedas imaginar".

Don Gaspar hizo una pausa; entonces volvió al tema del álbum.
"Mi propio álbum, siendo acto de guerra, exigió una selección de muchísimo cuidado. Es ahora una colección precisa de los momentos inolvidables de mi vida, y de todo lo que me condujo a ellos. He concentrado en él, todo lo que fue y lo que será significativo para mí. A mi parecer, el álbum de un mescalero es algo muy concreto, algo tan acertado que acaba con todo".

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