miércoles, 27 de mayo de 2009

Ka je'elen

Dejé de platicar con el Dr. Raúl acerca de lo que había sucedido en la investigación en la que estaba colaborando: las transcripciones se habían perdido. ¿Cómo era posible? Sin embargo, yo no había ido a la Universidad con intención de conversar sobre los proyectos de investigación, iba con el pretexto de entregarle la discografía de Joe Jackson al profesor Niño, pero el motivo original era encontrármela; verla y platicar con ella, porque había decidido invitarla a alguna parte. Sinceramente no importaba el lugar, sólo quería platicar con ella con respecto a la situación en la que estaba atravesando.

Cuando el Dr. Raúl me dijo que estaba asignado en el nuevo proyecto, vi que bajó la jefa de ella. En mi mente cruzó el pensamiento: Está sola trabajando en el cubículo, ahora es el momento. Me despedí del Dr. Raúl y me di cuenta de que se fue con la jefa de la secretaría técnica: fumaron un cigarrillo fuera del edificio. Estaba a punto de subir las escaleras para dirigirme hacia su cubículo, cuando alguien me tomó de la mano: "¿A dónde crees que vas?"

Al mirar quién me había detenido, observé la sonrisa de la mescalera. No quise preguntar qué hacía en el edificio, sino por qué me detenía. "¿Estás seguro en lo que piensas hacer?" Yo había calculado mis probabilidades de éxito, a pesar de las motivaciones de Beatriz, y la sugerencia final de que sin importar lo que yo haga, estuviera preparado para un No. Le dije a la mescalera que estaba seguro. Sentí un apretón fuerte en mi muñeca. "No, nagualito. Sabes muy bien que estás siendo precipitado". ¿Piensas detenerme, entonces? Si no lo hago ahora, cuándo y de qué manera. Sabes muy bien que no tengo ningún punto de referencia para poder conocerla mejor. "Te detengo para que no la riegues…" ¿Regarla? "Sí. Estás confundido… quizá no has desechado la presencia de los enemigos inorgánicos". ¿A qué te refieres? "Recuerda que cuando devoran tu energía te dan a cambio ensueños eróticos, fantásticos o sensacionales… Ay, nagualito, ¿cómo puedo convencerte que aún necesitas de mí?"

Me quedé petrificado con lo que me había dicho. ¿Realmente estaba actuando precipitadamente? Tenía que ser paciente con respecto a este asunto… ¿Aplazarlo? "Sí. Estás asignado para cubrir más proyectos de investigación… ya te sucedió una vez. Concéntrate. Sé que cuando empiezas a encapricharte con alguien, siempre encuentras un motivo para creer que esa persona es tu media naranja, cualquier motivo vale. Como alucinarte por tratarse de una chica inteligente y locuaz, tan dedicada que incluso te dejaría por atender sus asuntos, por ejemplo. A la larga, sería una costumbre irritante que motivaría a una separación. Pero, ay nagualito, cuando estás enamorado, crees que es lo que has estado esperando durante años".

Me soltó la mano. Miré el rellano de la escalera; aquella puerta en la que guardaba el pasillo hacia el cubículo donde la escuchaba teclear frente al monitor. Suspiré. "Aún nos quedan pendientes". Bajé la escalera con desgano, y salí del edificio a soportar el bochorno del día. Sentí el sudor resbalarse copiosamente por mi cuerpo, y me percaté que la mescalera caminaba detrás de mí a una distancia prudente.

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