viernes, 19 de marzo de 2010

Tarea

Al verificar la regla del naualli, don Gaspar dedujo que inevitablemente se acercaba el tiempo de una nueva casta de mescaleros, a los que han denominado los videntes modernos.

¿Hay alguna peculiaridad en la composición luminosa de esos mescaleros?

“No. En todas las épocas el patrón energético del hombre ha sido muy homogéneo, así que la organización de la partida es la misma. Sin embargo, los mescaleros actuales están experimentando en su luminosidad un corrimiento hacia el verde, lo cual significa que están recuperando características propias de los antiguos videntes. Esto es algo imprevisto, aunque de seguro está contemplado en la regla.

“La verdadera diferencia entre los videntes del pasado y los de ahora es de comportamiento. Actualmente no estamos sometidos a las mismas represiones de épocas anteriores y, por lo tanto, los nauallis tienen menos restricciones. Esto claramente tiene una finalidad: la divulgación de la enseñanza.

“A mí me ha tocado vivir en un momento de renovación. Mi cometido es cerrar con llave de oro la línea del naualli y abrir posibilidades a quienes vengan después. Por eso he dicho que soy el último naualli de mi linaje, no en un sentido absoluto, sino en un sentido de cambio radical”.

En este punto, don Gaspar hizo un corte en su exposición y me recordó una plática que habíamos sostenido al principio de conocernos.

En aquel entonces yo le pedí que me contara historias de poder. Él me respondió que no podía negarse a mi solicitud, pero que entregarme esas historias sin antes encaminarme, habría sido trivializarlas.

“Espero que lo que has visto durante estos años colme tus expectativas. Hice lo que pude, teniendo en cuenta tus limitaciones y las mías. Sé que ya has comenzado a educar a tu doble de ensueños y eso garantiza que puedes seguir por ti mismo; tu doble no te dejará en paz hasta que llegues a tu totalidad. La parte teórica ha terminado y es tiempo de hacerte un último regalo”.

El tono entre familiar y solemne con que don Gaspar me dijo estas palabras hizo que concentrase toda mi atención.

“La enseñanza final dice que la relación que contrae con el intento toda persona que se acerca al naualli ocupa su lugar, cualquiera que este sea, dentro del contexto total de la regla. Así que no estás solo, los nauallis esperan algo de ti.”

¿Qué cosa? Le pregunté, un poco desconcertado. Me explicó:

“Todo mescalero tiene una tarea. La tuya es que cumplas con lo que te encargó el espíritu; ése es tu camino al poder.”

¿Y cuál es esa tarea?

“Bueno, tu misión personal es algo que la voz del espíritu te comunicará algún día. Sin embargo, al entregarte la regla del naualli, yo estoy siguiendo una estrategia a largo plazo elaborada por mis antecesores y eso te compromete con el intento de mi maestro.

“Lo que se espera de ti es que digas a quienes te rodean: ‘¡Ustedes son libres, pueden volar por cuenta propia! Ya tienen la información necesaria, ¿qué más esperan? Actúen impecablemente y verán cómo la energía encuentra un modo de encauzarse'.

“Avisa a todos que, a partir de la culminación de mi linaje, el conocimiento ha quedado abierto. Cada mescalero es responsable por sí mismo y puede proveerse de la oportunidad mínima, que es organizar su propia partida”.

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