miércoles, 10 de septiembre de 2008

El Testigo

Mi mal humor había llegado al límite desgraciadamente por el clima del día: un día caluroso; el sol sofocante y el aire caliente, asfixiaba. Estaba empapado de sudor mientras me dirigía a casa. Para el colmo, ni un taxi me levantaba; tenía ganas de llegar a casa y ducharme para recobrar mi buen humor. Tras una sarta de maldiciones, me percaté de que ese ser quejumbroso, parecía resonar en mi interior, deseaba salir y desatar su coraje. Yo no soy así, pensé.

Al llegar a casa hice lo primero que ya había planeado. Al salir de ducharme, fui a vestirme y recordé que tenía que regresar a la universidad. Sin embargo, no tenía ganas de pisar aquel lugar. Me vi esperando en la avenida, haciendo la parada a un taxi; el cielo comenzaba a nublarse y supuse que esta vez la lluvia venía en serio. Caminé por el bachillerato, y para mi sorpresa escuché la voz de Norma gritarme: ¡Cuenta cuentos!

Al virarme a verla, la vi uniformada, estaba a punto de subirse en su vehículo. Sentí cierta envidia por tratarse de una jovencita de 15 años, y ya tenía con qué desplazarse. "¡Ven! ¿Hacia dónde te diriges? Si quieres te puedo llevar". Le agradecí. Realmente accedí, no porque necesitaba un aventón, sino porque quería platicar con ella acerca de esas dudas que tenía en la mente.

"Recuerdo la primera vez que te conocí". Me dijo mientras nos deteníamos en el primer semáforo de la avenida principal. "No entiendo cómo puedes tener dudas, cuando tú mismo hacías recapitulación con Pablo acerca de la Claridad. Se supone que tienes la capacidad de aclarar tus propias dudas. Si te lo dije, era porque tuve una extraña sensación en decírtelo. ¿No te ha ocurrido alguna vez? Dices las cosas sin pensarlo, y cuando lo meditas, te percatas que abriste la boca más de la cuenta, y entonces comienzas a reprimirte, y te dices: si no sabes, para qué hablas". Me daban risa los comentarios de Norma, pero al callarme le confesé que me portaba muy de mal humor, agresivo, chocante… "¿Más negativo de lo normal, eh?"

"¿Por qué actuaré de esta manera, Norma?"
"Quizá es el poder de tu naualli. Yo estuve ahí, y no fue un sueño, Cuenta cuentos. Fue real".
"¿Mi poder de naualli, dices?"

"Para entrar al mundo donde se encuentran los nauallis, tuviste que utilizar tu poder personal. Te encaminaste a tu encuentro sabiendo que te podían suceder dos cosas: jamás regresarías, o si regresabas, es para cumplir con una tarea que tu nueva fuerza te designó. Has obtenido tu totalidad, pero como los dos sabemos, al dominar esa totalidad, has perdido todo; por eso necesitas cumplir tu tarea, sin importar el triunfo o la derrota, para obtener el dominio de tu totalidad".

"¿Qué debo hacer?" Le pregunté a Norma, y ella hizo una mueca, tanto por mi pregunta como por la impertinencia de un taxi.

"Una vez tuve la oportunidad de conversar con don Celestino. Es más, él me dio la tarea de ser tu testigo, y me contó una historia en la que me daba a entender cómo debe vivir un mescalero en espera del cumplimiento de su tarea… para esa espera y para tu tarea, lo único que tienes es tu Humildad, tu Impecabilidad y tu Sobriedad".

Entonces, comencé a recordar pequeñas frases de don Gaspar. Estaba sentado en el centro mientras los cuatro nauallis me franqueaban. Ahí don Gaspar me dijo: "…En esta tarea el mescalero no puede evitar el dolor porque es un ser humano, pero lo que sí puede evitar es entregarse a él. En esta tarea está solo, esa es nuestra condición verdadera…"

"Lo ves… Sí lo sabes, sólo te haces el idiota".

Un mescalero que entra en lo desconocido mantiene un sentimiento de humildad, impecabilidad y eficiencia que le fortalece y prepara su espíritu.

"Pero entonces…"

"Pero nada, Cuenta cuentos. Estás solo, y lo sabes. No hay nadie ya en tu camino. No busques a tus amigos porque jamás los encontrarás, incluso a nosotros. Nosotros no somos tus amigos, un nagual no tiene amigos…"

"Por eso nuestro aprendizaje es individual… para no mantener lazos fraternales…"

"Dramático… sólo quiero que sepas que tienes un poder, aprovéchalo…. Por el momento, aprende a dominar tu enojo…"

"Pero… ¿Por qué sabes todo esto y yo no?"

"Todo con calma y paciencia… se aclarará, ya verás".

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