viernes, 1 de enero de 2010

Huidizos

Me encaminé hacia la librería, sobre la acera húmeda y entre la gente encarrerada. El centro de la ciudad me parecía más que un tránsito de sombras, una enorme colmena, o quizá una marcha excesiva de hormigas. Al entrar a la librería, revisé libros en cada estante, buscando algo para entretenerme. Y fue ahí donde me encontré de nuevo a Dilian, justamente frente al estante de esoterismo; revisaba un pequeño libro de bolsillo acerca de los upanishads. Cuando me vio, no hubo ninguna reacción de alegría o de sorpresa. Simplemente me observó y me dijo: "Este libro me recuerda a muchas de las cosas que me cuentan todos ustedes". En efecto, yo secundaba con ella.

Le pregunté cómo estaba, cómo le había ido últimamente, y me respondió de manera escueta que se encontraba triste. Me explicó que comenzaba a decepcionarse por la actitud de Yolanda. Alcé las cejas fingiendo sorpresa, y le pregunté cómo estaba Yolanda; me dijo: "Me enoja, no tiene nada de ética. Cuando te menciono, ella siempre te critica. Dime, ¿no te parece mal lo que hace? Si estoy en un proceso de aprendizaje, y yo estoy tan emocionada con todo esto, al decirme que eres un imbécil, y de que no te tomara tan en serio, sino que aprendiera a no cagarla... en fin, me parece muy mal".

Solté una gran carcajada, que hasta la dependienta se nos quedó mirando. Tomé del brazo a Dilian, y le dije que caminaramos a la explanada de la bandera a sentarnos en la sombra. Creo que era el momento adecuado para señalarle una nueva tarea. Le dije que no se enojara con Yolanda. Quizá era el momento preciso para revelarle y recordarle que los mescaleros jamás deben darle importancia a las cosas. Le hablé acerca de la importancia personal. Le dije que Yolanda la estaba aguijoneando. En realidad el enojo es porque les damos importancia a los actos de los demás: Un mescalero sabe que nadie le hace nada a nadie; que uno mismo se hace daño con la gente y con los sentimientos. "Llegó la hora de que tú y yo nos volvamos huidizos".

Dilian me miró confundida. Le expliqué que para que ella aprendiera a hacerse huidiza, tendría que aplicar el desapego, tener el menor contacto con la gente, en pocas palabras, tendríamos que volvernos inaccesibles con la gente. No correríamos en su búsqueda, sino que dejaríamos un puente tendido para los que quieran encontrarnos, lo atravesaran y convivieran con nosotros. A Dilian le pareció una idea descabellada, y le dije que yo también había pensado lo mismo cuando me pidieron desapegarme de todo. "No estarás sola, Dilian, en este caso, los mescaleros estaremos a tu disposición cada vez que tengas una duda. Pero es necesario que aprendas a convivir con la soledad. Llegó la hora de que todo lo que te he dicho lo llevemos a la praxis. Esto no es broma: debes prepararte incansablemente a través de una férrea disciplina; debes fortalecer tu cuerpo y perfeccionar tu espíritu; a partir de ahora tu campo de batalla es el mundo y la vida cotidiana".

"Sí, todo eso lo entiendo, pero... ¿Qué debo hacer para perfeccionar mi espíritu?" Me preguntó Dilian, y le respondí que tenía que actuar de manera inflexible en la búsqueda de tal perfección, y que para ello, debe mantener siempre una actitud ante la vida y las cosas de la vida que le permita liberarse del miedo, de la ambición, de la queja y la tristeza.

"Entiendo. Pero dime, ¿no te molesta que ella hable así de ti? Me dice que te quejas por todo con la gente, incluso con ellos". Asentí y le dije que para que la gente no sospechara de lo que somos, tendemos a actuar de una manera... "anormal" o de plano, de manera "estúpida". Tenemos el desatino controlado, es una manera de despistarlos. Por ejemplo Yolanda, ella actúa contigo como una persona agresiva, yo actúo quizá de una manera quejumbrosa, pero no en esta ocasión, no contigo, sino con la gente común. El desatino controlado sirve para despertar en ellos reacciones que tú como aprendiz, o ya sea como naualli, te servirán como defensas. Yo lo utilizo para poder crear "diálogos", y conocer reacciones. Cuando se me ocurre comentar sobre frases típicas o modos de interacción, me dicen que al paracer tiendo a analizarlo todo...

"¿Me enseñarás a utilizar ese desatino controlado?" Sí, pero primero tendrás que ser huidiza. Huidiza no significa ser cobarde, significa que jamás te pondrás en medio del camino cuando sabes que viene frente a ti un autobús, etcétera. Es una excelente habilidad, que una vez dominada, sabrás a lo que me refiero, y eso tendrá que ver con tu poder personal... Dilian me miró fijamente, asintió en silencio y me dijo: "Creo que regresaré a la librería, ¿me acompañas?"

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